Yeltsin pierde a su brazo Militar
El cese de Grachov pone fin a una ¨¦poca de convulsiones en el Ej¨¦rcito ruso marcada por la cat¨¢strofe de Chechenia
La ca¨ªda de P¨¢vel Grachov, el primer ministro de Defensa que ha tenido Rusia como pa¨ªs independiente, marca el fin de una ¨¦poca para el Ej¨¦rcito ruso. Un ¨¦poca que estuvo caracterizada -por un extremo amiguismo para nombrar a los altos cargos militares, por esc¨¢ndalos de corrupci¨®n, por la resistencia a reformar las Fuerzas Armadas en contraste con lo que suced¨ªa en la sociedad y por la vergonzosa campana militar de Chechenia, que revel¨® a todo el mundo el bajo nivel al que hab¨ªa ca¨ªdo el otrora glorioso Ej¨¦rcito ruso. Grachov, el ¨²ltimo superviviente del equipo del presidente Bor¨ªs Yeltsin de 1991, hab¨ªa sido repetido blanco de los ataques de diversos pol¨ªticos y, sobre todo, de la prensa, que en algunas ocasiones -durante el esc¨¢ndalo de corrupci¨®n relacionado con su pariente pol¨ªtico, el general Matv¨¦i Burlakov, que mandaba las tropas rusas en Alemania, o despu¨¦s del ataque contra Grozni en el 31 de diciembre de 1994, que termin¨® en una horrible derrota- pidieron su cabeza a gritos.
Pero ning¨²n esc¨¢ndalo ni argumento logr¨® que Yeltsin sacrificara a su fiel servidor, ni siquiera durante la campa?a electoral, cuando muchos tentaban al presidente asegur¨¢ndole que el cese de Grachov le reportar¨ªa numerosos votos adicionales. La raz¨®n por la cual Yeltsin no quer¨ªa librarse del ministro de Defensa hay que buscarla en la historia reciente de Rusia y en el papel que ambos personajes han desempe?ado en ella.
Fue Grachov el hombre clave que durante el intento de golpe de Estado en agosto de 1991 ofreci¨® sus servicios a Yeltsin y logr¨® que el Ej¨¦rcito sovi¨¦tico no se atreviera a atacar la Casa Blanca, en aquel tiempo sede del Parlamento y de la presidencia rusos, lo que al fin determin¨® la derrota de los golpistas.
Poco m¨¢s de dos a?os despu¨¦s, P¨¢vel Grachov se volvi¨® a revelar como el hombre clave, esta vez en el enfrentamiento de Yeltsin -que ya se hab¨ªa mudado al Kremlin- con el S¨®viet Supremo, al organizar el ca?oneo de la Casa Blanca, donde se hab¨ªan atrincherado los diputados que pretend¨ªan destituir al presidente.
Para ver rodar la cabeza de Grachov hubo que esperar a que el general Alexandr L¨¦bed -que siempre fue un subalterno de aqu¨¦l y que en los ¨²ltimos tiempos se convirti¨® en su abierto enemigo- diera la gran sorpresa en la primera vuelta de las elecciones presidenciales.
Para Yeltsin no fue necesario destituir a Grachov: ¨¦ste dimiti¨® al enterarse de que L¨¦bed pasaba a ser su jefe como secretario del Consejo de Seguridad y asesor presidencial para Seguridad. Sab¨ªa que el ambicioso general en alza hab¨ªa pedido su cabeza. Por lo dem¨¢s, incluso si L¨¦bed no hubiera exigido su cese, Grachov no pod¨ªa soportar la humillaci¨®n de trabajar bajo sus ¨®rdenes.
