De ni?os a mayores
La vida del hombre est¨¢ motivada por la duda y las preocupaciones. Si de ni?os tratamos de aprender todo lo que nos ense?an, en la adolescencia surge el amor que, a mi manera de ver, es lo m¨¢s bonito del mundo en que vivimos.Una vez adultos, el problema ser¨¢ la colocaci¨®n, con una ardua tarea para encontrar el primer empleo, siendo necesario trabajar, la mayor¨ªa de las veces, donde uno no desea, y si el contrato es temporal de los ahora llamados basura, habr¨¢ que aceptar esta etapa de la vida deseando tener la suerte de que el empleo llegue a ser permanente para, estando bien colocado, aspirar a poseer un autom¨®vil, que representa para los mortales el mayor bienestar de los tiempos modernos.
El amor, que todo lo puede, dar¨¢ lugar al consabido enlace matrimonial, y una vez marido y mujer, mutuamente, lanzarse en la lucha cotidiana del futuro vivir. Siendo preciso y necesario comprar un pisito, aprovechando para ello las facilidades que dan las financieras, firmando un mont¨®n de letras de cambio o una hipoteca a muchos a?os vista.
El tiempo seguir¨¢ de nuevo d¨¢ndonos inquietudes. Terminamos de leer con alegr¨ªa un anuncio que dice: "Pisos baratos y confortables de 100 metros cuadrados, tres dormitorios, dos cuartos de ba?o, trastero, derecho a garaje, piscina, cancha de tenis, zonas verdes y amplios jardines. Grandes facilidades de pago". ?C¨®mo no pretender alguna ayuda estatal o acudir al cuento de los cr¨¦ditos blandos para adquirir este chollo? Pero... pronto nos encontramos con una cadena de vicisitudes, algunas insalvables; entre ellas est¨¢ la de que la constructora denominada El Solar del Camino Verde que va a la Ermita, SA, ha desaparecido del mapa.
En el matrimonio, para conseguir cierto bienestar y felicidad, es de obligaci¨®n tener los dos mucha tolerancia y un buen hacer entre ambos, para as¨ª poder recibir en el transcurso de los a?os el gordo matrimonial, y no la vulgar pedrea del divorcio.
Como el tiempo pasa raudo y veloz, cuando menos lo esperamos nos llega la jubilaci¨®n, la cual, para unos, resulta un cierto bienestar, mientras que otros la reciben con inusitado descontento. Como la jubilaci¨®n no es m¨¢s que otro cap¨ªtulo de la vida, nuevamente nos seguir¨¢n las dificultades.
Si el matrimonio est¨¢ contento y feliz, lo m¨¢s acertado es continuar en su pisito de toda la vida, pero si falta alguno de ellos, el que subsista necesitar¨¢ acogerse en alguna residencia, donde estar¨¢ mejor o peor atendido, pero teniendo en ella solucionados todos sus problemas. Sin embargo, aqu¨ª, desgraciadamente, no dispondr¨¢ de los agradables men¨²s caseros, que con amor cocineril confecciona nuestra consorte, ni los exquisitos platos que preparan los chefs de los restaurantes de varios tenedores, pero tampoco aquello que tan mal serv¨ªan en la vulgarmente denominada Fonda del Sopapo, donde milagrosamente hac¨ªan sopas de ajo sin necesitar pan ni tampoco ajos.
Una vez m¨¢s recurriremos al refranero castellano, que dice: en el t¨¦rmino medio est¨¢ la virtud, cosa que en realidad es lo que ocurre en las residencias, donde los pur¨¦s, sopas y manjares que organizan en ellas son lo m¨¢s adecuado para sus moradores.
Una vez jubilados, nuestro principal punto de mira es el de sobrellevar los propios deterioros de nuestro cuerpo serrano: artritis, insomnio, demencia senil, depresiones nerviosas, osteoporosis y un largo etc¨¦tera. Siendo necesario acudir una y otra vez al galeno de turno para que nos recete inyecciones o pastillas que mejoren nuestro organismo y reduzcan nuestras dolencias, logrando aminorar el sufrimiento para transformarlo en triunfo.
Modestamente, el que esto escribe recetar¨ªa una f¨®rmula muy eficaz para ir tirando lo mejor posible de los muchos a?os que tenemos, y que simb¨®licamente la titulamos La alegr¨ªa de vivir, con el placer de compartir..
Como nuestros dolores son dif¨ªciles de suprimir, la mejor forma de mitigarlos es intentar soportar con satisfacci¨®n la vejez. Para ello dedicaremos el mucho tiempo libre que tenemos a alguna actividad, mental o manual, para estar entretenidos y a la vez ser ¨²tiles a los dem¨¢s, como igualmente atenderse uno mismo. Cuidando el cuerpo y la mente con un esp¨ªritu sereno, aportando nuestros conocimientos en beneficio de todos. Vivir el presente recordando el pasado e ilusionados con el futuro. Para ello daremos un amplio sentido generoso a la amistad, reduciendo en parte la tristeza de los afligidos, como tambi¨¦n es necesario tener mucha paciencia frente a las prisas actuales y a la vez cierta austeridad, reduciendo el fren¨¦tico despilfarro que nos rodea.- Residencia de ancianos de Las Rozas, Madrid.
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