Chern¨®bil
Caminar por las calles de Prypiat produce un escalofr¨ªo especial, una sensaci¨®n de desasosiego y desolaci¨®n. Hay algo en la atm¨®sfera dif¨ªcil de describir, un silencio de muerte. que provoca malestar en el cuerpo y una pesada congoja en el alma. Prypiat es hoy una ciudad vac¨ªa, sin vida. Sus 45.000 habitantes tuvieron que ser evacuados precipitadamente de sus casas horas despu¨¦s del m¨¢s grave accidente civil ocurrido en la era industrial: el estallido del reactor n¨²mero cuatro de la central nuclear ucrania de Chern¨®bil.El 25 de abril de 1986, los operadores de la central comenzaron los preparativos de un test que ya hab¨ªa sido realizado en otras ocasiones. Se trataba de demostrar que, tras un disparo del reactor que provocase la p¨¦rdida de suministro de energ¨ªa externa, la energ¨ªa almacenada en el turbo generador podr¨ªa utilizarse para producir suficiente potencia como para hacer funcionar el sistema de refrigeraci¨®n de emergencia del n¨²cleo. A primeras horas del d¨ªa 26, en medio de los preparativos de la prueba, operadores de la central desconectaron err¨®neamente los mecanismos autom¨¢ticos de parada del reactor. Dadas las caracter¨ªsticas t¨¦cnicas del mismo, un reactor RBMK de agua ligera moderado con grafito, cuando el volumen de agua comenz¨® a disminuir como parte del test, la energ¨ªa producida por el reactor comenz¨® a aumentar. En escasos segundos, la situaci¨®n del n¨²cleo se convirti¨® en altamente inestable. Los intentos de accionar manualmente los mecanismos de desconexi¨®n fallaron y la situaci¨®n qued¨® fuera de control.
La cubierta del reactor, una losa de 2.000 toneladas, salt¨® en pedazos por los aires a causa de la presi¨®n del vapor, emitiendo material radiactivo a la atm¨®sfera. Poco despu¨¦s, una segunda explosi¨®n arroj¨® fragmentos de combustible del coraz¨®n del reactor, permitiendo que el aire llegase al n¨²cleo. Esto hizo arder el grafito, ocasionando un incendio que dur¨® nueve d¨ªas. En las horas siguientes al accidente, m¨¢s de 5.000 toneladas de arena, boro, arcilla y plomo fueron arrojadas desde helic¨®pteros sobre el n¨²cleo del reactor para extinguir la llamarada y limitar la emisi¨®n de material radiactivo a la atm¨®sfera. El gran esfuerzo realizado no impidi¨® que una ola de radiactividad recorriese, enormes ¨¢reas de Europa oriental y occidental.
La Organizaci¨®n Mundial de la Salud en un informe emitido en 1995 acerca de los efectos del accidente de Chern¨®bil afirma que alrededor de doscientas personas recibieron dosis muy agudas de radiaci¨®n, de las que 28 murieron poco tiempo despu¨¦s. Constata la aparici¨®n de 680 casos de c¨¢ncer de tiroides entre los ni?os de Bielorrusia, de la regi¨®n norte de Ucrania y de las zonas fronterizas de Rusia. Estima que: la radiactividad total desprendida en el accidente equivale a 200 veces las emisiones conjuntas de: las bombas nucleares arrojadas, sobre Hiroshima y Nagasaki.
Seg¨²n un informe de la Secretar¨ªa General de las Naciones, Unidas de noviembre de 1995 hay un ¨¢rea altamente contaminada por dicha radiaci¨®n de 160.000 kil¨®metros cuadrados, una extensi¨®n mayor que Andaluc¨ªa. En este informe de las Naciones Unidas se afirma que al menos nueve millones de personas se han visto afectadas por el accidente -2;5 millones en Bielorrusia, 3,5 en Ucrania y 3 millones en Rusia- y que alrededor de 400.000 ciudadanos se han visto obligados a abandonar sus hogares a consecuencia del mismo. Las 650.000 personas que participaron en la limpieza de la central y de la zona tras el accidente, los llamados liquidadores, quedaron expuestas a altas dosis de radiactividad a consecuencia de las precarias condiciones de protecci¨®n en que realizaron su trabajo. Buena parte de las 500.000 personas que la OMS estima fallecer¨¢n a causa del accidente a lo largo de las tres d¨¦cadas posteriores a la cat¨¢strofe nuclear proceden, precisamente, de este colectivo. Andr¨¦i Serdiuk, ministro de Sanidad de Ucrania, evalu¨®, en un informe hecho p¨²blico en 1995, en 125.000 las personas fallecidas entre 1988 y 1994 a consecuencia del accidente de Chern¨®bil. En el estudio econ¨®mico m¨¢s detallado y comprehensivo que se ha realizado hasta la fecha sobre el accidente de Chern¨®bil, Yuri Koriakin, jefe economista del Instituto de Investigaci¨®n y Desarrollo de Ingenier¨ªa Energ¨¦tica de la Uni¨®n Sovi¨¦tica en el momento del accidente, valor¨® las p¨¦rdidas para la ex URSS entre el a?o 1986 y el a?o 2000 en una cantidad que puede oscilar entre los 170.000 y 215.000 millones de rublos. Esta suma equivale, al cambio oficial de la ¨¦poca, a unos cuarenta billones de pesetas, cantidad muy superior a la suma total de las inversiones del programa nuclear civil sovi¨¦tico desde 1954.
