Un pol¨ªtico cautivado por la l¨®gica policial
Quienes lo conocen bien siempre han cre¨ªdo que el 23 de febrero de 1984 algo se resquebraj¨® en el universo mental y an¨ªmico de Julen Elgorriaga. Ese d¨ªa, los Comandos Aut¨®nomos Anticapitalistas llamaron a la puerta de su amigo el senador Enrique Casas en San Sebasti¨¢n y le descerrajaron varios tiros en presencia de la familia. El gobernador civil que seguramente ha enterrado a m¨¢s v¨ªctimas de ETA ha repetido desde entonces que lo m¨¢s duro de aquel tiempo fue la muerte vista de cerca, el dolor por todos los muertos de esos a?os". El primer gobernador civil socialista de Guip¨²zcoa pareci¨® efectivamente marcado por el asesinato, del secretario de organizaci¨®n del PSE-PSOE guipuzcoano, pero es posible que algunos de sus esquemas y convicciones ya se hubieran debilitado antes, en contacto con la lucha antierrorista.Antes de su toma de posesi¨®n -un acto en el que excepcionalmente estuvieron representadas todas las fuerzas pol¨ªticas salvo Herri Batasuna-, Julen Elgorriaga no ocultaba sus prevenciones ante el riesgo, por lo visto consustancial al cargo, de terminar interpretando la realidad bajo el prisma de la l¨®gica policial.
Pocos meses despu¨¦s, sumergido ya en la vor¨¢gine de la lucha contra ETA, el gobernador civil socialista asumi¨® con entera naturalidad la versi¨®n policial de los numerosos hechos conflictivos que se registraron durante su mandato. El antiguo empleado de la Caja de Ahorros y concejal de Ir¨²n, hombre de temperamento, ca¨²stico en el lenguaje, directo en el trato y muy amigo de sus amigos, confraterniz¨® r¨¢pidament¨¦ con los mandos de la Guardia Civil m¨¢s involucrados en la lucha antiterrorista, particularmente con el entonces coronel jefe de la 513? comandancia, Enrique Rodr¨ªguez Galindo, actualmente encarcelado tambi¨¦n por el juez G¨®mez de Lia?o.
Adem¨¢s de privarle de un compa?ero con el que sintonizaba personalmente y que participaba de la misma determinaci¨®n en la lucha contra ETA, la muerte de Enrique Casas dej¨® un enorme hueco afectivo en Julen Elgorriaga, nacido hace 48 a?os en Hondarribia (Guip¨²zcoa), y, padre de dos hijos. No en vano,-ambas familias mantuvieron durante a?os una relaci¨®n de estrecha intimidad.
Rechazo a L¨®pez Carrillo
Elgorriaga nunca vio con buenos ojos la presencia en ese entorno familiar compartido de Angel L¨®pez Carrillo, el polic¨ªa de confianza de los socialistas, asignado entonces al Gobierno Civil, y que ahora le acusa de haber intervenido en el secuestro de los presuntos activistas de ETA Jos¨¦ Antonio Lasa y Jos¨¦ Ignacio Zabala.
La muerte de cuatro activistas de los Comandos Aut¨®nomos Anticapitalistas que pretend¨ªan desembarcar en el puerto de Pasajes en marzo de 1984 fue interpretada en algunos medios pol¨ªticos vascos como una venganza por el asesinato de Enrique Casas, pero, pese a lo contundente de Ia respuesta policial, la Justicia no lleg¨® a intervenir. La muerte de Luc¨ªa Urigoit¨ªa, la de Mikel Zabaltza y otros sucesos tr¨¢gicos, parecieron suscitar la duda inicial en el entonces gobernador civil de Guip¨²zcoa, aunque en ning¨²n caso le impidieron ratificar la versi¨®n policial.
Cuando los GAL empezaron a actuar y era recabada su opini¨®n sobre el origen y los m¨®viles de este grupo, Julen Elgorriaga forzaba a su interlocutor a repetir esas siglas y se hac¨ªa el despistado. A continuaci¨®n respond¨ªa con marcado acento franc¨¦s: "Ah, ya: le GAL, le GAL".
Frente a quienes desde la esfera socialista manifestaban su "inequ¨ªvoco rechazo" a las actuaciones de los GAL, Julen Elgorriaga siempre combin¨® su pesar por todas las muertes con el reconocimiento sincero de que tampoco pod¨ªa sentirse apesadumbrado por la desaparici¨®n de activistas que trataban de matarle a ¨¦l. En dos ocasiones al menos, los comandos de ETA intentaron efectivamente acabar con su vida.
Al igual que otros inculpados en los casos de los GAL, el ex gobernador y ex delegado del Gobierno en el Pa¨ªs Vasco particip¨® en las conversaciones que el Gobierno mantuvo con ETA en Argel. Alineado con el sector guerrista de su partido, identificado en un tiempo con las tesis de Ricardo Garc¨ªa Damborenea y partidario de la ilegalizaci¨®n de HB, fue destituido por Jos¨¦ Luis Corcuera por negarse reiteradamente a aceptar la entrada de periodistas de Egin en dependencias oficiales. "Egin es el ¨®rgano de quienes me quieren matar. No s¨¦ por qu¨¦ tengo que facilitarles la entrada", argumentaba en aquellas fechas.
Presidente. de la empresa p¨²blica Etnacar, Elgorriaga interpretaba as¨ª la creaci¨®n de los GAL en una entrevista publicada por este peri¨®dico el 18 de septiembre del pasado a?o: "El juicio moral que el GAL les merece a los j¨®venes que no vivieron la ¨¦poca es muy negativo afortunadamente. Pero en aquellos a?os hubo gente que justific¨® la existencia de los GAL ante la proliferaci¨®n de asesinatos. Hab¨ªa gente que opinaba que, lo mismo que existe un derecho personal de leg¨ªtima defensa, hab¨ªa un derecho colectivo a esa defensa.
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