La moruchada
Lleg¨® la novillada, salieron moruchos y los toreros pasaron las de Ca¨ªn.No todos pasaron las de Ca¨ªn pues el que encabezaba la tema, Eugenio de Mora se llama, dispuso del mejor lote, lo pudo torear y goz¨® las mieles del triunfo. Una oreja se llev¨® y no sin merecimiento, porque adem¨¢s de aguantar las fort¨ªsimas embestidas lo mat¨® de una estocada por el hoyo de las agujas. Llegan a sacar ese novillo recrecido a cualquiera de las figuras, le hace similar faena, lo mata de parecida forma y dicen que aquello fue una gesta, un cap¨ªtulo escrito con letras de oro en la historia de la tauromaquia.
Eugenio de Mora: conviene apuntar el nombre por si se repite. No es que cuajara el toreo hondo que la afici¨®n propugna; antes bien, al novillo que abri¨® plaza, cuya inocencia rayaba la subnormalidad, intent¨® hacerle ese toreo esmayao que han puesto de moda las figuras, y para la faena al cuarto emple¨® las normas que rigen la moderna tauromaquia, basadas en no cruzarse, no traerse al toro toreado, no cargarle la suerte ni para dios (quiere decirse Dios Nuestro Se?or, Sumo Hacedor, Padre Eterno, que nos tenga en la gloria cuanto m¨¢s tarde mejor).
Pe?a / Mora, Pacheco, Morante
Novillos de Fernando Pe?a, en general con trap¨ªo y fuertes, c¨®modos de cabeza, varios sospechosos de pitones, moruchos; 4? encastado.Eugenio de Mora: estocada (ovaci¨®n y salida a los medios); estocada (oreja). Carlos Pacheco: estocada corta baja (algunas palmas); bajonazo (silencio). Morante de la Puebla: estocada corta atravesada contraria y descabello (silencio); estocada (silencio). Plaza de Las Ventas, 30 de mayo. 20? corrida de feria. Cerca del lleno.
No constituye desdoro que empleara ese normatizado toreo moderno Eugenio de Mora. A fin de cuentas no es a los novilleros a quienes corresponde enderezar la fiesta. Su renacimiento vendr¨¢ cuando irrumpa en ella un torero con lo que hay que tener; combativo, responsable, verdadero maestro en su oficio, consecuente con la grandeza de su profesi¨®n. Y que no sea un cursi. O sea, nunca.
De manera que conviene ir tirando con lo que hay. ?stas son lentejas. Y pues no sirven otros platos, es de justicia subrayar la entrega de Eugenio de Mora en su faena al cuarto novillo, que se le ven¨ªa como un vendaval. Y luego, el estoconazo, apuntando a la yema y haciendo en ella diana hasta hundir todo el acero.
Con la espada los tres novilleros fueron aut¨¦nticos ca?ones. Y, adem¨¢s, en ning¨²n momento aburri¨® la novillada. Se ve que los novillos ten¨ªan transmisi¨®n, como gustan decir ahora. Es decir, que pertenec¨ªan al cuerpo de transmisiones y en cuesti¨®n de transmitir se las sab¨ªan todas. Algunos transmitieron por megafon¨ªa hasta dejar sordas a las cuadrillas.
Las dejaron sordas y exhaustas. Sent¨ªan la mordedura del puyazo los novillos, rebrincaban espantados y sal¨ªan de estamp¨ªa. Galopando de un lado a otro del redondel, refugi¨¢ndose ora en la, querencia de chiqueros ora en la que se buscaban por los tableros de sol, no hab¨ªa qui¨¦n acertara a pararlos, fijarlos y llevarlos al huerto.
No podr¨ªan exig¨ªrseles estos recursos a los novilleros, obviamente inexpertos, pero s¨ª a los peones, entre los que deber¨ªa haber veteranos con oficio seg¨²n ocurri¨® toda la vida de dios (Nuestro Se?or, Sumo Hacedor, Padre Eterno). Mas tambi¨¦n ha cambiado en esto la fiesta. Ahora los peones s¨®lo saben asomarse por la boca de los burladeros y decir "t¨®cale", "p¨®nsela", "vamos a gustarnos, Jos¨¦ Mari; vamos a gustarnos, Jose Mari", lo cual- valdr¨¢ para que nos gustemos, Jos¨¦ Mari, pero no para dominar moruchos pregonaos.
El tercio de banderillas del segundo transcurri¨® ca¨®tico, En nueve pasadas s¨®lo consiguieron los peones prender tres palos y, para el efecto, menuderon los trapazos, el novillo que se llevaba un capote colgando del asta, carreras, sustos, olivos, de cabeza al callej¨®n. Se except¨²an Carretero, Lili e Ib¨¢?ez, y la suerte banderillera result¨® ser s¨®rdida peripecia.
De tal forma lidiada, la moruchada lleg¨® imposible al ¨²ltimo tercio y bastante hicieron Carlos Pacheco y Morante de la Puebla con estar pundonorosos. Bueno, la, gloria quiz¨¢ exig¨ªa otros arrestos; pero si se trataba de acabar indemnes, lo consiguieron plenamente. Y se les felicita por ello.
Babelia
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