Hoy en d¨ªa, 432 reactores nucleares repartidos en 31 naciones generan el 6% de la energ¨ªa mundial, el 17% si se considera exclusivamente la energ¨ªa el¨¦ctrica. En opini¨®n de muchos observadores y analistas, la industria nuclear, antes incluso de haber alcanzado su madurez como industria, ha entrado en un declive estructural del que no tiene f¨¢cil salida. Prueba de ello son los escenarios dibujados por el Organismo Internacional para la Energ¨ªa At¨®mica, que prev¨¦ para el a?o 2010 una reducci¨®n a nivel mundial del 25% en el porcentaje de energ¨ªa el¨¦ctrica de origen nuclear. A la hora de estudiar este declive de la industria at¨®mica se suelen se?alar cuatro grandes razones.
La primera sugiere que la industria nuclear tuvo desde sus inicios un d¨¦ficit moral, al aparecer ligada a la proliferaci¨®n de armas at¨®micas. La mayor¨ªa de los programas nucleares civiles surgieron de hecho porque hab¨ªa detr¨¢s un programa nuclear militar m¨¢s o menos encubierto. La industria civil at¨®mica era el medio m¨¢s econ¨®mico para generar el plutonio necesario para las bombas nucleares, ya que este material es obtenido como un subproducto del proceso de generaci¨®n de energ¨ªa el¨¦ctrica en las centrales nucleares.
La segunda raz¨®n es el enorme peligro que entra?an los accidentes nucleares. Ya antes de la tragedia de Chern¨®bil dos accidentes muy graves hab¨ªan ocurrido en pa¨ªses occidentales. En 1957, en Sellafield (Gran Breta?a), y en 1979, en Three Mile Island (Estados Unidos) Tras la cat¨¢strofe de Chern¨®bil, la credibilidad de la seguridad de la energ¨ªa nuclear ha quedado irreversiblemente da?ada y se ha demostrado que el miedo de la gente a esta forma de energ¨ªa est¨¢ plenamente justificado.
La tercera raz¨®n tiene que ver con la falta de competitividad econ¨®mica de la energ¨ªa nuclear respecto a la energ¨ªa obtenida de los combustibles f¨®siles. Ni el d¨¦ficit moral ni los problemas de seguridad hubiesen sido decisivos si se hubiesen mantenido los precios relativos del oro negro que siguieron al shock del petr¨®leo de 1973 y al de 1979, cuando el precio del barril de crudo se multiplic¨® por cuatro en escasas semanas. En esa situaci¨®n, la energ¨ªa nuclear fue presentada como una alternativa rentable de enorme futuro. Sin embargo, los elevados precios del petr¨®leo no se mantuvieron y hoy d¨ªa la energ¨ªa nuclear es la m¨¢s cara de todas las energ¨ªas convencionales.
La cuarta raz¨®n es que la industria nuclear no ha resuelto a¨²n el grave problema de los residuos radiactivos. Estos residuos llegan a tener una vida letal activa que tiene que ver m¨¢s con la geolog¨ªa que con la escala humana. El plutonio-239 tiene, por ejemplo, una vida media de 24.400 a?os, lo que significa que el plutonio de los residuos permanecer¨¢ radiactivo durante unos 250.000 a?os. Esto plantea un problema ¨¦tico de justicia intergeneracional de proporciones extraordinarias. Es el llamado argumento de las 10.000 generaciones. No es f¨¢cil defender que sea moralmente aceptable el que la producci¨®n del 6% de la energ¨ªa consumida por la presente generaci¨®n, producida en unas centrales cuya vida ¨²til no pasa de 40 a?os, deje unos residuos radiactivos altamente peligrosos, que han de ser vigilados y mantenidos bajo control por las futuras 10.000 generaciones.
Estas cuatro razones han colocado a la industria nuclear internacional en una dif¨ªcil situaci¨®n, pero no hay duda de que sigue siendo una industria muy poderosa. Empresas como General Electric, Westinghouse, Mitsubishi, Toshiba, Fujitsu, Siemens, Framatome, etc¨¦tera, est¨¢n entre las principales constructoras de centrales nucleares del mundo y no cejar¨¢n de buscar nuevas oportunidades de negocio nuclear, especialmente en pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo donde la normativa ambiental, la sensibilidad ciudadana y los controles de seguridad no est¨¢n tan definidos como en los pa¨ªses econ¨®micamente m¨¢s avanzados.
El 17 de octubre de. 1956 la reina Isabel de Inglaterra inaugur¨® la primera central nuclear comercial del mundo en Calder Hall. El acontecimiento se present¨® a la comunidad internacional como el inicio de un sue?o tecnol¨®gico, en l¨ªnea con la iniciativa ?tomos por la Paz promovida por el presidente norteamericano Eisenhower. Treinta a?os despu¨¦s, tras la cat¨¢strofe del 26 de abril de 1986, millones de ciudadanos de todo el mundo tomaron conciencia de que el sue?o nuclear ten¨ªa mucho de pesadilla. El accidente nuclear de Chern¨®bil marc¨® un punto de no retorno en la historia de la energ¨ªa nuclear. All¨ª qued¨® tr¨¢gicamente confirmado que los accidentes nucleares de m¨¢xima gravedad no eran s¨®lo posibles en teor¨ªa, sino que desgraciadamente antes o despu¨¦s terminan ocurriendo.
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