Bronca al presidente
La corrida no divirti¨® a pesar de la bronca al presidente. No se dice a humo de pajas. Una bronca al presidente anima mucho; lo que m¨¢s. Una bronca al presidente es la rebeli¨®n de las masas contra el poder constituido. Las broncas al presidente fueron muy significativas, por ejemplo, en las corridas de Beneficencia durante los ¨²ltimos a?os de la Dictadura. Toro que cojeara, las masas se pon¨ªan a gritar "?fuera, fuera!", dirigi¨¦ndose al palco pero luego, a la salida (y en privado) aclaraban que no miraban al palco del presidente sino al palco real -que est¨¢ junto- donde se encontraba Franco, aburri¨¦ndose como siempre.De estos testimonios puede dar uno fe; no de su sinceridad. La gente habla mucho (en privado)." Broncas aut¨¦nticas se produc¨ªan cuando la fiesta transcurr¨ªa con normalidad. Por un simple bajonazo, antes se armaba la de Troya y ahora por un bajonazo dan orejas. En esta funci¨®n de cierre ferial, sin ir m¨¢s lejos, la gente aplaud¨ªa los bajonazos. Se ve que les gusta.
Pe?ajara / Frascuelo, Tato, Rosa
Toros de Pe?ajara (uno devuelto por inv¨¢lido), bien presentados, bravos en general, 3? y 5? inv¨¢lidos. 6? sobrero de Criado Olgado, con trap¨ªo, inv¨¢lido total.Frascuelo: primer aviso antes de matar, pinchazo, metisaca, dos pinchazos, estocada corta -segundo aviso- y dobla el toro (silencio); pinchazo, estocada corta descaradamente baja y descabello (silencio). El Tato: pinchazo, otro baj¨ªsimo, estocada ca¨ªda -aviso- y dobla el toro (pitos); estocada (divisi¨®n). Angel de la Rosa: estocada trasera (palmas); bajonazo (silencio). Plaza de Las Ventas, 9 de junio. ?ltima corrida de feria (aplazada por lluvia el 11 de mayo). Cerca del lleno.
Por un toro inv¨¢lido, en ¨¦poca de normalidad taurina, el ruedo se llenaba de almohadillas hubo tarde en que el gent¨ªo lleg¨® a lanzar el maderamen de las gradas, y concluida la funci¨®n se iba a quemar conventos. Todo aquello resultaba harto reprobable, es evidente, mas produc¨ªa efectos terap¨¦uticos y la autoridad, los picadores sanguinarios, los matadores arteros, se las ten¨ªan tiesas.
Tardes de toros bravos y toreo bueno no se consideraban completas si faltaba la bronca al presidente. Nunca faltaban motivos. Eso o el lado opuesto, que consist¨ªa en ovacionar al presidente, la afici¨®n en pie. Este seguro servidor ha presenciado cerradas ovaciones a aquel inolvidable comisario se?or Campos por su firmeza al devolver toros impresentables, sus aciertos en los cambios de tercio sus ejemplares correctivos si un torero se sal¨ªa de madre.
Los presidentes de hoy, en cambio, no dan motivo de aplauso alguno, salen a bronca diaria, a lo mejor a bronca por toro -varias veces en el mismo toro- y aguantan vergonzantes el chaparr¨®n. Los presidentes han perdido categor¨ªa y el p¨²blico les toma por el pito del sereno. Un presidente que ve c¨®mo los toros ruedan por la arena y no se apresura a devolverlos al corral, no es presidente ni es nada. Es uno puesto all¨ª por el ayuntamiento.
El caso se repiti¨® en cuatro ocasiones durante la funci¨®n de clausura y si s¨®lo devolvi¨® uno de aquellos toros inv¨¢lidos se le debe preguntar por qu¨¦ raz¨®n no siguieron el mismo camino los otros tres. Suelen justificarse los presidentes diciendo que si no devolvieron el toro inv¨¢lido fue porque pensaron que iba a romp¨¦. Resulta, pues, que los presidentes son profetas. Y, adem¨¢s, ?a qu¨¦ llaman romp¨¦? Quiz¨¢ se refieran a la buena marcha de la lidia, a la autenticidad del esp¨¦ct¨¢culo, al sentido com¨²n.
Efectivamente, un toro desplom¨¢ndose rompe la legitimidad de la lidia -esos caballazos, esas puyas, esos siniestros individuos del castore?o, esas banderillas, ese diestro gritando "je, toro", gran mentira, ?para qu¨¦?-; rompe tambi¨¦n los t¨¦rminos del contrato, que es un boleto por el que el espectador paga para ver ¨ªntegro y veraz el espect¨¢culo anunciado; rompe la racionalidad del toreo.
As¨ª est¨¢ la fiesta, sin embargo y la terna de autos intent¨® torear seg¨²n se lleva. El Tato lo hac¨ªa fuera de cacho, al unipase, sin ligar ninguno. ?ngel de la Rosa no pudo lucir sus excelentes maneras con aquellos inv¨¢lidos Frascuelo intent¨® ligar valientemente los pases a su primero con resultado aleatorio, en tanto la casta agresiva del cuarto -un serio gal¨¢n al que recibi¨® con dos largas cambiadas- le desbord¨®.
Casta y trap¨ªo exhibieron los Pe?ajara; y la pena fue que tres de ellos hubieran de arrastrar el bochorno de su invalidez por el redondel. Culpable, el presidente. Y si se gan¨® la bronca, bien ganada la tuvo.
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