El criminal estaba en casa
Vida del hombre que secuestr¨® y mat¨® supuestamente al padre de su novia
Sentado en el jard¨ªn del chal¨¦ familiar, Jos¨¦ Luis Zaragoza, qu¨ªmico de 65 a?os, mir¨® aquel d¨ªa del verano de 1994 a su hija Mar¨ªa Luisa y le dijo: "Hija, no creo que ese chico te convenga". La respuesta de Mar¨ªa Luisa fue un largo sollozo. Aquella indicaci¨®n paterna, junto a otras similares, marcaron el inicio del distanciamiento entre Mar¨ªa Luisa Zaragoza y su novio, Francisco Javier Cervig¨®n Ruckauer, un hombre de vida oscura que el pasado 7 de mayo fue detenido bajo la acusaci¨®n policial de haber secuestrado el 6 de octubre de 1995 a Jos¨¦ Luis Zaragoza y presumiblemente de haberle asesinado. La captura no s¨®lo desenred¨® una misteriosa desaparici¨®n que dur¨® siete largos meses, sino que tambi¨¦n destap¨¢ la catadura criminal de alguien en quien la familia, al menos al principio, hab¨ªa depositado su confianza.Calificado por quienes le conocieron como un joven callado y de buenas maneras, Cervig¨®n ocultaba para s¨ª una agitada vida interior. Nacido hace 35 a?os en La Coru?a, el chaval pronto se traslada con su adinerada familia a Madrid. Cat¨®lico practicante, tras cursar sus primeros estudios en un colegio privado de la calle del Coraz¨®n de Mar¨ªa sinti¨® la llama de la religi¨®n e ingreso en el Opus Dei. Cinco a?os pas¨®, seg¨²n la familia Zaragoza, en manos de esta organizaci¨®n ortodoxa, un proceso al que sigui¨® su entrada como novicio en la orden los cartujos en Burgos. Un a?o dur¨® el intento. Luego, impulsado por una afici¨®n que nunca le abandon¨® -la lectura y, en especial, el Siglo de Oro-, se decidi¨® a estudiar -Filolog¨ªa Hisp¨¢nica, en la Complutense. Fue un tiempo, los a?os ochenta, en que vivi¨® con familia -sus padres y cuatro hermanos-.
En 1989, abandonada su pulsi¨®n religiosa, Cervig¨®n sufri¨® un bache. Encerrado en su habitaci¨®n, repet¨ªa cursos, apenas ten¨ªa amigos y su car¨¢cter hura?o le imped¨ªa abrirse al mundo. Empez¨® entonces a salir con su hermana, quien conoc¨ªa a Mar¨ªa Luisa, estudiante de Derecho. Ambos fueron presentados. Pese a su talante reservado, la correcci¨®n de aquel joven atl¨¦tico -nadaba especialmente bien- conquist¨® poco a poco a Mar¨ªa Luisa. La vida de Cervig¨®n cambi¨®. Ella le present¨® a sus amigos y a su familia. Tambi¨¦n le ayud¨® en los estudios, hasta el punto de que el expediente universitario de su novio empez¨® a relumbrar. Pronto dar¨ªa luz a su codicia. Aunque no sin sobresalto.
En 1992, el a?o en que ambos obtuvieron la licenciatura, el discurrir de Cervig¨®n encall¨®. En noviembre muri¨® su padre, solo en una casa de la familia en Navarredonda de Gredos (?vila). No fue una muerte normal. El cad¨¢ver fue descubierto por Francisco Javier en la cama y completamente carbonizado. La supuesta causa del incendio fue una estufa el¨¦ctrica. El hombre, seg¨²n fuentes cercanas a la investigaci¨®n, se hab¨ªa separado poco tiempo antes de su familia. La muerte no cerr¨® la grieta.
Tras el funeral, al que asistieron Mar¨ªa Luisa y sus padres, la relaci¨®n de Cervig¨®n con su madre y hermanos se agri¨®. Seg¨²n contaba Francisco Javier a los Zaragoza, la herencia del padre se convirti¨® en un punto de controversia -este peri¨®dico ha tratado sin ¨¦xito de recabar la versi¨®n de la familia Cervig¨®n-.
