1.300 horas hablando por hablar
El 2 de octubre de 1990, Radio Catalunya iniciaba una nueva f¨®rmula. Se trataba de crear un tono intimista para hablar de amor pero, a diferencia de la se?ora Francis, en ese programa los conductores ni aconsejaban ni juzgaban. Eran los oyentes quienes asum¨ªan ese papel. Desde esa noche, Hablar por hablar ha pasado a llenar las noches de la SER y alzarse con el liderazgo de audiencia de la madrugada.
No fue un camino de rosas. La primera noche, Gemma Nierga se atiborr¨® de chocolate para apaciguar los nervios y le dijo a su hermano David que fingiera ser un oyente con el coraz¨®n atribulado si o¨ªa m¨¢s de tres canciones seguidas. El hermano se despist¨®, pero cuatro llamadas -un hombre y tres mujeres- les ayudaron a salvar los muebles el d¨ªa del estreno.El tema de esta primera noche ya auguraba el tono general que tendr¨ªa Hablar por hablar en su trayectoria posterior: una chica se declaraba infiel irredenta, otras la apoyaban y una la censur¨®. Casi seis a?os despu¨¦s han hablado por hablar 39.000 personas, que han contado, en 1.300 horas a partir de las dos de la madrugada, historias divertidas, escabrososas, enfermizas, tiernas, crueles... como la vida misma. Las m¨¢s destacadas de todas ellas han sido recogidas en el libro Hablar por hablar, que la autora y la editorial Planeta presentan esta tarde en Madrid.
A?os antes de hacerse p¨²blica la liaison entre el sargento Dorado y Juan Francisco Cruz, numerosos compa?eros del Cuerpo hab¨ªan relatado su sufrimiento cotidiano por ser guardia civil y homosexual.
Estas confesiones ¨ªntimas provocaron numerosas protestas, y hasta amenazas e insultos para la presentadora, por parte de la audiencia carpetovet¨®nica. En otras ocasiones, el testimonio era m¨¢s dif¨ªcil de digerir: fue el caso de Alicia, que confes¨® sentirse atra¨ªda sexualmente por su hija de 12 a?os.
Las razones del ultra
O tambi¨¦n hubo historias chocantes, como el del ultra del Betis que explic¨® sus razones -"ellos tambi¨¦n nos pegan"- para apedrear a los seguidores del Sevilla; o el de la novia intransigente que le dio un ultim¨¢tum a su compa?ero: o se hac¨ªa inmediatamente testigo de Jehov¨¢ o anulaba su compromiso matrimonial.O tambi¨¦n la adolescente de C¨®rdoba que s¨®lo quiere salir con su novio cuando el term¨®metro sobrepasa los 35 grados. "Es que en invierno me muero de fr¨ªo. Prefiero quedarme en casa y no verle", dice. Y la se?ora que pesca a su marido besando a otra en una fiesta y llama al programa para preguntar: "?Qu¨¦ hago? ?Vuelvo a la fiesta y la abofeteo a ella?". La mayor¨ªa de la audiencia, sensata, la aconsej¨® que no fuese a ninguna parte a montar el n¨²mero.
Muchas veces -la mayor¨ªa-, los relatos tratan de peculiaridades sexuales: Mariano asegur¨® que s¨®lo pod¨ªa consumar el acto amoroso si el gato de su novia le ara?aba la espalda. Felipe le anim¨® a que le tirara fuerte del rabo (al gato), y Juli¨¢n le aconsej¨® sabiamente que dejara al animal en paz y que los tales ara?azos se los hiciera su novia. Mar¨ªa, una lesbiana antrop¨®faga, jura que se come literalmente a trocitos a las chicas -de papel couch¨¦- semidesnudas de la revista Intervi¨².
Cap¨ªtulo aparte merecen las historias de incestos narradas en el programa: padre con hija, hermano con hermana, suegro con nuera, yerno con suegra. Una gama variada. A fin de cuentas, Hablar por hablar es un desahogo. Como dice Jos¨¦ Mart¨ª G¨®mez en el ep¨ªlogo "los oyentes son adultos que en la vida real no afrontan ninguno de los problemas que, con desparpajo, llevan al programa".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.