La mutilaci¨®n genital femenina puede ser motivo de asilo pol¨ªtico en EE UU
La ablaci¨®n es usual en ?frica, Asia y entre inmigrantes en Europa
El miedo a la mutilaci¨®n genital femenina, una pr¨¢ctica frecuente en m¨¢s de 20 pa¨ªses de ?frica y Asia, podr¨ªa ser considerado a partir de ahora raz¨®n suficiente para obtener asilo pol¨ªtico en Estados Unidos. Esta medida, que ha sido solicitada por la agencia oficial norteamericana que atiende los casos de inmigraci¨®n, extender¨ªa el concepto tradicional del asilo y podr¨ªa atraer hacia este pa¨ªs a millones de mujeres que actualmente son objeto de una operaci¨®n en la que se les extirpa parte del cl¨ªtoris y, a veces, se les cose la vagina.
El Servicio de Inmigraci¨®n y Naturalizaci¨®n (INS) de EE UU defender¨¢ ese cambio de pol¨ªtica judicial en audiencia el pr¨®ximo 2 de mayo. La fiscal general, Janet Reno, sostiene que, para poder acogerse al estatuto de refugiadas pol¨ªticas, las mujeres deben negarse expl¨ªcitamente a la ablaci¨®n. "Debe existir un miedo razonable de persecuci¨®n", afirma.La pol¨¦mica ha surgido por el caso de Fauziya Kasinga, una mujer africana que el pasado mi¨¦rcoles fue puesta en libertad tras m¨¢s de un a?o en prisi¨®n a la espera de una decisi¨®n sobre su solicitud de asilo.
Kasinga, de 19 a?os, huy¨® de su pa¨ªs situado en el ?frica Occidental, Togo, en 1994, por miedo a ser v¨ªctima de castraci¨®n. La joven pertenece a una tribu, tchamba kunsuntu, donde la ablaci¨®n se pr¨¢ctica com¨²nmente a petici¨®n del marido.
Seg¨²n dijo, decidi¨® huir cuando supo que iba a ser obligada a casarse con un hombre mucho mayor, que hab¨ªa pedido a la familia de Kasinga que fuera sometida a ablaci¨®n tras la boda. Kasinga y sus cuatro hermanas hab¨ªan sido protegidas hasta entonces de ese rito por su padre, que se opon¨ªa a la tradici¨®n. Pero el padre muri¨®, y las muchachas quedaron bajo la custodia de una t¨ªa, que fue la que hizo el trato con el pretendiente de Kasinga.
La joven lleg¨® a Estados Unidos con un pasaporte brit¨¢nico falso, y fue inmediatamente encarcelada. El juez consider¨® su historia poco veros¨ªmil y, en todo caso, fuera de los requisitos para obtener el asilo pol¨ªtico. Las leyes de asilo de Estados Unidos se aplican a quienes sufran persecuci¨®n por raza, religi¨®n, nacionalidad, posiciones pol¨ªticas o pertenencia a un grupo social.
Sin embargo el caso de Kasinga mereci¨® la atenci¨®n de la comunidad Bahai de Washington, que utiliz¨® sus abogados. El asunto alcanz¨® relieve nacional gracias a un reportaje publicado hace dos semanas por el diario The New York Times sobre los malos tratos de los que Kasinga era objeto en prisi¨®n.
El Servicio de Inmigraci¨®n y Naturalizaci¨®n (INS) pidi¨® entonces la liberaci¨®n de Kasinga con el argumento de que la mutilaci¨®n genital de la que hu¨ªa deb¨ªa ser considerada un peligro suficiente como para ser admitida en Estados Unidos.
"La castraci¨®n femenina repugna a la conciencia. Es una agresi¨®n corporal que se convierte en extremadamente grave cuando se practica con la crudeza y bajo las p¨¦simas condiciones sanitarias en que se hace habitualmente", ha escrito David Martin, consejero general del INS.
La suerte final de Kasinga debe ser decidida por un juez en las audiencias que comienzan el pr¨®ximo d¨ªa 2 en un pueblo de Virginia pr¨®ximo a Washington. Pero el INS pretende aprovechar este caso para sentar que el maltrato a las mujeres, justificado por razones culturales o religiosas, sea considerado una forma de tortura. Otros grupos consideran, por el contrario, que esa pol¨ªtica supone una intromisi¨®n inaceptable en las tradiciones de otros pueblo+s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.