Silenciar la justicia
EL PAQUETE bomba que ayer seccion¨® tres dedos de una mano al magistrado de la Audiencia Nacional Jos¨¦ Antonio Jim¨¦nez Alfaro iba dirigido contra la justicia, es decir, contra el m¨¦todo ideado por los hombres para evitar una espiral interminable de venganzas privadas. No es la primera vez que el terrorismo ataca a la justicia. ETA ya asesin¨® hace siete a?os a la fiscal Carmen Tagle y mutil¨® poco despu¨¦s al que fuera presidente de la Audiencia Nacional Fernando de Mateo Lage. Los terroristas odian a la justicia en la medida en que aborrecen los procedimientos civilizados de resolver los conflictos. Por eso asesinaron tambi¨¦n a Francisco Tom¨¢s y Valiente, antiguo presidente del Tribunal Constitucional. Pero los autores tambi¨¦n podr¨ªan haber actuado por cuenta de algunas de las otras mafias cuyos, delitos investiga la Audiencia Nacional.Es evidente que los responsables de los atentados son quienes los cometen. Del de ayer lo son en exclusiva quienes enviaron la bomba, pero ello no impide que los ciudadanos -incluyendo al presidente del Gobierno- se pregunten con inquietud c¨®mo es posible que ese paquete explosivo haya podido burlar las medidas de seguridad de un lugar que se supon¨ªa especialmente vigilado, c¨®mo ha podido sortear sin ser detectado, dos controles electr¨®nicos. Sucesos como el de ayer exigen una investigaci¨®n y unas medidas que corrijan la excesiva confianza o la posible negligencia. Frente a la violencia asesina s¨®lo se puede responder con la raz¨®n y con la ley, pero tambi¨¦n con profesionalidad. Fallos como el de ayer no tienen f¨¢cil explicaci¨®n. Los ciudadanos tienen derecho a saber c¨®mo fue posible que lo impensable ocurriera, y los responsables del Interior tienen el deber de dec¨ªrselo.
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