Liberalizaci¨®n: la hora de la verdad
Tras varios a?os perdidos en dudas, retrasos y regateos sin fin a la l¨®gica implacable del desarrollo del mercado de las telecomunicaciones, el nuevo Gobierno, sin apenas haber cumplido los primeros cien d¨ªas, ha lanzado un buen ¨®rdago al sector.Para empezar, la creaci¨®n de la Comisi¨®n del Mercado de las Telecomunicaciones, largamente demandada por el sector, hay que saludarla muy positivamente. Si, como establece el real decreto, la designaci¨®n de sus integrantes se realiza entre expertos cualificados y reconocidos por la comunidad profesional, se habr¨¢ dado un paso adelante en una materia de vital importancia para el porvenir del sector.
El pre¨¢mbulo del Real Decreto Ley 6/1996 que liberaliza las telecomunicaciones plantea la competencia como punto de partida y es de esperar que no s¨®lo de llegada. Un medio muy poderoso para el logro de fines ciertamente positivos, pero s¨®lo un medio, al fin y al cabo. Si lo que importa de verdad es el aumento de la extensi¨®n, diversidad y calidad de los servicios, junto con costes m¨¢s bajos, no hasta citar nominalmente la competencia y el mercado para que los fines queridos se cumplan sin m¨¢s.
El logro de los objetivos planteados por el Gobierno, v¨ªa creaci¨®n de un segundo operador multiprop¨®sito y la apertura del mercado a operadores de cable libres de competencia con Telef¨®nica durante los dos primeros a?os, puede quedar cuestionado por imperativos de la Uni¨®n Europea. De aplicarse en nuestro pa¨ªs la apertura del mercado europeo a la libre competencia a partir del primero de enero de 1998, quedar¨ªan en evidencia algunas limitaciones introducidas ahora. Y siendo cierto que Espa?a puede por propia voluntad prorrogar dicha apertura del mercado, ni el Gobierno se ha pronunciado todav¨ªa con suficiente firmeza sobre la cuesti¨®n ni parece que su libertad sea total en este campo porque la limiten otros intereses en juego.
A veces lo mejor, sobre todo si se pretende conseguirlo a deshora, puede ser enemigo de lo bueno. Si Espa?a mantiene bloqueado su mercado interior en 1998, ser¨¢ dif¨ªcil que las autoridades de la Uni¨®n Europea acepten la importante presencia de Telef¨®nica en Unisource. Por supuesto, que si fuese posible seguir activamente integrados en el citado primer operador transeuropeo y, al mismo tiempo prorrogar la apertura de nuestro mercado hasta m¨¢s all¨¢ de 1998, esto podr¨ªa ser una buena opci¨®n para nuestro pa¨ªs. Pero, ?qui¨¦n garantiza que ello sea factible?
Habida cuenta del retraso espa?ol en modelar el sector, hoy nos quedan en la pr¨¢ctica solamente dos posibilidades. Por un lado, mantener cerrado el mercado a la competencia hasta el 2003. De otro, abrir el mercado desde el primero de enero de 1998 cuidando una estricta reciprocidad de trato con los operadores extranjeros.
La primera opci¨®n todav¨ªa no se ha planteado en firme y es dudoso que se est¨¦ a tiempo de llevarla a cabo. La segunda parece descartada por el momento, a¨²n cuando puede ser la ¨²nica posible dados los tiempos que corren. Una tercera opci¨®n, la v¨ªa elegida, no parece que pueda asegurar el fin pretendido, pues representa una soluci¨®n h¨ªbrida de futuro incierto.
Los agentes inversores del sector necesitan saber a qu¨¦ atenerse para operar en un mercado altamente intensivo en capital y cuya recuperaci¨®n s¨®lo es posible a largo plazo. Espa?a, adem¨¢s, no puede esperar m¨¢s tiempo -como el propio Gobierno asume con su temprana iniciativa-, para desarrollar extensa e intensamente un sector crucial para el futuro de nuestro pa¨ªs.
Esta incertidumbre -que no despeja el real decreto- sobre el comienzo de la verdadera liberalizaci¨®n, puede limitar la inversi¨®n en nuestro mercado y constre?ir la expansi¨®n europea de Espa?a. Para aclarar el panorama bastar¨ªa asumir con firmeza la plena integraci¨®n de nuestro pa¨ªs en la nueva Europa abierta de las telecomunicaciones a partir de 1998, cuidando, por supuesto, la estricta reciprocidad con los pa¨ªses que se sit¨²en "fuera de juego", y apoyar sin reserva la expansi¨®n internacional, particularmente la europea, de los operadores nacionales.
Los aspectos esenciales del real decreto ley podr¨ªan as¨ª desarrollarse plenamente, como con toda seguridad desea el Gobierno.
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