El cine espa?ol ante el futuro
ANDR?S VICENTE G?MEZ1995 no deber¨ªa ser percibido como una excepci¨®n, sino como el comienzo de un pacto t¨¢cito entre productores y p¨²blico
Es agradable poder escribir, despu¨¦s de tantos a?os de lucha, un art¨ªculo sobre el cine espa?ol de la ¨²ltima d¨¦cada sentado sobre la atalaya de una curva de recuperaci¨®n y no, como anta?o, desde las catacumbas de la crisis permanente. Y hacerlo partiendo de la evidencia fundamental de que la cinematograf¨ªa espa?ola tiene todav¨ªa un campo considerable de desarrollo.Si uno se f¨ªa de los titulares de la prensa, el bienio 1995-1996 est¨¢ siendo un buen a?o para el cine espa?ol. Efectivamente, el a?o que ha terminado ha puesto las cosas en su sitio, restableciendo el v¨ªnculo entre el cine y su p¨²blico; que no deber¨ªa de haberse interrumpido nunca. A partir de ahora, las empresas productoras de cine tienen un reto industrial y cultural que es el de consolidar lo que se ha empezado, ofreci¨¦ndole al p¨²blico calidad, variedad y, tambi¨¦n, cantidad suficiente para asegurarse una fidelidad que s¨®lo ahora ha comenzado a manifestarse. En ese sentido, 1995 no deber¨ªa ser percibido como una excepci¨®n, sino como, el comienzo de un pacto t¨¢cito entre los productores y el p¨²blico natural de nuestro cine, que es el espa?ol. Esta recuperaci¨®n de nuestro mercado ha venido refrendado por el inter¨¦s. del p¨²blico juvenil, lo que tiene, si cabe, m¨¢s importancia al ser los j¨®venes los creadores de tendencias, con vocaci¨®n de longevidad.
La reciente historia del cine espa?ol est¨¢ jalonada de inicios esperanzadores que no terminaron de consolidarse, vinculados, en mayor o menor medida, a decretos institucionales. A la desidia de los gobiernos de la UCD, le sucedi¨® el decreto Mir¨®, que tuvo, el efecto de dinamizar el sector de la producci¨®n. La inexistencia por aquel entonces de un mercado audiovisual plural, unido a la vinculaci¨®n de las ayudas oficiales a los creadores y no a las empresas, trajo como consecuencia que, a los primeros a?os de euforia creativa, le sucedieran pel¨ªculas que no supieron anticipar las demandas siempre cambiantes del p¨²blico. Desgraciadamente, los decretos siguientes prosiguieron incidiendo en pol¨ªticas de subsidios que un¨ªan el destino de la producci¨®n a decisiones ministeriales e imped¨ªan, en su af¨¢n paternalista, el desarrollo del tejido industrial de la producci¨®n nacional. Al vincularse las ayudas oficiales al creador y no al empresario, se produc¨ªa el efecto perverso de descapitalizar las grandes empresas, disuadiendo la inversi¨®n privada, mientras que, paralelamente, se fomentaba la aparici¨®n de sociedades peque?as, sin medios econ¨®micos, que se convert¨ªan en gestoras de los capitales p¨²blicos. Afortunadamente, el giro reciente en la pol¨ªtica de fomento practicado en los dos ¨²ltimos a?os ha devuelto el protagonismo a los productores, y los resultados, en calidad y cantidad, se est¨¢n viendo en nuestras pantallas.
El Estado debe aprender de los errores y aciertos del pasado. Si la industria demanda un esfuerzo para consolidarse, el Estado debe apoyarla,, estimulando la incorporaci¨®n al sector de: grandes grupos empresariales y financieros. La experiencia activa del grupo editorial de este peri¨®dico con su participaci¨®n en La pasi¨®n turca, Boca a boca, El d¨ªa de la bestia y Two much demuestra que la presencia de dichos grupos tiene un efecto positivo que se traduce en resultados a corto plazo.
El cine espa?ol, al igual que el franc¨¦s, el alem¨¢n o el italiano -por citar s¨®lo algunos-, necesitaba de apoyos, para desarrollarse y poder competir con una industria como la norteamericana, con un mercado ind¨ªgena de 300 millones de habitantes y una lengua dominante en el mundo. Al estimular la producci¨®n, se generan puestos de trabajo especializados, siendo el cine: una de las puertas de entrada para muchos j¨®venes actualmente en paro. Por eso creo que es fundamental incrementar el fondo de protecci¨®n a la cinematograf¨ªa del Ministerio de Cultura, que deber¨ªa de ampliarse a 4.600 millones y revisarse anualmente para cumplir con las obligaciones del Estado derivadas de la legislaci¨®n vigente. Si el Estado, asustado por el ¨¦xito de su propia pol¨ªtica de est¨ªmulo, aplica criterios reductores, los efectos pueden ser devastadores produci¨¦ndose una desinversi¨®n que paralizar¨ªa las empresas, afectando la propia confianza de los espectadores y el crecimiento estimado de la recuperaci¨®n de cuota de mercado.
