Simetr¨ªa
Seg¨²n la doctrina, las transiciones a la democracia desde un Gobierno autoritario no se pueden dar por plenamente consolidadas hasta que se haya producido con ¨¦xito la segunda alternancia en el relevo del poder: es lo que sostiene Huntington, por ejemplo, seg¨²n hace poco nos recordaba Pradera. Pero, si llevamos esta hip¨®tesis hasta sus ¨²ltimas consecuencias, deberemos proponer la existencia de una cierta simetr¨ªa entre los mandatos pol¨ªticos efectivos de las dos mayor¨ªas que alternativamente se sucedan: primero la de centro-izquierda, seguida despu¨¦s -ahora- por la de centro-derecha.Quiero decir con ello que, para cumplirse el axioma de Huntington, no es suficiente que Aznar haya ganado por fin las elecciones -permitiendo que la derecha espa?ola llegue democr¨¢ticamente al poder-, sino que har¨ªa falta, adem¨¢s, que gobernase durante una legislatura al menos con plena normalidad, aplicando con ¨¦xito su propio programa. Y ello implicar¨ªa que llegase a ejecutar una serie de realizaciones, en bien del centro-derecha, que fueran en alguna medida comparables a las que Gonz¨¢lez realiz¨® en bien del centro-izquierda. Hasta que esta simetr¨ªa de Gobiernos alternantes no se hubiera producido, nuestra postransici¨®n no se podr¨ªa dar por consolidada.
?Existen bases formales para dibujar alguna proyecci¨®n sim¨¦trica entre ambas ejecutorias: la ya realizada por Gonz¨¢lez y la que est¨¢ comenzando Aznar? Creo que s¨ª. Pensemos, por ejemplo, en el cl¨ªmax pol¨ªtico de sus respectivas llegadas al poder. Es cierto que el triunfo en las urnas de Aznar no habr¨ªa sido posible sin la ayuda interesada de cierta prensa ultra, a la que por motivos no siempre confesables le convino airear los graves esc¨¢ndalos protagonizados por el PSOE. Pero algo an¨¢logo le sucedi¨® a Gonz¨¢lez, cuya victoria electoral se produjo al tercer intento y s¨®lo tras la intensa campi?a ultra de esc¨¢ndalos en desprestigio de Su¨¢rez.
Por lo dem¨¢s, para poder llegar al poder, el PSOE se vio obligado a aggiornarse: a desmarxistizarse primero para poder recabar despu¨¦s el asentimiento de los mercados y el consentimiento de los militares. ?ste fue el mayor tributo que debi¨® pagar Gonz¨¢lez para que se le permitiese llegar a ejercer el poder: el de aceptar por fin el resultado de la Guerra Civil, renunciando a tomarse la revancha, d¨¢ndola definitivamente por terminada y haciendo las paces tanto con el Ej¨¦rcito como con el capital. Pero este paso de Gonz¨¢lez no supuso una cesi¨®n, ni mucho menos una rendici¨®n, sino que signific¨® un gesto de gran trascendencia hist¨®rica, que permiti¨® modernizar a la izquierda espa?ola -exceptuado su residuo comunista- y sincronizarla con el resto de Europa. Fue el peaje que hubo de pagar Gonz¨¢lez para acometer las grandes realizaciones de su mandato: redistribuci¨®n de la renta, correcci¨®n de las desigualdades, cambio femenino, democratizaci¨®n de la ense?anza, construcci¨®n del Estado de bienestar.
Pues bien, Aznar tendr¨¢ que hacer desde la derecha un aggiornamiento semejante. Ya lo ha hecho en parte, pues para poder llegar a gobernar ha debido hacer las paces -es decir, pactar- con los separatistas, dando tambi¨¦n por superada la Guerra Civil. Pero no basta con eso, pues adem¨¢s debe hacer tambi¨¦n las paces con el movimiento obrero: el otro gran enemigo de aquella contienda. He aqu¨ª la m¨¢s importante muestra de simetr¨ªa: si Gonz¨¢lez, para poder acometer su ejecutoria de gobierno, hubo de pactar con la burgues¨ªa y los mercados, Aznar deber¨¢ pactar con la clase obrera y los sindicatos. Por eso es tan preocupante el relativo fracaso con que se ha iniciado el di¨¢logo social. Pues la ejecutoria hist¨®rica que se espera del mandato de Aznar es que ponga fin al hiperdesempleo que se cre¨® con la transici¨®n: y para que ¨¦sta se consolide de verdad hace falta que el empleo crezca hasta niveles europeos. Lo cual exige el consentimiento del movimiento obrero, que guarda intacto su poder de veto.
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