Solidaridad y crecimiento
Adem¨¢s de ser un payaso peligroso que predica la insolidaridad y el desprecio a los bulliciosos terroni (de terr-emoto y meridi-one) del Sur, Bossi obtiene un respaldo popular creciente en unas regiones pobladas por gente culta y rica. Decir que en la Padania ha surgido un potente nacionalismo induce a confusi¨®n -?nacionalismo dentro de la misma naci¨®n, con la misma lengua?-, adem¨¢s de no explicar nada sobre las causas de este inquietante secesionismo (secesionismo, ¨¦sa es la palabra). La centr¨ªfuga italiana es el resultado de, como m¨ªnirno, dos o tres fen¨®menos superpuestos: la ineficacia de Roma como capital en cuanto a las pol¨ªticas de reequilibrio territorial; el consiguiente abismo entre el Norte y el Sur, que ha abocado a las regiones meridionales a vivir del asistencialismo y al margen de la ley, sin perspectivas de desarrollo econ¨®mico; y last but not least, el poderoso movimiento centr¨ªpeto puesto en marcha por la locomotora alemana que, adem¨¢s de llevar a la Uni¨®n Europea hacia qui¨¦n sabe d¨®nde, atrae hacia s¨ª a todo el centro del continente, y de manera especial los antiguos dominios de los Habsburgo. La Liga Norte no plantea s¨®lo un conflicto en el interior de un Estado, es tambi¨¦n una respuesta de adhesi¨®n al expansionismo germano surgido despu¨¦s de la reunificaci¨®n.La cuesti¨®n no es, pues, tan sencilla como se suele presentar, un tira y afloja sobre qui¨¦n debe pagar y cu¨¢nto en t¨¦rminos de solidaridad. La factura existe, claro, y la pagan, l¨®gicamente, los ricos. Pero tambi¨¦n hay que tener en cuenta las escasas perspectivas de desarrollo del Sur y preguntarse por qu¨¦ el dinero de la solidaridad no se traduce en productividad.
?Qu¨¦ ocurrir¨ªa en el plano econ¨®mico si se crease una Rep¨²blica Padania? ?D¨®nde se pueden encontrar argumentos de peso anti-Bossi, dejando a un lado las proclamas ret¨®ricas o sentimentales? Pregunto a mis amigos italianos. Uno de los mejor pertrechados intelectualmente dispone de un razonamiento ins¨®lito, pero no por ello balad¨ª: despu¨¦s de una independencia, hoy por hoy inimaginable, la moneda padana se parecer¨ªa mucho m¨¢s al marco que a la lira actual, la cual, circunscrita a las regiones del centro-sur, con menor PIB per c¨¢pita., bajar¨ªa hasta una cotizaci¨®n que atraer¨ªa inversiones y facilitar¨ªa exportaciones a gran escala, de modo que las transferencias de hoy en solidaridad podr¨ªan verse incluso incrementadas, aunque trasladadas al cap¨ªtulo de la balanza comercial, que pasar¨ªa a ser favorable al Sur, un Sur que por fin se desarrollar¨ªa a gran velocidad.
Dicho de otro modo, las regiones pobres de un Estado no crecen al ritmo deseable porque la cotizaci¨®n de la moneda y los par¨¢metros macroecon¨®micos -tipos de inter¨¦s, inflaci¨®n, pol¨ªtica impositiva- responden a las necesidades de las regiones ricas y no se lo permiten, o por lo menos no se lo facilitan. Puede parecer una hip¨®tesis peregrina, pero hay que examinarla m¨¢s de cerca antes de descartarla. Si fuera cierta, extremo que los ignorantes en econom¨ªa no estamos en condiciones de sostener, el separatismo deber¨ªa haber surgido en el Sur, si bien no la invalida la comprobaci¨®n de que no ha sido as¨ª: el Sur temer¨ªa alejarse del centro estrat¨¦gico de decisi¨®n germano, en el Sur la relaci¨®n entre el trabajo y la renta disponible es m¨¢s bien favorable, o si se prefieren otros t¨¦rminos, los subsidios palian la insatisfacci¨®n.
