Caminero rescata a Espa?a
La selecci¨®n de Clemente empat¨® en los ¨²ltimos minutos un ¨¢rido partido frente a Francia
Caminero volvi¨® a acudir puntual para rescatar a Espa?a de un problem¨®n. El partido, que fue ¨¢rido como una piedra, necesitaba gente con sentido de la oportunidad, preferiblemente un media punta, que son los que deciden en estos d¨ªas. Djorkaeff apareci¨® una vez y convirti¨® en gol una jugada el¨¦ctrica, definida como lo ordena el manual. El papel de Djorkaeff en la selecci¨®n espa?ola lo realiz¨® Caminero, otro centrocampista de ataque bien relacionado con el gol. Marc¨® cuando Espa?a empezaba a desesperarse, despu¨¦s de frecuentar muy poco el ¨¢rea francesa. En este cap¨ªtulo los dos equipos tuvieron un comportamiento parecido. Especularon, guerrearon en el centro del campo y trabaron como descosidos: un duelo muy feo, emotivo por las obligaciones que impuso el tanto de Djorkaeff. Eso que ahora se llama un partido intenso y que en otro tiempos se dec¨ªa una pesadez de partido.El f¨²tbol volvi¨® a salir sacrificado en el altar de la presi¨®n, la resistencia y el poder f¨ªsico. El juego se ha convertido en un valor secundario en los mejores casos. Insignificante en los peores. El desprecio por las cuestiones b¨¢sicas es cada vez m¨¢s corriente, convertida la pelota en un artefacto molesto. Decididamente, el buen gusto no est¨¢ de moda. Hay que rastrear mucho para encontrar un detalle, un gesto delicado, una pared, dos jugadores que se encuentran, un hilo conductor a los partidos. En Elland Road, espa?oles y franceses se corrieron a gorrazos, pelota va y pelota viene, un partido espesote que apenas dej¨® nada para el recuerdo.
La declaraci¨®n de intenciones de Clemente fue radical. Confeccion¨® un equipo para batallar, para batirse en cada metro. No se advert¨ªa capacidad estrictamente futbol¨ªstica para batir a un rival que tambi¨¦n tir¨® del f¨ªsico, de la laboriosa actividad de sus centrocampistas y del afilado instinto de Djorkaeff. Pero su juego estuvo por debajo del prestigio de sus jugadores. A Francia le falt¨® claridad y decisi¨®n. En realidad, los dos equipos tienen el mismo corte. Son ¨¢speros, est¨¢n preparados para combatir y ofrecen multitud de dificultades a sus adversarios.
El desarrollo del partido tuvo muy pocos matices. El primer tiempo fue nervioso y decepcionante. Espa?a se sinti¨® m¨¢s preparada para resistir que para atacar. La alineaci¨®n ofrec¨ªa pocas posibilidades creativas. La inclusi¨®n de L¨®pez como central y de Alkorta en el medio campo explicaba sus intenciones. Fuera de una temprana incursi¨®n de Caminero, la selecci¨®n no apareci¨® por el ¨¢rea francesa. El primer remate se produjo en el minuto 35, en un tiro libre, como cab¨ªa esperar.
Francia manej¨® el primer tiempo a su manera. Tuvo m¨¢s presencia y pareci¨® dirigir las operaciones, pero elabor¨® poco y mal. Su centro del campo es fajador, futbolistas sacrificados que mueren por la camiseta. Deschamps y Guerin definen perfectamente a esta clase de jugadores industriosos, de gran actividad, dotados para trabar, para reba?ar la pelota, para acudir en socorro de los defensores. Sin embargo, tienen graves dificultades para dise?ar un juego atractivo. Karembeu tiene m¨¢s cualidades, pero su partido fue disperso. Particip¨® en los mejores momentos de Francia y desapareci¨® durante largos periodos. De Djorkaeff apenas se tuvieron noticias durante el primer tiempo, aunque este tipo de jugadores comienzan a acostumbrarse a vivir en el letargo que produce el juego y aparecer con el cuchillito en la primera ocasi¨®n.
Todo el montaje de Clemente estuvo a punto de desbaratarse tras el gol de Djorkaeff. Un mal control de Alkorta, como sucedi¨® frente a Bulgaria, permiti¨® un contragolpe certero de Karembeu, que meti¨® la pelota sobre los centrales espa?oles y dej¨® que DJorkaeff se arreglara la vida. Lo hizo con maestr¨ªa: se acomod¨® el bal¨®n con elegancia y cruz¨® la pelota con precisi¨®n, como se supone en los buenos jugadores.
Espa?a, que hab¨ªa vivido del pelotazo y de su sacrificado trabajo defensivo, se vio en la obligaci¨®n de cambiar el partido. El equipo tir¨® de lo que m¨¢s tiene: pujanza, capacidad de sufrimiento, cualidades m¨¢s cercanas al car¨¢cter que al f¨²tbol. Empuj¨® hasta donde pudo, una conquista metro a metro que afect¨® a los franceses. Por este lado, a Francia le sali¨® una vena sospechosa. Ten¨ªa el partido en sus manos, pero se meti¨® bien atr¨¢s. Se arm¨® para defenderse y buscar un contragolpe, seg¨²n un c¨®digo m¨¢s italiano que franc¨¦s. Y por cada metro que ced¨ªan los franceses, Espa?a alentaba alguna posibilidad de conseguir el empate. Lo hac¨ªa m¨¢s por vitalidad que por cualquier otra virtud. El juego no daba para asegurarse el gol, aunque la entrada de Kiko dio un poco de aire y de ideas al equipo. La cuesti¨®n pasaba por otra parte, por el sentido de la oportunidad de alg¨²n jugador. O sea, por Caminero, que se reserv¨® el papel estelar en el Mundial y quiere hacer lo mismo en la Eurocopa.
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