El enga?o de los sentidos
La sensaci¨®n que tiene una persona de moverse m¨¢s r¨¢pido de lo que en realidad lo hace al caminar en suelo firme despu¨¦s de 10 minutos de carrera r¨¢pida en una cinta de correr puede abrir una ventana hacia la naturaleza de la consciencia. Adar Pelah y Horace Barlow, de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), abordan, en el ¨²ltimo numero de Nature, esa sensaci¨®n, el llamado efecto de movimiento propio acelerado, que puede durar dos o tres minutos y no tiene nada que ver con un mareo o con el equilibrio, ya que los ¨®rganos del o¨ªdo interno no parecen estar implicados. Sencillamente los ojos se enga?an.Correr en una cinta de ejercicio es una situaci¨®n antinatural en que aunque el sujeto corra tan r¨¢pido como si estuviera en un va a ninguna parte. A pesar de ello, el sistema de visi¨®n, al cabo de un rato, se adapta.
Cuando el deportista se baja de la cinta, los ojos deben compensar el flujo de informaci¨®n diferente: tras un tiempo corriendo en un escenario est¨¢tico, camina despacio en un escenario din¨¢mico; esto entra en conflicto con el r¨¦gimen visual anterior y el sujeto tiene la sensaci¨®n de que se desplaza mucho m¨¢s deprisa de lo que deber¨ªa.
Pelah y Barlow midieron este efecto en los voluntarios de su experimento pidi¨¦ndoles que, tras correr en la cinta, caminasen cinco metros, y tend¨ªan a caminar con parsimonia exagerada, ganando velocidad a medida que la ilusi¨®n se desvanec¨ªa.
La clave de la ilusi¨®n, es un desajuste entre la informaci¨®n recibida por el cerebro a trav¨¦s de los ojos y la informaci¨®n que fluye, en respuesta, del cerebro a las piernas (tiene que haber un desplazamiento activo para que ocurra la ilusi¨®n). Cuando el patr¨®n cerebro intenta revisar sus expectativas de lo que est¨¢ sucediendo en el mundo real en funci¨®n de su imagen interna de lo que cree que deber¨ªa estar pasando.
Las expectativas y la realidad encajan tan a menudo que se dan por hechas mientras que las profundas diferencias entre ambas s¨®lo surgen en ilusiones ¨®pticas inusuales, como la de movimiento propio acelerado. Con esto se puede intentar averiguar d¨®nde se asienta, en el cerebro, la autoconsciencia.
Se sabe, por ejemplo, que diferentes zonas de la corteza visual (que procesar informaci¨®n que llega de los ojos) responde a diferentes aspectos de la visi¨®n. Una zona espec¨ªfica denominada V-5 es sensible a est¨ªmulos en movimiento y a su direcci¨®n, como descubri¨® Roger Tootell, asociados a efectos de ilusi¨®n ¨®ptica. ?l expuso a los sujetos de su experimento a una versi¨®n del efecto catarata: tras varios minutos viendo caer el agua, se dirige la mirada a las rocas adyacentes y parece que se n hacia arriba. Este efecto est¨¢ muy relacionado con el de movimiento propio acelerado estudiado por Pelah y Barlow.
copyright Nature News Service
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