Schumacher empuja a Ferrari
La llegada del piloto alem¨¢n ha devuelto la sonrisa a Maranello
?Vale Michael Schumacher los 6.000 millones que le pagan por dos temporadas? S¨®lo Luca de Montezemolo presidente de Ferrari puede decirlo. S¨®lo ¨¦l es capaz de valorar qu¨¦ da y qu¨¦ recibe a cambio. Pero para los miles de tifosi que estuvieron ayer en Imola la respuesta s¨®lo puede ser s¨ª. No les importa el dinero. S¨®lo cuenta la ilusi¨®n de ver uno de sus b¨®lidos peleando por ganar grandes premios. Y Schumacher, el doble campe¨®n mundial, adem¨¢s de pasear su n¨²mero uno sobre fondo rojo, ya ha sido capaz de hacerlo, a pesar de llevar s¨®lo cinco carreras con piloto de Ferrari.Al empezar la temporada, el aterrizaje del piloto alem¨¢n en la scuderia no fue de seda. Lleg¨® para remplazar a Jean Alesi, un hombre que se hab¨ªa ganado el coraz¨®n de todos. Y le cost¨® superar las reticencias. Pero pronto ha demostrado, en la pista y fuera de ella, por qu¨¦ es el motor de la f¨®rmula uno actual. Lleva camino de devolver la competitividad y el prestigio que Ferrari busca desde 1990, a?o en que Alain Prost y Nigel Mansell lograron seis victorias.
En las ¨²ltimas seis temporadas s¨®lo dos triunfos -Gerhard Berger en Alemania en 1994 y Alesi en Canad¨¢ en 1995- han alegrado la vida de Maranello, sede de la famosa marca que Enzo Ferrari cre¨® hace 50 a?os. Por culpa de la escasez, para 1996 decidieron tirar la casa por la ventana. Apostaron fuerte por Schumacher, el hombre escogido para recuperar el orgullo del ferrarismo.
Puede que Ferrari haya perdido parte de su identidad italiana -ingenieros ingleses, director deportivo franc¨¦s, piloto alem¨¢n-, pero las ra¨ªces son triviales si se truecan con escenas como las de las ¨²ltimas vueltas del Gran Premio de Alemania, disputado en N¨¹rburgring hace una semana. Ver un morro rojo con su cavallino rampante pegado al todopoderoso Willianis de Jacques Villeneuve hasta la bandera a cuadros fue la prueba final de que la meta est¨¢ cercana. Apenas 60 metros separaron al Ferrari de la victoria.
Y todo gracias a Schumacher. Suyo es el m¨¦rito de haber llevado un coche que no es el m¨¢s competitivo hasta el l¨ªmite y haberlo acercado a lo mejor que circula hoy en d¨ªa por los circuitos del mundo. Todos los expertos, incluidos los propios responsables de Ferrari, sit¨²an al nuevo F-310 con motor V10 en la lucha del pelot¨®n secundario, con McLaren, Benetton, Sauber y Jordan. Todos, a una distancia considerable de los Williams, dominadores del inicio de la temporada.
Pero gracias a las manos del campe¨®n, la desventaja se ha estrechado. Por eso en Ferrari est¨¢n euf¨®ricos con Schmmi. Por eso todos se vuelcan ya con ¨¦l. Y por eso los tif¨®si ayer en Imola no tuvieron m¨¢s ojos que para ¨¦l, aunque en pista estuviera tambi¨¦n Jacques Villeneuve, el hijo de Gilles, uno de sus h¨¦roes m¨¢s venerados. Schumacher ha puesto al volante de Ferrari todas sus cualidades: sangre fr¨ªa, estrategia, control del coche, coraje y capacidad de rodar al l¨ªmite.
Desde que se visti¨® de rojo, Schumacher nunca ha dicho que ¨¦l iba a ser el mesias que pusiera fin a la traves¨ªa del desierto de Ferrari. Se ha mostrado extremadamente cauto, aunque ha trabajado m¨¢s que nunca y ha exigido lo mismo de su equipo. Ahora empieza a ver la posibilidad de buenos resultados.
En cualquier caso, la excelente trayectoria de Schumacher en el inicio de esta temporada ha precipitado las expectativas. Tanto ¨¦l, consciente de que deb¨ªa cambiar muchas cosas -t¨¦cnica y mentalmente- en su nuevo equipo, como los propios responsables de Ferrari, hablaban del 1996 como la transici¨®n hacia 1997, a?o en que pretenden pelear por el t¨ªtulo. Ahora ya no hacen anuncios. S¨®lo sonr¨ªen satisfechos.
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