En honor a la verdad, hay que decir que el mismo Grachov ech¨® a rodar la piedra que termin¨® convirti¨¦ndose en fatal alud para ¨¦l al insistir en reorganizar el 14? Ej¨¦rcito emplazado en el Trans-dni¨¦ster, que mandaba L¨¦bed. Este se opon¨ªa categ¨®ricamente a la reestructuraci¨®n propugnada por Grachov, ya que significaba un debilitamiento de las tropas bajodo el presidente, el a?o pasado, cedi¨® por fin a las presiones del ministro de Defensa, L¨¦bed se dio de baja del Ej¨¦rcito y lleg¨® a Mosc¨² para consagrarse a la pol¨ªtica Si Grachov hubiera dejado tranquilo a L¨¦bed en el Transdni¨¦ster, se hubiera ahorrado muchos dolores de cabeza en la actualidad.
El sucesor interino de Grachov, Mija¨ªl Kol¨¦snikov, es considerado un duro en lo que respecta a la expansi¨®n de la OTAN hacia el Este. Profesional respetado, ser¨¢ m¨¢s popular que el pol¨¦mico Grachov pero, seg¨²n los analistas, es poco probable que permanezca mucho tiempo al frente del Ministerio de Defensa.
A¨²n no se sabe a qui¨¦n tiene en mente L¨¦bed para proponer como sucesor definitivo de Grachov y si su candidato ser¨¢ aceptado por el presidente. Lo que est¨¢ claro es que, independientemente de a quien nombre Yeltsin, el nuevo ministro de Defensa deber¨¢ realizar una purga en el Ej¨¦rcito para librarse, en primer lugar, de los numerosos incondicionales de Grachov, algunos de los cuales estaban dispuestos ayer incluso a dar un golpe de Estado.
Entre los nombres que m¨¢s sonaban antes de las elecciones como sucesor de Grachov figura ba el popular general Bor¨ªs Gr¨®mov, que dirigi¨® la retirada de las tropas rusas de Afganist¨¢n. Si Yeltsin se decide por ¨¦ste, significar¨¢ que desea poner un contrapeso a L¨¦bed, ya que entre ambos generales existe una cierta rivalidad. Pero el presidente tambi¨¦n puede nombrar a una persona que satisfaga a ambos, como el general Lev Roffin, que tiene buenas relaciones con Yeltsin y que al mismo tiempo ha alabado a L¨¦bed. O puede optar por poner a un civil, como se acostumbra en las democracias occidentales, al frente del Ministerio de Defensa, lo que significar¨ªa una verdadera revoluci¨®n para Rusia. El candidato ideal en este caso ser¨ªa Andr¨¦¨ª Kokoshin, cient¨ªfico que actualmente desempe?a el cargo de primer viceministro del departamento de Defensa encargado de la reconversi¨®n de la industria militar.
Entre las dif¨ªciles tareas que deber¨¢ acometer el nuevo ministro figura la reforma del Ej¨¦rcito, sobre la que se ha hablado mucho pero con escasos resultados. Ahora, la situaci¨®n se ha vuelto a¨²n m¨¢s compleja despu¨¦s de que el presidente Yeltsin firmara hace un mes un decreto por el cual elimina el servicio militar obligatorio a partir del a?o 2000. Este gran objetivo ser¨¢ imposible de cumplir si desde el Gobierno no cambia la actitud hacia las Fuerzas Armadas y si no se las financia como es debido. Para realizar la reforma, se necesita mucho dinero, y ¨¦ste escasea en las arcas del Estado ruso.
Mientras tanto, La situaci¨®n del Ej¨¦rcito es desastrosa: no se pagan a tiempo los sueldos, no se alimenta como es debido a los soldados -este a?o incluso se han producido varias muertes de reclutas por hambre-, los pilotos no pueden volar ni siquiera el m¨ªnimo de horas requerido para mantenerse en forma debido a la falta de combustible, muchos regimientos tienen armamento obsoleto y en mal estado, las f¨¢bricas de armas est¨¢n paralizadas y los institutos de dise?o de nuevas y m¨¢s modernas armas aparecen en quiebra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.