La Juve mutila al Ajax
Los italianos ganan la Copa de Europa en los penaltis tras un duelo muy f¨ªsico
Una maldita timba resolvi¨® ayer el reinado del f¨²tbol europeo en favor del Juventus. Su juego vigoroso y de gran derroche f¨ªsico destron¨® al Ajax, que no dej¨® rastro del equipo que durante las ¨²ltimas temporadas ha cautivado a toda la hinchada continental. En Roma qued¨® pulverizado por un conjunto que no regala nada: ni al espect¨¢culo ni al enemigo. Una escuadra sin fisuras, de trote asfixiante, que dio su mejor tono en esta Copa de Europa.La Juve fue la Juve. Todo su andamiaje parte de una premisa: un encomiable esp¨ªritu colectivo, que no admite desertores en una presi¨®n casi inhumana por todo el campo. Su primer objetivo es mutilar al rival. Luego, cuando la pelota llega accidentalmente a sus pies mete la directa. Sin elaboraci¨®n alguna, sin pausas ni sutilezas, opta por un juego directo y vertical. El viejo axioma utilitarista: cuanto m¨¢s lejos est¨¦ el bal¨®n, menos peligro.
A sus armas habituales, los turineses a?adieron desde el primer minuto. un toque de excitaci¨®n que desnud¨® al Ajax. Sin treguas, hicieron de cada disputa una batalla terminal. Ya en el arranque, el campe¨®n qued¨® enredado en un atasco brutal Donde hab¨ªa un holand¨¦s brotaban tres italianos. El bal¨®n, el faro del Ajax, iba y ven¨ªa. Por el centro, por los costados, por la espalda de los defensas holandeses... Qu¨¦ tortura.
Resuelta la primera batalla, la Juve se top¨® con un equipo desquiciado. A los defensas holandeses les temblaban las piernas, al centro del campo le faltaba ox¨ªgeno y al portero le bailaban las tripas. Y nadie como los italianos para buscar las cosquillas a aquel enemigo que flojee. Y as¨ª lleg¨® la pu?alada de Ravanelli, un tipo tosco y sin hechizo alguno, pero irreprochable en su esfuerzo. En una pelota imposible, su aliento hizo tiritar a Van der Sar y Frank de Boer y la Juve encontr¨® su premio.
Nada se sab¨ªa del Ajax, m¨¢s p¨¢lido que nunca ante un equipo para el que un simple gol es un tesoro celestial. Era la hora de Litmanen, Blind, Davids... Frente al acoso fren¨¦tico de la Juve s¨®lo cab¨ªa una venganza: un ritmo elevado en la circulaci¨®n de la pelota que endureciera el recorrido de los turineses. Justamente, una de las mejores artima?as del Ajax, aunque que para ello precisa la pelota. Sousa, Cont¨¦ y Deschamps apenas permitieron a los ingenieros holandeses ni acariciarla. La orfebrer¨ªa del Ajax exige tambi¨¦n un rival m¨¢s contemplativo, que le permita escrutar cada uno de sus movimientos, descubrir una rendija en su zaga. Nada de eso. La Juve sell¨® la persiana y el Ajax, tullido en ataque por la ausencia de sus dos mejores delanteros, Overmars y Kluivert -¨¦ste, lesionado, s¨®lo apareci¨® en el segundo tiempo- se evapor¨®. S¨®lo un error de Peruzzi le permiti¨® auparse en el partido; pero el empate devolvi¨® el choque a sus or¨ªgenes.
La Juve cogi¨® aire y de nuevo atosig¨® a los holandeses. Otra vez les expuls¨® del encuentro y, definitivamente, les oblig¨® a burlar su estilo para amontonar el mayor n¨²mero de guardianes posible. S¨®lo a partir del desplome f¨ªsico turin¨¦s el Ajax encontr¨® cierto sosiego. Pero el partido ya estaba en el horno, rumbo a la suerte maldita de los penaltis. Una t¨®mbola que premi¨® al que m¨¢s m¨¦ritos hizo. De paso fortaleci¨® el m¨²sculo del Juventus, exponente de un f¨²tbol robusto, competitivo y sudoroso, que, pese a todo, no engancha corazones.
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