Once candidatos presidenciales a la captura del Kremlin
Los comicios del 16 de junio son las primeras elecciones democr¨¢ticas de un jefe del Estado ruso en toda la historia de este pa¨ªs, ya que las que llevaron a Yeltsin al poder en junio de 1991 (para cinco a?os) se celebraron cuando Rusia era una de las 15 rep¨²blicas de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, y las que tuvieron lugar a fines del siglo XVI y principios del XVII (zares Bor¨ªs, Vasili y Mija¨ªl) respond¨ªan a un entorno feudal.El vencedor (para un mandato de! cuatro a?os) ser¨¢ el candidato que saque m¨¢s del 50% de los votos en la primera vuelta o la mayor¨ªa de los votos emitidos en la segunda vuelta, a la que pasar¨¢n los dos candidatos mejor clasificados. Esta segunda vuelta, que se da pr¨¢cticamente por segura, se celebrar¨¢ el 7 o el 14 de julio, seg¨²n como vaya el recuento de votos. Las elecciones ser¨ªan anuladas, y celebradas de nuevo en un plazo m¨¢ximo de cuatro meses, si en esta segunda vuelta la cantidad de votos "contra todos" los candidatos -dos en este caso- es superior a la del primer clasificado. En Rusia, la ley contempla que el elector pueda votar en contra de los candidatos.
Cada uno de los 11 candidatos hace campa?a a su manera, y s¨®lo seis de ellos -Ziug¨¢nov, Yeltsin, el ultranacionalista VIad¨ªmir Zhirinovski, Yavlinski, L¨¦bed o Fi¨®dorov- consituyen fuerzas reales, seg¨²n indican las encuestas, que colocan en lugar destacado a los dos primeros.
Yeltsin se beneficia de su posici¨®n (le presidente y de los servicios que le presta gente que conoce bien los medios de comunicaci¨®n, como Vitali Ignatenko (vicepresidente del Gobierno y ex jefe de prensa de Gorbachov) e Igor Malashenko, funcionario del comit¨¦ central en ¨¦poca de Gorbachov y actualmente director de la cadena de televisi¨®n independiente NTV.
Ziug¨¢nov, el candidato m¨¢s peligroso para Yeltsin, se las ha arreglado para no desvelar del todo la contradicci¨®n entre la coexistencia de las distintas formas de propiedad (incluida la privada) y la magnitud de la revisi¨®n a la que someter¨¢ las privatizaciones del equipo yeltsinista.
YavIinski lleva una campa?a muy pasiva y ni siquiera exhort¨® a votar por ¨¦l en el espacio gratuito del que dispuso la semana pasada. L¨¦bed ha dulcificado un poco su aspecto pein¨¢ndose el cabello hacia atr¨¢s, pero su forma de expresarse es demoledora, como ha tenido ocasi¨®n de comprobar el ex presidente sovi¨¦tico y tambi¨¦n candidato, Mija¨ªl Gorbachov. "Ya me hart¨¦ de luchar bajo su bandera. ?Basta! Usted no me interesa", fue la respuesta de L¨¦bed a los intentos de atraerle a un frente com¨²n emprendidos por Gorbachov, que muerde el polvo en los accidentados caminos de la provincia rusa y sufre humillaciones que dif¨ªcilmente hab¨ªa conocido en su larga carrera pol¨ªtica.
Alrededor de los candidatos hay gente curiosa, con experiencia en equipos de poder. As¨ª por ejemplo, L¨¦bed ha conectado con economistas y c¨ªrculos financieros y empresariales deseosos de moldearlo como l¨ªder estatal por encima de los intereses gremiales Y que estar¨ªan satisfechos si el general se convirtiera en una especie de delfin de Yeltsin con esperanzas de llegar a la presidencia en el a?o 2000. Junto a L¨¦bed est¨¢ hoy Leonid Golovkov, un f¨ªsico que en 1991 y 1992, fue la mano derecha del cerebro de Yeltsin, Guennadi B¨²rbulis.
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