Derechos "gays"
ASOCIACIONES DE homosexuales, lesbianas y gays han salido esta semana a las calles a manifestarse a favor de sus derechos. El primero de ellos, a la propia manifestaci¨®n p¨²blica de su inclinaci¨®n sexual. El segundo, a verse reconocidos por la sociedad y por una legislaci¨®n no discriminatoria. La marginaci¨®n de la condici¨®n homosexual est¨¢ de hecho tocando a su fin en las sociedades democr¨¢ticas, aunque s¨®lo unos cuantos Estados -Noruega , Suecia o Dinamarca- hayan reconocido hasta ahora la uni¨®n legal entre homosexuales. Porque es el respeto al individuo, al margen de toda inclinaci¨®n, el que define los derechos en las democracias m¨¢s avanzadas.La percepci¨®n social y legal del matrimonio y la familia ha cambiado profundamente. Las parejas heterosexuales conviven cada vez m¨¢s sin v¨ªnculos legales. O, cuando los tienen, los rompen con gran frecuencia. La media de una uni¨®n legal en Francia es de diez a?os. La mitad de los matrimonios en Estados Unidos acaba en separaci¨®n, y en Suecia el porcentaje es a¨²n mayor. Frente a esta situaci¨®n, los homosexuales reivindican el derecho al matrimonio, de modo que el compa?ero sea beneficiario de los mismos derechos que un esposo o una esposa y sea tratado jur¨ªdicamente de igual forma.
Su razonamiento impecable parte de que nadie debe decidir sobre las preferencias sexuales de cada cual. Los prejuicios sociales que quedan en contra de la homosexualidad se revelan vetustos y anacr¨®nicos. La tolerancia gana terreno continuamente al respecto. La familia ya no es, como en el pasado, la ¨²nica opci¨®n posible frente a la soledad, aunque sea, muy transformada, la c¨¦lula m¨¢s com¨²n de la colectividad moderna y para la mayor¨ªa, cabe pensar, la primordial.
Los cambios de residencia y de trabajo, las migraciones, las tendencias generalizadas al cambio y al consumo r¨¢pido han afectado profundamente a las relaciones humanas. Espa?a es, con Portugal, Grecia e Irlanda, un pa¨ªs en el que los valores familiares convencionales son fuertes y tienen un valioso amparo. Pero todo parece tender hacia hogares mucho m¨¢s diversificados. Ya hay sentencias espa?olas que han fallado a favor de derechos de pensi¨®n o de arrendamiento que protegen a parejas heterosexuales de hecho. Esta v¨ªa ir¨¢ conduciendo a la aceptaci¨®n de esos derechos en el caso de las parejas homosexuales y es posible que hasta a su pleno reconocimiento legal. El Gobierno ha declarado que esta meta no se encuentra entre sus prioridades. Es leg¨ªtimo que tenga otras.
Pero las realidades sociales son tercas. Y cualquier Gobierno, del signo que sea, habr¨¢ de enfrentarse a las mismas. Porque los preceptos morales son perfectamente aplicables en la vida particular de cada uno y en su entorno familiar si los acepta. Pero las actitudes, los h¨¢bitos y las inclinaciones respetuosas con las libertades ajenas son derechos de la persona. Y ning¨²n Gobierno democr¨¢tico puede negarse a que los demanden quienes se sientan afectados.
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