Convergencia y uni¨®n (monetaria)
EN SU informe anual, difundido ayer, el Banco de Espa?a constata una evoluci¨®n favorable de la econom¨ªa espa?ola, pero recuerda las dificultades para cumplir a fines de 1997 las condiciones de convergencia. Alienta al Gobierno a profundizar en las medidas de liberalizaci¨®n y reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico, del que depende fundamentalmente la incorporaci¨®n de Espa?a a la Uni¨®n Monetaria, cuando ¨¦sta arranque. A tales efectos, el gobernador del banco emisor, Luis ?ngel Rojo, recomienda no perderse en c¨¢lculos sobre una eventual flexibilidad en el calendario y actuar desde la perspectiva de que quien no cumpla quedar¨¢ fuera, y que ello seria, si nos toca, una desgracia.Tanto el informe como el discurso del gobernador que lo glosa reflejan la l¨®gica satisfacci¨®n de la autoridad monetaria por la evoluci¨®n de la inflaci¨®n tras el primer a?o completo de plena autonom¨ªa del Banco de Espa?a respecto del Gobierno. Su primera responsabilidad es la estabilidad de los precios, lo que significa que su pol¨ªtica monetaria apoyar¨¢ la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno de turno ¨²nicamente en la medida en que sea compatible con ese cometido b¨¢sico. ?sas son las reglas del juego, y de ah¨ª que a veces parezca existir cierta contradicci¨®n entre la aspiraci¨®n del Gobierno y los agentes econ¨®micos a un descenso de los tipos de inter¨¦s para estimular la actividad econ¨®mica y la resistencia del banco a hacerlo.
Ello no impide que el banco emisor adopte iniciativas orientadas a estimular al Gobierno a avanzar en una determinada direcci¨®n. La ¨²ltima bajada de tipos se podr¨ªa interpretar, en ese sentido, como un est¨ªmulo a las medidas liberalizadoras. En todo caso, la estabilidad de precios elimina incertidumbres y facilita, a medio plazo, el objetivo de un crecimiento sostenido del que depende la superaci¨®n del desequilibrio m¨¢s grave: un desempleo que dobla la media europea.
La gran novedad de la econom¨ªa espa?ola de los dos ¨²ltimos a?os ha sido la compatibilidad entre una tasa de crecimiento superior a la media y una reducci¨®n de la inflaci¨®n y el d¨¦ficit p¨²blico. Sin embargo, en ambos terrenos se mantiene la distancia respecto a los objetivos de Maastricht. El banco ya advirti¨® en 1995 contra los efectos inflacionistas del aumento del IVA y otros impuestos, que situaron el IPC en el 5,2% en abril de ese a?o, lo que a su vez influy¨® en la subida de los tipos de inter¨¦s (del 7,35% al 9,25%). Un a?o despu¨¦s, la situaci¨®n es m¨¢s estable: los tipos de inter¨¦s han bajado al 7,25% y la inflaci¨®n est¨¢ dentro de la banda prevista por el Banco de Espa?a -menos del 4% en el primer semestre-, lo que permite cumplir el objetivo de bajar del 3% en el transcurso de 1997.
M¨¢s dif¨ªcil de alcanzar es el objetivo del d¨¦ficit, pese a haber pasado del 6,6% del PIB en 1994 al 5,9% el pasado a?o. El problema es que casi todo el esfuerzo se ha concentrado en el bienio 1996-97 para alcanzar el objetivo del 3%. El gobernador insiste en su conocida opini¨®n de que esa reducci¨®n no habr¨¢ de buscarse tanto por la v¨ªa de una mayor recaudaci¨®n como de una efectiva reducci¨®n del gasto. Ello podr¨ªa tal vez interpretarse como una cr¨ªtica a la pol¨ªtica fiscal de los socialistas, pero tambi¨¦n como una expresi¨®n de desconfianza hacia los efectos milagrosos de la famosa curva de Laffer -bajar los impuestos estimular¨ªa la actividad econ¨®mica y por tanto la recaudaci¨®n-, que cautiva a Montoro y a otros dirigentes del PP.
En fin, el informe insiste en la dualizaci¨®n del mercado laboral como principal causa de la especial incidencia del paro en Espa?a y aboga por "unas condiciones m¨¢s homog¨¦neas de flexibilidad y protecci¨®n para todos los ocupados", que es una forma eufem¨ªstica de referirse a la discusi¨®n, tantas veces esbozada y siempre aplazada, de si el despido es en Espa?a demasiado caro.
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