Un monje afirma que el Gobierno franc¨¦s contact¨® con los asesinos de los trapenses
Un monje de la abad¨ªa de Notre Dame d'Aiguebelle, el padre G¨¦rard, declar¨® ayer que los siete monjes trapenses franceses supuestamente asesinados por integristas argelinos del GIA (Grupo Isl¨¢mico Armado) recibieron la visita, diez o doce d¨ªas antes de ser degollados, de "un emisario del Gobierno franc¨¦s" -un hombre del sur de Francia" concret¨®- habitual en misiones de mediaci¨®n y que, en este caso, "era portador de una custodia, dio la eucarist¨ªa a nuestros hermanos y dialog¨® con ellos durante 10 minutos. Adem¨¢s aport¨® medicamentos para el padre Luc, que padec¨ªa asma".
El prior de la abad¨ªa, que primero dijo no querer "ni confirmar ni desimentir" la informaci¨®n, luego dio a entender que ¨¦l no sab¨ªa nada de nada. El ministro de Asuntos Exteriores, Herv¨¦ de Charette, asegur¨® que "no ha habido enviado franc¨¦s. En todo caso, Francia no tiene ninguna responsabilidad en lo que estoy oyendo contar". Conviene recordar que, muy a menudo, en Francia, las negociaciones delicadas y secretas con movimientos ilegales, islamistas o no, se han desarrollado al margen del Ministerio de Exteriores y bajo la direcci¨®n de Jean Charles Marchiani, corso y hombre de confianza del antiguo ministro del Interior, Charles Pasqua.El padre G¨¦rard, fundador en 1934 del monasterio de Tib¨¦hirine (oeste de Argelia), lugar donde fueron secuestrados los siete trapenses, ha dicho que si ¨¦l explicaba los detalles de la ¨²ltima comuni¨®n era tan s¨®lo "para tranquilizar a las familias" y record¨® que "la eucarist¨ªa es un vi¨¢tico: es la fuerza de Cristo que te ayuda a andar los ¨²ltimos kil¨®metros".
Las buenas intenciones del padre G¨¦rard ponen en un apuro al Gobierno franc¨¦s, que siempre ha querido mostrarse firme ante el chantaje integrista. El primer ministro, Alan Jupp¨¦, dijo hace pocos d¨ªas que "el Estado no negocia con los terroristas". Adem¨¢s, hasta ahora la amenaza del GIA ha sido siempre desacreditada en la medida en que sus reivindicaciones no eran precisas -reclamaban la libertad de islamistas detenidos en Francia cuando ninguno de los encarcelados ha reivindicado nunca su pertenencia al GIA o alguna organizaci¨®n del islam extremista- y no daban ninguna pista que permitiese entrar en contacto con los secuestradores.
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