Las uvas de Stelea

Gran generaci¨®n. La de Rumania. Evidentemente, la mejor de su historia. Un grupo bueno, hecho, orgulloso de s¨ª mismo y de lo que representa para su pa¨ªs. Pero a algunos de sus hombres empiezan a pesarles los a?os, y cuando la cosa. se les puso cuesta arriba lo pasaron mal.Gol del portero. Marchaba bien Rumania, con el bal¨®n controlado, Francia despistada y Hagi sentando sus reales por la media punta. Parec¨ªa que el gol estaba al caer. Y cay¨®, pero en el lado contrario. Un centro alto y abierto, bastante desesperado, de Djorkaeff, para Dugarry, que ten¨ªa que saltar entre dos defensas rumanos; pero Stelea, no se sabe por qu¨¦ extra?a combinaci¨®n de sensaciones, sali¨® locamente por un bal¨®n que no pod¨ªa alcanzar y que no deb¨ªa preocuparle.

Hagi. Es el jefe en este equipo. Todos le buscan y se la echan al pie. ?l corresponde con gran entrega y con el despliegue de todo su talento, aunque a ratos abusa un poquito.

Francia. Se esperaba m¨¢s. Eran 23 partidos sin perder, ya 24, y un lujoso grupo de exportados o exportables que embellecen las plantillas de los clubes m¨¢s ricos del continente. Pero no impresion¨®. Le pudo la cobard¨ªa que se impone en esta Eurocopa. Se dej¨® empujar hasta su ¨¢rea por el buen juego rumano, ante el que no tuvo respuesta, pill¨® un gol de casualidad y s¨®lo luci¨® al final.

Djorkaeff. El buen jugador esperado. Su pierna derecha activ¨® lo mejor de Francia. Adem¨¢s, no fue de los que aparecieron al final, con el viento a favor, sino que se dio a ver siempre.