El sistema educativo surafricano sigue prisionero del 'apartheid'
S¨®lo el 12% de los negros llega a la Universidad
El fantasma del apartheid sigue persiguiendo el sistema educativo surafricano. Una decena de campus universitarios y de escuelas t¨¦cnicas tradicionalmente africaners, han sido escenario estas ¨²ltimas semanas de violentos enfrentamientos interraciales, como consecuencia de las protestas de los estudiantes negros para que se reduzca el importe de las matr¨ªculas y se eliminen los m¨ªnimos acad¨¦micos requeridos para presentarse a los ex¨¢menes, que, dadas las deficiencias que arrastran del sistema anterior, les perjudica.Los estudiantes piensan que en los dos ¨²ltimos a?os no ha cambiado gran cosa el sistema educativo, a pesar de que se ha producido una mayor presencia de los estudiantes negros en todo el sistema y de que existe una mayor apertura de las universidades. Pero en la mayor¨ªa de las universidades y escuelas t¨¦cnicas, tanto los puestos acad¨¦micos, como administrativos siguen ocupados por blancos, y en menor medida por mestizos o hind¨²es, y los cambios del curr¨ªculo acad¨¦mico o no se han iniciado o se est¨¢n iniciando.
El vicepresidente del Instituto Surafricano para las Relaciones Raciales, Lawrence Schlemmer, descarta los problemas raciales, aunque "subyacen muchas tensiones entre las minor¨ªas", y se?ala que muchos estudiantes blancos, que antes asist¨ªan a centros exclusivos de gran calidad est¨¢n pensando en emigrar, ante el temor de que los niveles bajen. Se trata, sobre todo, de un problema para acomodarse a la autoridad. "Los estudiantes blancos la aceptan sin rechistar, mientras que los negros tienen la tradici¨®n de protestar contra cualquier sistema establecido".
Las estad¨ªsticas hablan por s¨ª solas. Seg¨²n el Instituto Nacional para la Pol¨ªtica Econ¨®mica, s¨®lo 136.000 africanos est¨¢n en posesi¨®n de alg¨²n t¨ªtulo, frente a 427.000 blancos En porcentajes se traduce en que s¨®lo el 12% de los negros llegan a la universidad, mientras que el ¨ªndice se eleva al 53% entre los blancos y al 61% entre los hind¨²es. A pesar de los esfuerzos que est¨¢ realizando el primer Gobierno de. la democracia surafricana, que este a?o dedic¨® el 21% del presupuesto nacional a educaci¨®n, para acercar los m¨¢rgenes de la profunda hendidura social provocada por m¨¢s de cuarenta a?os de apartheid, es previsible que persista por alg¨²n tiempo una sociedad a dos velocidades.
Uno de los problemas m¨¢s importantes a los que tiene que hacer frente el sistema es el gran n¨²mero de repeticiones y estudiantes que no concluyen ciclo debido a la pobre formaci¨®n de los profesores y la falta de material escolar y de infraestructura. Son necesarias unas 50.000 aulas e integrar a unos 800.000 j¨®venes entre 6 y 16 a?os en el sistema.
Las diferencias en la calidad de la educaci¨®n aparecen desde los primeros a?os del ciclo educativo y se han estado cultivando de manera especial en las escuelas rurales y en los townships o guetos donde estaba confinada la poblaci¨®n negra durante el apartheid. La directora del Bridging School (escuela puente especializada en la educaci¨®n especial) de Joanesburgo, Anne Nettleton, dice que en estos centros los ni?os estaban "enormemente politizados y se utilizaba la educaci¨®n como un arma para cambiar el Gobierno". Las consecuencias, son ahora alarmantes. El 50% de los menores tienen problemas de aprendizaje en Sur¨¢frica.
En la fundaci¨®n para la formaci¨®n de los ni?os con problemas est¨¢n tratando de remediar estas diferencias porque, como advierte su directora, Kate Dudley, si no se resuelven "se corre el riesgo de crear una nueva generaci¨®n ignorada y olvidada habitada por la ira y las frustraciones y que siga marginada en la sociedad". El primer paso es formar a los profesores y establecer programas de apoyo para los ense?antes, padres y alumnos. Pero los recursos econ¨®micos son escasos y no permiten cubrir todos los frentes.
"El legado del apartheid va a permanecer durante a?os", sentencia el pastor evangelista Grant Evans, responsable del proyecto piloto que est¨¢ realizando el YMCA con los ni?os de la calle en Johanesburgo, donde se calcula que existen entre 10.000 y 17.000 menores de 16 a?os. "Antes eran invisibles, pero todos sab¨ªamos que estaban ah¨ª", dice.
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