Las perplejidades de una joven periodista
Mar¨ªa Jos¨¦ Ania Lafuente, de Barcelona, estudiante del ¨²ltimo curso de Periodismo, ha planteado una serie de preguntas al Defensor del Lector sobre el tema de la informaci¨®n judicial. La estudiante, " en cualidad del lector", escribe: "Me refiero a algunas informaciones que se vierten a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n sobre los procesos judiciales en curso y a la relaci¨®n de los profesionales de la informaci¨®n respecto a las fuentes, terreno ¨¦ste donde parece haber de todo, desde filtraciones interesadas hasta tr¨¢fico de noticias, pasando por el constante acoso a que est¨¢n sometidos algunos jueces por parte de los periodistas en su leg¨ªtimo af¨¢n por obtener alg¨²n tipo de declaraci¨®n".Se pregunta Mar¨ªa Jos¨¦, entre otras cosas: "?Qui¨¦n determina la frontera entre la informaci¨®n que debe ser difundida y aquella que debe ser reservada por alguna u otra leg¨ªtima raz¨®n?". Entiende que el periodista, por razones de su profesi¨®n, "est¨¢ especialmente obligado a comunicar informaci¨®n veraz", pero se pregunta: "?Las fuentes que usa son autorizadas, solventes y conocedoras de los l¨ªmites que deben marcar la frontera de la publicidad que debe darse a las actuaciones judiciales? ?Corresponde al periodista determinar la informaci¨®n publicable o ello es tarea y responsabilidad del poder judicial?".
Y la periodista-lectora apunta una posible soluci¨®n concreta: "Un portavoz autorizado por el poder judicial a ejercer las funciones de fuente informativa para los medios". Y explica: "A mi entender, la figura de un portavoz judicial -en los diversos tribunales- que respondiera a los medios sobre lo que es publicable ( ... ) ayudar¨ªa a despejar las sombras que a menudo empa?an la informaci¨®n period¨ªstica sobre los procesos judiciales". Y a?ade: "Ese supuesto portavoz no s¨®lo contribuir¨ªa a facilitar la tarea informativa de los profesionales de la informaci¨®n ( ... ), sino que adem¨¢s podr¨ªa servir de freno a filtraciones interesadas y dem¨¢s argucias contrarias a la deontolog¨ªa de la profesi¨®n".
A Mar¨ªa Jos¨¦ le gustar¨ªa saber la opini¨®n del Defensor del Lector al respecto, mientras teme que su carta peque de ingenua,
No creo, francamente, que se trate de una carta ingenua. La problem¨¢tica que propone la joven estudiante de periodismo ha sido objeto siempre de sesudos congresos internacionales, sin contar que se trata de un tenia candente y delicado en este momento en nuestro pa¨ªs, y una tarea no f¨¢cil para nuestros informadores.
El Defensor del Lector ha comentado la carta con dos de los expertos en informaci¨®n judicial de est¨¦ diario: Paco Gor y Bonifacio, de la Cuadra. Y ¨¦sta ha sido su opini¨®n: la oportunidad de la existencia de un "portavoz" oficial en las diversas instancias judiciales, que canalice y reglamente la informaci¨®n judicial con autoridad en medio de la jungla de informaciones muchas veces incontrolables, se lleva discutiendo desde el lejano 1983, cuando los socialistas llegaron. al poder, pero se aleg¨® siempre falta de fondos. En realidad, la verdadera dificultad radica, seg¨²n Gor, en el hecho de que trat¨¢ndose de una materia tan dispersa y que ata?e tan directamente al poder judicial se pens¨® que los mejores portavoces deber¨ªan ser los jueces mismos. Y quiz¨¢ por ello la idea del portavoz haya quedado siempre aparcada.