Otros¨ª, si esa hip¨®tesis del tap¨®n econ¨®mico que soportan las regiones pobres tuviera algo que ver con la realidad cabr¨ªa deducir, adem¨¢s, que las regiones menos favorecidas de los pa¨ªses ricos est¨¢n poco menos que condenadas a depender de dichos subsidios o a vaciarse por emigraci¨®n, una de dos. Esas frases no parecen muy alejadas de la experiencia espa?ola. Conclusi¨®n provisional, siempre pendiente de la posible refutaci¨®n de esa hip¨®tesis. Con la secesi¨®n, el norte de Italia se incorporar¨ªa con facilidad al n¨²cleo duro centroeuropeo mientras el Sur tendr¨ªa una gran oportunidad para desarrollarse, lo contrario de las previsiones en apariencia m¨¢s l¨®gicas que augurar¨ªan una ca¨ªda irremediable en el pozo de la miseria. El sugestivo argumento de mi amigo podr¨ªa resultar contrario a las intenciones iniciales de cerrar el paso al secesionismo padano.
A fin de tranquilizar la posible alarma de alg¨²n lector, hay que apresurarse a resaltar las diferencias entre Italia y Espa?a. Nuestra Padania estar¨ªa formada b¨¢sicamente por el corredor mediterr¨¢neo, de Girona a Murcia, y por Madrid. Unirlo es geogr¨¢ficamente imposible, incluso constituyendo un eje Madrid-Barcelona, am¨¦n de pol¨ªticamente impensable. En Espa?a, la diferencia de PIB per c¨¢pita -y de mentalidad- entre "ricos" y "pobres" m¨¢s bien parece homogeneidad si se compara con el abismo entre la Italia padana y el Sur. Aqu¨ª, los ricos del Norte -rico debe usarse en t¨¦rminos relativos siempre que hablemos de Espa?a- limitan con el patio trasero de Francia y no con Alemania. Una vez m¨¢s queda claro que la importaci¨®n mec¨¢nica de la experiepcia italiana es una tonter¨ªa, aunque intentar comprender a Italia redunde a menudo en un especial provecho.
La principal reflexi¨®n inducida por lo expuesto va en otra direcci¨®n. Como sabe todo el mundo, caminar hacia Maastricht exige unos sacrificios que se compensan en t¨¦rminos de credibilidad internacional y de reducci¨®n del d¨¦ficit y del coste de la deuda. Lo que no es tan seguro es que un pa¨ªs de econom¨ªa media, con un bajo porcentaje de poblaci¨®n activa y con apreciables desigualdades territoriales en su interior que exigen una pol¨ªtica de reequilibrio, pueda seguir creciendo al ritmo actual sin los instrumentos que proporciona una pol¨ªtica monetaria propia. Francia se queja del perjuicio que le ocasiona la peseta baja. Sin peseta, pasando a ser una regi¨®n sin capacidad de control sobre la pol¨ªtica macroecon¨®mica, Espa?a perder¨ªa competitividad. Si la hip¨®tesis de este art¨ªculo fuera cierta, la moneda ¨²nica convendr¨ªa s¨®lo a los m¨¢s ricos, si bien el esfuerzo por converger seguir¨ªa siendo imprescindible y el miedo a quedar fuera del n¨²cleo decisorio paralizante. Ser un pa¨ªs subvencionado no es un buen negocio, m¨¢xime cuando la solidaridad del norte europeo es algo m¨¢s bien evanescente. Los pa¨ªses ricos son insolidarios por definici¨®n. Las regiones ricas, como las personas, son solidarias por obligaci¨®n. ?D¨®nde est¨¢ la garant¨ªa de que, llegada la moneda ¨²nica, convertida Espa?a en una regi¨®n comparativamente pobre y con el crecimiento frenado, Alemania se va a comportar como una regi¨®n solidaria?
Xavier Bru de Sala es escritor y periodista.
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