Media hora larga en el para¨ªso
El pitido final no se escuch¨®, porque el ruido festivo era ya por entonces ensordecedor. Pero tampoco hizo falta. Todo el mundo supo en qu¨¦ momento se produjo la conclusi¨®n del partido. Porque fue llegar ese instante m¨¢gico y el colchonerismo explot¨® de j¨²bilo. El Calder¨®n se convirti¨® en un polvor¨ªn incontrolado de ilusiones y celebraciones. Lo que all¨ª ocurri¨® debi¨® parecerse bastante al para¨ªso. Al menos, para los rojiblancos.Caminero se fue directo a los vestuarios de manera misteriosa: hab¨ªa prometido llamar por tel¨¦fono a su madre. Y Soloz¨¢bal, que vivi¨® el partido en una orilla del campo por culpa de una sanci¨®n, se enfund¨® su camiseta n¨²mero cuatro y salt¨® al c¨¦sped a pegar brincos. Y Santi, llorando de alegr¨ªa, corri¨® hasta Molina para abrazarle. Y Simeone se arrodill¨® exhausto y busc¨® con la mirada a la grada, por donde deb¨ªa estar su mujer. Y Pantic acudi¨® en busca de Radomir Antic, a quien abrazaba su hijo, vestido con una camiseta de Roberto. Y Kiko, con camiseta negra de los Simpson, una bufanda rojiblanca de corona y en calcetines, buscaba compa?eros con los que fundirse...
Y se decidieron a festejarlo con la hinchada, que segu¨ªa abarrotando el grader¨ªo como si aquel partido no tuviera final. Y Toni, capit¨¢n ayer, reclam¨® la llegada de compa?eros para tirarse sucesivamente en plancha sobre el c¨¦sped en las cuatro esquinas del campo. Y otros se subieron al larguero de la porter¨ªa del fondo sur, que a punto estuvo de vencer. Y luego hicieron el tren, con Biaggini a la cabeza, para dar la vuelta al campo. Y despu¨¦s, otra vuelta, cogidos a una inmensa bandera rojiblanca. Y m¨¢s tarde, otra, desplegando una pancarta con mensaje: Este a?o s¨ª.
Antic, padre e hijo
Y hasta Jes¨²s Gil baj¨® al campo tras quitarse la chaqueta. Algunos jugadores, como Penev y Tom¨¢s, se le abrazaron. Y otros corrieron intencionadamente en direcci¨®n contraria para seguir disfrutando con la hinchada. Y el due?o del Atl¨¦tico busc¨® a Radomir Antic, que tambi¨¦n se le abraz¨®. Y Gil le pidi¨® que le acompa?ase hasta la zona del Frente Atl¨¦tico, pero Antic no pudo. Porque en ese instante apareci¨® por el c¨¦sped su padre, Jovo, de 76 a?os. Radomir hizo esfuerzos porque no le cayera ninguna l¨¢grima. Su padre no pudo reprimirse.Los jugadores bajaron a los vestuarios. Volvieron de ellos con botellas de champa?a. Biaggini reg¨® con una de ellas al presidente. Algunos fueron arrojando sus camisetas al grader¨ªo (L¨®pez les regal¨® hasta los calcetines). Santi subi¨® a caballo a Simeone. Y siguieron abraz¨¢ndose unos a otros. Tambi¨¦n hubo besos. Las gradas, a¨²n abarrotadas, aclamaron con fervor. La fiesta se prolong¨® sobre el c¨¦sped una media hora larga.
Y aquello debi¨® parecerse bastante al para¨ªso. Para los atl¨¦ticos, seguro.
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