Francisco Javier, que por entonces viv¨ªa en el chal¨¦ de su familia en la calle de Burgo de Osma (Hortaleza), empez¨® a sentirse inc¨®modo. "Nos dec¨ªa que por miedo se encerraba por las noches en su cuarto", recuerda un conocido suyo. Esta situaci¨®n desemboc¨® en. su marcha del hogar materno. En mayo de 1993 se aloj¨® en el colegio mayor Nuestra Se?ora de Guadalupe.
La botella de vino
Este cambio, sin embargo, no alter¨® su relaci¨®n con la familia Zaragoza. Por el contrario, la aument¨®. Cervig¨®n pasaba los fines de semanas y las vacaciones en la casa de la urbanizaci¨®n Santo Domingo (Algete). Los Zaragoza, conocedores de sus desavenencias familiares, se volcaron en ayudar a ese chico de aspecto inofensivo y cort¨¦s: tra¨ªa una botella de vino para la cena, echaba una mano para arreglar el ba?o, segaba la hierba. En sus tarjetas de presentaci¨®n puso como domicilio el chal¨¦.Jos¨¦ Luis Zaragoza, su futura v¨ªctima, le trataba como un padre. El hombre, con artrosis, hab¨ªa adelantado su jubilaci¨®n como directivo en una factor¨ªa de la multinacional BASF en Guadalajara, para gozar sus ¨²ltimos a?os y dedicarse a sus aficiones -la caza y la pesca- Entre sus deseos de retiro figuraba el vender el chal¨¦ de Algete, con un valor de unos setenta millones de pesetas. ?Fue este dinero el acicate del secuestro?
Francisco Javier Cervig¨®n carec¨ªa de empleo estable. S¨®lo espor¨¢dicamente imparti¨® clases en colegios religiosos como el Retamar. Tampoco parec¨ªa tener proyectos de futuro, m¨¢s all¨¢ de retirarse en las sobremesas a leer y pasar las tardes encerrado en una habitaci¨®n. Fue precisamente esta falta de iniciativa la que levant¨® las primeras suspicacias de Jos¨¦ Luis Zaragoza, quien se las hizo saber en el verano de 1994 a su hija Mar¨ªa Luisa. Este hecho determin¨® el enfriamiento de la relaci¨®n. Aunque ambos segu¨ªan vi¨¦ndose, Francisco Javier dej¨® de acudir al chal¨¦, excepto cuando los padres estaban ausentes.
Pese a que Francisco Javier se dio cuenta de que la vida regalada en la casa de los Zaragoza se hab¨ªa terminado, decidi¨® no alejarse de su objetivo. Con la excusa de que "no se centraba para estudiar", le pidi¨® a Mar¨ªa Luisa, siempre seg¨²n fuentes del caso, que le dejase vivir en el piso que ¨¦sta pose¨ªa en la calle de la Dulzaina (Hortaleza). La mujer accedi¨®. Pero la relaci¨®n no mejor¨®. Cervig¨®n se adentr¨® en terrenos confusos, entre ellos un ruinoso negocio de ropa vaquera con un socio iran¨ª, en el que perdi¨®, seg¨²n fuentes policiales, cerca de 20 millones de pesetas. ?De d¨®nde proced¨ªa el dinero? Aunque la polic¨ªa afirma que Cervig¨®n cobr¨® decenas de millones de la herencia de su padre, la inc¨®gnita sigue sin despejarse.
Estas turbulencias aumentaron a¨²n m¨¢s la distancia de la pareja. Mar¨ªa Luisa ya ni siquiera reconoc¨ªa p¨²blicamente su relaci¨®n con Francisco Javier. Y su padre les daba por separados.
?sta era la situaci¨®n hasta que lleg¨® el 6 de octubre de 1995. El d¨ªa antes de la desaparici¨®n, unos posibles compradores fueron a visitar el chal¨¦. A la ma?ana siguiente, Jos¨¦ Luis Zaragoza se marchaba de viaje. Ten¨ªa la maleta preparada, y a las 9.50 despidi¨® a su hija Mar¨ªa Luisa, a la que acompa?¨®, nunca lo hab¨ªa hecho antes, hasta la puerta.
