La obsesi¨®n de la modernidad
Continuando su afortunada pol¨ªtica de exposiciones temporales, que se basa en la revisi¨®n de figuras y momentos clave de las vanguardias hist¨®ricas, el Museo Picasso nos ofrece ahora una visi¨®n de los primeros a?os del futurismo italiano.La primera parte de la exposici¨®n, cuya comisaria es Ester Coen, est¨¢ articulada por artistas y presenta algunas obras ya muy c¨¦lebres de Giacomo Balla, Umberto Boccioni, Carlo Carr¨¤, Luigi Russolo y Gino Severini. Despu¨¦s se ofrece una importante secci¨®n documental -reflejo del furor propagand¨ªstico que supusieron revistas y manifiestos-, adem¨¢s de algunos trabajos de Fortunato Depero, Mario Sironi, Ardengo Soffici y el mismo Filippo Tommaso Marinetti, quien fue impulsor del grupo y redactor de su primer manifiesto.
Se trata de una exposici¨®n excelente, en la que s¨®lo se puede reprochar la ausencia de alguna escultura de Boccioni.
La contemplaci¨®n de las obras reunidas, entre las que destacan Ni?a que corre en un balc¨®n (1912) y Velocidad abstracta (1913), de Balla; La risotada (1911), de Boccioni; M¨²sica (1911), de Russolo; La bailarina azul (1912), de Severini, y El f¨²neral del anarquista Galli (1911), de Carr¨¤, nos permite revivir la fascinaci¨®n que sintieron estos artistas por el dinamismo de las ciudades modernas, los adelantos industriales, los nuevos movimientos sociales y la vida nocturna de los cabarets.
Podemos asimismo observar cu¨¢les fueron sus logros formales en un af¨¢n de an¨¢lisis y s¨ªntesis pict¨®rica de la luz y del movimiento, a partir del puntillismo, el expresionismo y el cubismo. Los cuerpos pintados por los futuristas quer¨ªan desmaterializarse en el espacio y liberarse de los confines de la forma convirti¨¦ndose en algo as¨ª como la esencia de sus propios movimientos y el ambiente que les rodeaba.
El futurismo, con todo, perdi¨® su extraordinario ¨ªmpetu con la llegada de la I Guerra Mundial, que sus artistas vieron como la m¨¢xima exaltaci¨®n de la vida moderna.
Hoy las pinturas futuristas mantienen su poderoso encanto, aunque no deja de parecer que se quedan cortas con relaci¨®n a la fraseolog¨ªa incendiaria que las arropaba desde los manifiestos, lo que nos recuerda la futilidad de la obsesi¨®n, tan de nuestro siglo, de querer ser constantemente modernos.
Babelia
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