Por nuestra parte, los productores debemos de aceptar que nuestro futuro pasa por Europa. Debemos producir pel¨ªculas que crucen sus fronteras. Su constante debe ser el contacto regular con sus colegas para desarrollar conjuntamente proyectos de mayor envergadura a trav¨¦s de acuerdos para cofinanciar grandes producciones que nos permitan aspirar a los mercados mundiales.En los ¨²ltimos a?os se han incrementado el n¨²mero de t¨ªtulos espa?oles vendidos al extranjero, as¨ª como la presencia en los mercados internacionales. Cuando anta?o la venta internacional era una excepci¨®n, ahora es una regla que debemos de aplicarnos todos. Adem¨¢s, de esa manera, le estamos haciendo un servicio impagable a nuestra cultura, expandiendo el ¨¢rea geogr¨¢fica de nuestra lengua y el conocimiento de nuestra idiosincrasia, paseando Por el mundo nuestro pa¨ªs y sus costumbres.
Tradicionalmente, Espa?a ha tenido un campo abierto a la exportaci¨®n en el mundo latinoamericano. En mucha menor medida, el resto del mundo. El mercado latinoamericano est¨¢bamos a punto de perderlo por el efecto combinado de la expansi¨®n norteamericana y el localismo de nuestro cine. Y el mercado mundial est¨¢ cada vez m¨¢s re?ido. Uno de los aspectos que mueven m¨¢s al optimismo sobre la evoluci¨®n del cine espa?ol de la ¨²ltima d¨¦cada ha sido, precisamente, su capacidad exportadora. Trueba, Saura, G¨®mez Pereira, Medem, Bajo Ulloa, Bigas Luna, Aranda, Gerardo Herrero, Erice, Almod¨®var y algunos otros han demostrado que se puede salir al extranjero y competir directamente con las cinematograf¨ªas de nuestro entorno. No deber¨ªa sorprender que el triunfo de los arriba citados sea sobre todo el resultado del esfuerzo y de la voluntad de tinos pocos productores que, al margen de las instituciones oficiales, saben promover sus pel¨ªculas en el exterior. Que no se entienda con lo anterior que quiero quitarle valor al constante esfuerzo que ha realizado el ICAA en estos ¨²ltimos a?os, auspiciando y apoyando la presencia de nuestra cinematograf¨ªa en festivales y mercados, sino animar a los que trabajamos en el sector a no dejar en manos de instituciones el trabajo que corresponde, en realidad, a la empresa privada.
Debemos de asumir que tenemos unas historias que contar y los medios suficientes para hacerlo con rigor y calidad y no depender de los esfuerzos de las instituciones p¨²blicas, quienes, apreciando toda su buena voluntad, no han de ser los motores, de la exportaci¨®n. La conquista de los nuevos mercados ha de plantearse desde el momento mismo de la concepci¨®n de las pel¨ªculas y, por tanto, estar en el germen mismo de la idea. El Estado debe estimular la circulaci¨®n de pel¨ªculas fuera de nuestras fronteras. Ese apoyo a la exportaci¨®n debe ser, al igual que hace con otras industrias, a trav¨¦s del respaldo a los empresarios.
El cine espa?ol del futuro se ha de enfrentar a, los retos que plantea la cada vez m¨¢s compleja trama del mundo audiovisual. Los nuevos canales de distribuci¨®n, la continua renovaci¨®n a que obligan los mercados fragmentados, la asignatura pendiente de la exportaci¨®n, van a producir un cambio en el tejido industrial nacional, Para ello los profesionales deber¨¢n reciclarse continuamente. Uno de los principales temas, pendientes de nuestra cinematograf¨ªa es el de garantizar que esta renovaci¨®n, este reciclaje, se realice de forma continua. Y para ello hay que profundizar en todos los aspectos de la formaci¨®n de profesionales.
Se echa en falta una oferta de ense?anza para los profesionales de la empresa en el mundo del audiovisual. A veces pareciera que el cine y la televisi¨®n son exclusivos de los creadores y los actores, y se olvida que la gesti¨®n de la empresa y el conocimiento de los entresijos del negocio son imprescindibles para asegurar que el engranaje industrial funcione a la perfecci¨®n. Hay que apoyar y desarrollar los esfuerzos que en ese sentido y desde Espa?a han realizado en el ¨¢mbito comunitario instituciones como la Media Business School. Nunca dejar¨¦ de insistir en que una de las lecciones de esta d¨¦cada que ha pasado es que no debemos permitir que se interrumpa el esfuerzo en la formaci¨®n de nuevos talentos, de j¨®venes productores, de abogados especializados en el sector, de financieros que entiendan la industria y sepan percibir las oportunidades de crecimiento, y tambi¨¦n, por qu¨¦ no, reciclar a los ya esta blecidos para que sean capaces de afrontar el futuro que viene, y que es pasar del cine espa?ol en Espa?a al cine espa?ol en el mundo.
Babelia
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