Mitterrand quiso mantener la RDA para frenar la unificaci¨®n alemana
El fallecido presidente Fran?ois Mitterrand ha intentado reescribir su historia personal y su papel en la construcci¨®n del mundo surgido de la implosi¨®n del bloque comunista. Dos vol¨²menes p¨®stumos de muy reciente publicaci¨®n van en ese sentido, pero unos textos revelados ahora por Der Spiegel que resumen las entrevistas mantenidas entre el dirigente franc¨¦s y Hans Modrow y Manfred Gerlach, entonces presidente del Gobierno y jefe de Estado de la hoy desaparecida RDA (Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana), matizan las dotes de visionario de Mitterrand.
"Francia no le teme a la unidad alemana porque se trata de una realidad hist¨®rica, pero eso no significa que deba desembocar sobre Europa en forma de desorden generalizado. Hay que respetar las alianzas militares existentes y los tratados firmados por ambas partes. Un curso demasiado r¨¢pido de los acontecimientos pone en peligro el orden existente en Europa desde hace 40 a?os, que podr¨ªa hundirse y llevarnos a una situaci¨®n inestable. Le corresponde a la RDA probar que sus 40 a?os de existencia como Estado son el correlato de una realidad pol¨ªtica duradera". O lo que es lo mismo: la RDA tiene que encasillarse en el Pacto de Varsovia, defender su especificidad como miembro del Comecon (antiguo mercado com¨²n de los pa¨ªses comunistas) y acelerar su democratizaci¨®n para ampliar la base social interesada en su supervivencia como Estado independiente.El di¨¢logo Mitterrand-Modrow-Gerlach se produjo el 20 y 21 de noviembre de 1989, con el muro- ya abierto. El presidente franc¨¦s era el ¨²nico l¨ªder occidental de una gran potencia que pisaba la RDA a lo largo de toda su historia. Mitterrand maniobraba desesperadamente, y puede que sin demasiada convicci¨®n, para prolongar la vida a la RDA. Quiso que la CEE (Comunidad Econ¨®mica Europea, ahora Uni¨®n Europea) desarrollase su ayuda a ¨¦sta. En el Ministerio de Exteriores, en Par¨ªs, se redact¨® un estatuto de Estado asociado para la RDA, se invit¨® a sus dirigentes a participar en la fundaci¨®n del BERD (Banco Europeo para la Reconstrucci¨®n y el Desarrollo) y se busc¨® en Kiev, en una reuni¨®n con Gorbachov, un aliado que se opusiese al entusiasmo unificador de parte de la RDA y expansionista del canciller federal Helmut Kohl.
Mitterrand quiso maniobrar en esa direcci¨®n porque cre¨ªa que querer imponer la unificaci¨®n a partir de la presi¨®n popular puede atemorizar a otros pueblos", y no dej¨® de agitar el fantasma de la Europa preb¨¦lica de 1913. "Me han dicho que la mayor¨ªa de los alemanes del Este est¨¢ a favor de la democracia, pero dentro de un Estado separado", confiesa a Modrow y Gerlach, a quienes aconseja a que pongan primero orden en casa si no quieren ser barridos en las futuras elecciones, previstas para el 6 de mayo de 1990 y luego anticipadas al 18 de marzo. El presidente franc¨¦s les recuerda que las cuatro potencias tienen armas en suelo alem¨¢n, "incluida la nuclear".
"No podemos saber cu¨¢l es el calado de la reivindicaci¨®n de la unificaci¨®n inmediata. Las pr¨®ximas elecciones nos permitir¨¢n descubrirlo. Ahora lo que hace falta es que la situaci¨®n econ¨®mica mejore antes del escrutinio. Eso desdramatizar¨ªa los problemas pol¨ªticos". As¨ª hablaba Mitterrand mientras intentaba frenar una din¨¢mica y buscaba aliados en los fr¨¢giles Modrow y Gerlach. Al mismo tiempo, el canciller Kohl actuaba en direcci¨®n opuesta apoy¨¢ndose en el contraste entre una RFA rica y una RDA en bancarrota. Para Jacques Attali, entonces consejero del presidente franc¨¦s, "hay que aceptar sin complejos las reticencias entonces expuestas [por Mitterrand ante la reunificaci¨®n] pues sin ellas no hubiera habido reconocimiento previo de la frontera Oder-Neisse ni Tratado de Maastricht".
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