Mar¨ªa Luisa se encamin¨® a su trabajo, en una oficina financiera de Madrid. Sobre las 14.30 se dirigi¨® a comer al piso de la calle de la Dulzaina, donde viv¨ªa Cervig¨®n. ?ste no lleg¨® hasta las cuatro de la tarde. La reconstrucci¨®n de Mar¨ªa Luisa muestra que Francisco Javier estaba indispuesto, no quer¨ªa comer y no hac¨ªa sino acudir al cuarto de ba?o. S¨®lo tom¨® un t¨¦, y baj¨® a una cabina telef¨®nica. Mar¨ªa Luisa le aconsej¨® ir al m¨¦dico, pero. Cervig¨®n se neg¨®.
El 7 de octubre salt¨® la alarma. Zaragoza no hab¨ªa llegado a su destino. La familia present¨® con toda celeridad una denuncia. El 16 de octubre, una llamada an¨®nima comunic¨® el lugar donde se hallaba su veh¨ªculo.
Entretanto, el equilibrio entre Francisco Javier y Mar¨ªa Luisa, quien se volc¨® en la b¨²squeda de su padre, se resquebraj¨®. Dejaron de verse, aunque el hombre sigui¨® ocupando, contra la voluntad de su ex novia, el piso de la calle de la Dulzaina. La polic¨ªa empez¨® a sospechar. En sus declaraciones, Cervig¨®n, que se hab¨ªa apartado de la b¨²squeda de Zaragoza, se mostraba excesivamente fr¨ªo y contradictorio. "Miraba el infinito y no paraba de equivocarse", se?al¨® un agente. El sospechoso, sin embargo, no perdi¨® fuelle. Un d¨ªa fue encontrado por una hermana de Mar¨ªa Luisa cerca del chal¨¦. Cervig¨®n entr¨® e intent¨® calmar a la familia. "Ya ver¨¦is c¨®mo todo se soluciona", les dijo.
La pista salt¨®, por fin, cuando el abogado de la familia se dirigi¨® a Cervig¨®n para pedirle que abandonase el piso de Mar¨ªa Luisa. Cervig¨®n destap¨® entonces sus cartas y, lejos de su pasi¨®n religiosa y literaria, mostr¨® su silente ambici¨®n: el dinero. Comunic¨® al letrado que Zaragoza estaba secuestrado y que ¨¦l pod¨ªa actuar como intermediario con un rescate de 90 millones -casi el valor del chal¨¦-. La polic¨ªa se puso en marcha. En sucesivas citas, e incluso con la intermediaci¨®n de un auxiliar de detective privado, se fue estrechando el cerco.
Un guante blanco
El 7 mayo, en una nueva reuni¨®n en el despacho del abogado, el sospechoso se puso un guante de napa blanco y sac¨® de un malet¨ªn las pruebas del secuestro: una escopeta que llevaba Zaragoza el d¨ªa de su desaparici¨®n, unas balas y un burdo fotomontaje con una foto del qu¨ªmico -sacada de una copia del ¨¢lbum familiar emitida en televisi¨®n- con el Financial Times del 2 de mayo en la mano. El secuestrado sonre¨ªa en la foto.Dos horas depu¨¦s, cuando el letrado iba a por el dinero del rescate, CervIg¨®n fue detenido en su Audi 4 reci¨¦n comprado -nuevamente, ?de d¨®nde sac¨® el dinero?-. Ahora permanece encarcelado en Carabanchel. Pero no est¨¢ quieto. Niega haber asesinado a Zaragoza y ha lanzado acusaciones contra Mar¨ªa Luisa, a las que la polic¨ªa no da cr¨¦dito. Una de sus defensas reside en que el cad¨¢ver del qu¨ªmico a¨²n no ha sido descubierto.
S¨®lo el hallazgo del cuerpo har¨¢ que la familia Zaragoza d¨¦ el caso por cerrado. De momento, y gracias a Francisco Javier Cervig¨®n Ruckauer, han aprendido a desconfiar.
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