Pol¨¦mica en M¨¦xico sobre la aparici¨®n de la Virgen de Guadalupe
Si algo le faltaba a los mexicanos, sacudidos por la crisis econ¨®mica, la guerrilla, los asesinatos pol¨ªticos y la incertidumbre en general, es que les tocaran tambi¨¦n a la Virgen de Guadalupe, patrona del pa¨ªs y asidero milagroso de millones de fieles. Y m¨¢s que haya sido el propio abad de la Bas¨ªlica guadalupana, Guillermo Schulenburg, que est¨¢ al frente del principal centro de peregrinaci¨®n de M¨¦xico desde hace 33 a?os, el que haya cuestionado la aparici¨®n de la Virgen al indio Juan Diego en 1531. Y es que los agudos an¨¢lisis teol¨®gicos pueden provocar un terremoto sacados de contexto. El pasado invierno, monse?or Schulenburg analiz¨® en una entrevista otorgada a una revista, religiosa, Ixtus, los fundamentos de la fe guadalupana. En t¨¦rminos muy equilibrados, el religioso, a punto de cumplir 80 a?os, asegura que el indio Juan Diego, beatificado por Juan Pablo II en 1990, es "un s¨ªmbolo, no una realidad", y que los testimonios sobre la aparici¨®n de la Virgen en el monte Tepeyac, recogidos en tres textos entre 1545 y 1666, "son sinceros, pero responden a una mentalidad y un momento hist¨®rico concretos".
El abad indica que no hay pruebas de la existencia de Juan Diego y que lo importante, lo milagroso, es la teolog¨ªa de Mar¨ªa, la fe en la Virgen, que est¨¢ muy por encima de los episodios de las apariciones.
Las declaraciones pasaron desapercibidas hasta que recientemente la revista italiana 30 Giorni las reprodujo con lujo de detalles. Schulenburg fue tachado de "hereje" y "extranjero". Las pintadas "Fuera el abad de la Bas¨ªlica" o "Abad anticat¨®lico" han aparecido ya en las calles capitalinas e incluso un senador conservador ha recomendado el ingreso del religioso en un hospital psiqui¨¢trico.
En realidad las palabras del abad se inscriben en una pol¨¦mica que existe ya desde el siglo XVI en la Iglesia novohispana entre los antiaparicionistas (fundamentalmente franciscanos, que tachaban el culto guadalupano de idolatr¨ªa) y los aparicionistas, encabezados por los jesuitas, abiertos a un sincretismo religioso que nace en el fervor del pueblo y se entremezcla con el nacionalismo criollo, que har¨ªa finalmente de la Virgen de Guadalupe el s¨ªmbolo de la lucha por la independencia de Espa?a.
Sorpresa por el abad
Lo parad¨®jico, escrib¨ªa recientemente un experto, es que el "¨²ltimo antiaparicionista del milenio" sea el propio abad de la Bas¨ªlica de Guadalupe. Y que haga sus declaraciones justo cuando el Vaticano estudia la canonizaci¨®n de Juan Diego, que Schulenburg califica de "hecho grav¨ªsimo" por comprometer al Papa. Que el abad hab¨ªa expresado en privado sus puntos de vista es algo conocido. El propio nuncio del Vaticano en M¨¦xico, Girolamo Prigione, mantuvo sus reservas cuando el Papa beatific¨® a Juan Diego. Incluso se ha sabido que el entonces presidente, Carlos Salinas, Pidi¨® a Prigione que no interfiriera, en el asunto de la beatificaci¨®n, porque era algo "muy delicado" desde el punto de vista pol¨ªtico. Discusiones teol¨®gicas aparte, no deja de resultar llamativo el hecho de que 30 Giorni reprodujera las declaraciones del abad en un momento en que las tensiones entre Schulenburg y el Arzobispado de M¨¦xico por el control de la Bas¨ªlica de Guadalupe, que recibe cada a?o la visita de 14 millones de fieles y genera enormes cantidades de dinero, salieran a la luz.
Schulenburg siempre fue partidario de que la Bas¨ªlica, situada al norte de la capital, se emancipara de la Arquidi¨®cesis de M¨¦xico y se convirtiera en una di¨®cesis aparte. A este proyecto se opuso frontalmente el Arzobispado mexicano, que siempre quiso tener influencia en la gesti¨®n de la Basil¨ªca. Las relaciones fueron siempre tensas. El nuevo arzobispo, Norberto Rivera, esperaba como agua del cielo la renuncia por edad del abad, que no parec¨ªa muy dispuesto a otorgarla. Ahora, tras la pol¨¦mica, el Vaticano estudia la cuesti¨®n.
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