Seg¨²n Bonifacio de la Cuadra, la utilidad de tales portavoces consistir¨ªa m¨¢s bien en la posibilidad de que los informadores pudieran tener las sentencias y otras resoluciones con inmediatez, ya que suponen un material de primera mano para la informaci¨®n a los ciudadanos. Y no s¨®lo cuando se trata de sentencias contra pol¨ªticos, sino tambi¨¦n contra la Administraci¨®n del Estado o en cuestiones sociales o de costumbres. Al parecer, por esta falta de un portavoz autorizado, muchas de dichas sentencias suelen llegar tard¨ªsimo al periodista.
Otra de las preguntas que plantea la estudiante de Barcelona es particularmente importante y compleja: ?corresponde al periodista determinar la informaci¨®n publicable o ello es mas bien tarea y responsabilidad del poder judicial? Paco Gor no tiene dudas al respecto: la responsabilidad ¨²ltima es s¨®lo del periodista o, naturalmente, del director del diario. E incluso en el caso de que un juez, faltando a su deber, filtre a un periodista informaci¨®n bajo secreto sumarial, la responsabilidad de tal irregularidad es s¨®lo del juez y nunca del periodista, que tiene la obligaci¨®n de informaci¨®n a la opini¨®n p¨²blica. Otra cosa es que el periodista est¨¦ siempre obligado a dar tal informaci¨®n. Aqu¨ª s¨ª entra su responsabilidad personal, su conciencia ¨¦tica y la consideraci¨®n de si tal informaci¨®n va a ser en provecho o no de la sociedad. Porque un juez podr¨ªa en teor¨ªa, quebrantando su deontolog¨ªa profesional o incluso la ley, ofrecer datos secretos sumariales, por ejemplo, de un menor. Y el periodista puede pensar que debe ocultar tal informaci¨®n para no causar un da?o a una persona indefensa.
Lo que no puede aceptar un diario es que sea una autoridad externa la que decida lo que puede o no puede publicar. Las censuras previas pertenecen s¨®lo a las dictaduras. S¨®lo sobre lo ya publicado podr¨¢n intervenir los tribunales civiles o penales, o -donde existan- los ¨®rganos de control de los colegios de periodistas, pero nunca antes.
Sin duda, en el acto de informar sobre temas judiciales usando fuentes que a veces le llegan al periodista por canales secretos, un diario puede equivocarse. De ah¨ª la importancia que tienen en un diario los controles internos, el sentido de responsabilidad y la conciencia ¨¦tica.
Y son s¨®lo los lectores quienes pueden juzgar mejor si un peri¨®dico trata con seriedad y objetividad una materia, tan vidriosa y delicada. ?Con qu¨¦ criterios? Jes¨²s de Polanco, presidente del Grupo PRISA, al. que pertenece este diario, se comprometi¨® d¨ªas atr¨¢s al afirmar ante 50 directores de diarios internacionales que acudieron a Madrid con ocasi¨®n del 20? aniversario de EL PA?S que "la confianza del p¨²blico en un diario depende del rigor de sus informaciones, as¨ª como de la imparcialidad y la honestidad para reconocer los errores cometidos". Polanco dijo que los, lectores no pueden dejar de desconfiar de la informaci¨®n que ofrecen empresas period¨ªsticas con ausencia de transparencia, con vac¨ªo de balances y cuentas de resultados p¨²blicas y auditadas, con juntas de accionistas que se celebran a puertas cerradas o de las que se desconocen sus aut¨¦nticos propietarios.
A su vez, Anthony Sampson, consejero de The Guardian / Observer de Londres, insisti¨® en que lo ¨²ltimo que debe perder un diario es su "credibilidad", que debe cultivar a costa de cualquier sacrificio. Perdida la credibilidad, dijo, un diario lo ha perdido todo. Pero la confianza d¨¦ un lector en su diario es el resultado de un sinf¨ªn de cosas, entre las cuales no la menor es sin duda el valor de admitir el error cuando se haya producido.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector o telefonear al n¨²mero (91) 337 78 36.
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