El desfase de la informaci¨®n
Si cree usted, como yo, que las redes de ordenadores personales mejorar¨¢n espectacularmente las oportunidades educativas y de otra clase, es natural que le preocupe el que pueda pasar mucho tiempo antes de que algunas personas tengan acceso a esa tecnolog¨ªa. ?C¨®mo podr¨¢n competir y mantenerse al d¨ªa?Por el contrario, si cree que los ordenadores personales e Internet son un fen¨®meno cuya importancia se ha exagerado y no van a tener demasiado impacto, no considerar¨¢ que la falta de acceso sea un problema importante. Como yo estoy claramente entre los primeros, creo que la tecnolog¨ªa de la informaci¨®n deber¨ªa estar ampliamente disponible. Esa actitud no se diferencia de la que mantengo respecto a los libros, la medicina y otras tecnolog¨ªas positivas: cuantas m¨¢s personas puedan tenerlas, mejor.
Pero tambi¨¦n soy realista. Es inevitable que algunos dispongan de mejores tecnolog¨ªas de informaci¨®n que otros, igual que lo es que algunos tengan mejor acceso a la alimentaci¨®n, la vivienda, el transporte, la atenci¨®n m¨¦dica, la educaci¨®n o el ocio. Los l¨ªderes pol¨ªticos y comunitarios hacen bien en preocuparse por la aparici¨®n de un posible desfase entre los que tienen informaci¨®n y los que no la tienen. En la actualidad, el acceso a la informaci¨®n resulta fundamental para el ¨¦xito, y todo el mundo deber¨ªa tener la oportunidad de emplear ordenadores personales y conexiones a Internet. No son s¨®lo los pobres los que pueden quedarse atr¨¢s. La poblaci¨®n rural, las comunidades minoritarias y las personas de m¨¢s edad tambi¨¦n corren ese riesgo.
Yo crec¨ª durante la Guerra del Vietnam, que entre otras cosas enfrent¨® a dos generaciones de estadounidenses. He conocido la agitaci¨®n que existe cuando una generaci¨®n, o una parte de nuestra sociedad, percibe el mundo de forma muy distinta a como lo percibe otra. Pero la posibilidad de un desfase de la informaci¨®n entre los distintos niveles econ¨®micos o las diferentes generaciones no deber¨ªa disuadir a nadie de aprovechar los ordenadores personales e Internet. Renunciar a las ventajas de la tecnolog¨ªa inform¨¢tica no ayudar¨¢ a promover la igualdad de acceso. Afortunadamente, el paso del tiempo ser¨¢ beneficioso. Frecuentemente, las desigualdades se suavizan algo a lo largo del tiempo, ante los cambios de la tecnolog¨ªa y la evoluci¨®n del mercado.
En el pasado, la lectura regular de libros era prerrogativa de los ricos, porque reunir una biblioteca personal resultaba caro. En EE UU y otros pa¨ªses fueron necesarias d¨¦cadas de colaboraci¨®n p¨²blica y privada para que las bibliotecas p¨²blicas se convirtieran en los recursos comunitarios extensos y gratuitos que constituyen en la actualidad. Aproximadamente la mitad de la poblaci¨®n estadounidense emplea. una o m¨¢s de las 16.000 bibliotecas del pa¨ªs.
Las bibliotecas son una forma inteligente de subvencionar el acceso p¨²blico a la informaci¨®n, porque la inversi¨®n beneficia a toda una comunidad de personas de forma absolutamente equitativa y, sin ninguna estigmatizaci¨®n.
Algunas fuentes de informaci¨®n nunca han sido subvencionadas salvo a trav¨¦s de las bibliotecas. Los peri¨®dicos son lo suficientemente baratos como para que nadie sugiera que se repartan ejemplares gratuitos a los pobres, y tampoco se subvenciona la compra de un televisor, que por otra parte es relativamente asequible. En la actualidad, en EE UU puede comprarse un ordenador personal totalmente equipado -no una mera terminal de Internet- por unos 1.000 d¨®lares, alrededor de 130.000 pesetas. La industria de los ordenadores personales ha adoptado un planteamiento, similar al de Henry Ford, y considera que el producto debe aumentar su potencia y disminuir su precio para que el mercado crezca cada vez m¨¢s. Se ha avanzado mucho, pero pasar¨¢n muchos a?os hasta que pr¨¢cticamente todos los ciudadanos de pa¨ªses desarrollados tengan un ordenador personal, y muchas d¨¦cadas hasta que ocurra lo mismo en las naciones en v¨ªas de desarrollo.
Entretanto, las mismas bibliotecas que proporcionan a las comunidades libros, peri¨®dicos, revistas e incluso v¨ªdeos tambi¨¦n pueden satisfacer las necesidades de informaci¨®n de los ciudadanos. Las bibliotecas, los colegios y los centros comunitarios pueden ser puntos de acceso para todo el mundo. Sin embargo, antes de que sea razonable iniciar una inversi¨®n a gran escala hay que contestar a numerosas preguntas. A continuaci¨®n citar¨¦ algunas:
-?Deber¨ªan cobrar las bibliotecas por servicios electr¨®nicos?
-El que una biblioteca o un centro comunitario disponga de ordenadores conectados a Internet, ?animar¨¢ a gente nueva a entrar en la red, o s¨®lo resultar¨¢ pr¨¢ctico para las personas que ya tienen ordenadores en casa?
-?Hasta qu¨¦ punto emplear¨¢ la gente los ordenadores de acceso p¨²blico para actividades enriquecedoras, como informarse sobre pol¨ªtica, historia, literatura o capacidades profesionales? ?Habr¨¢ mucha gente que se limite a jugar o participar en charlas fr¨ªvolas en la red?
-?Deber¨ªan las bibliotecas intentar controlar lo que la gente hace con los ordenadores?
Las personas y las empresas intentan responder a esas preguntas. Microsoft, por ejemplo, financia un programa piloto que ya est¨¢ en marcha en varias bibliotecas de EE UU y pretende resolver algunas de las cuestiones mencionadas. Si nuestro programa y otros similares tienen ¨¦xito, pronostico que muchas empresas de todo el mundo se comprometer¨¢n de forma m¨¢s profunda, trabajando en colaboraci¨®n con los gobiernos y las organizaciones sin ¨¢nimo de lucro.
Los ciudadanos tambi¨¦n pueden poner de su parte apoyando la emisi¨®n de bonos de biblioteca y tasas escolares para financiar los programas de inform¨¢tica. Llevar la tecnolog¨ªa a las bibliotecas y colegios a trav¨¦s de la cooperaci¨®n p¨²blica y privada no es una estrategia para salvar el desfase de la informaci¨®n, pero supone un excelente principio. Si todos colaboramos para mejorar el acceso a la informaci¨®n, llegar¨¢ un d¨ªa en que casi nadie estar¨¢ aislado de la sustancia b¨¢sica de la Era de la Informaci¨®n.
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