Ropa de f¨®rmula 1
Los grandes modistas presentan en Par¨ªs sus colecciones para la pr¨®xima temporada
Los sanfirmines de la moda comenzaron el pasado s¨¢bado, en Par¨ªs. Los grandes modistas iniciaron la presentaci¨®n-encierro de sus colecciones de alta costura. Para algunos, como el ingl¨¦s John Galliano, palad¨ªn de la world mode, es una nueva oportunidad para ser admitido entre los grandes; para otros, como Gianfranco Ferr¨¦, es el final, quiz¨¢ provisional, de la aventura. Ferr¨¦ era el estilista de Christian Dior desde 1989, pero tambi¨¦n lo era, desde hace ya varios a?os, de la marca Gianfranco Ferr¨¦. Dior ha decidido cortar por lo sano, pero nadie sabe a¨²n qui¨¦n ser¨¢ el sucesor de Ferr¨¦. Christian Lacroix, que dice inspirarse en Vermeer, figura bien clasificado en la lista de candidatos a la diorizaci¨®n. La situaci¨®n se repite en Chanel, donde el creador Karl Lagerfeld tambi¨¦n aprovecha el estar en una empresa m¨ªtica para popularizar su marca. Adem¨¢s, nadie olvida que Lagerfeld es alem¨¢n, como Claudia Schiffer, y que la carrera de los dos parece estar estrechamente unida."La alta costura es para los fabricantes de pr¨¦t-¨¢-porter lo que la f¨®rmula 1 para los autom¨®viles". Se ha dicho y repetido muchas veces y de ah¨ª que Ferruccio Ferragamo haya decidido adquirir la marca Emmanuelle Ungaro. El negocio no estriba en venderle ropa maravillosa y ¨²nica a un p¨²blico que oscila entre las 500 y las 2.000 personas en todo el mundo, sino en aprovechar el escaparate que esas personas suponen para popularizar un nombre y unos perfumes, bolsos, productos de maquillaje o pa?uelos y colonias. Y de la misma manera que la formula 1 necesita de mec¨¢nicos altamente cualificados, la alta costura precisa de artesanos capaces de hacer realidad los delirios de un Olivier Lapidus, que ha ideado un traje incrustado de peque?os paneles solares que permiten mantener el cuerpo a temperatura constante y cuya bater¨ªa de litio tambi¨¦n hace posible conectar el tel¨¦fono celular. Pero esos artesanos envejecen, su media de edad es hoy de 50 a?os, y s¨®lo hay 32 personas que: est¨¦n prepar¨¢ndose para el reemplazo. En 1920 hab¨ªa entre 10.000 y 20.000 personas trabajando en el sector, pero hoy la cifra se ha visto dividida por 10 varias veces. La sucesi¨®n no est¨¢ garantizada y eso preocupa porque "s¨®lo los dedos artesanos nos protegen del plagio", dice Lapidus. Tiene raz¨®n: los desfiles son retransmitidos en directo por televisi¨®n, fotografiados por todos los hipot¨¦ticos copistas y los modelos aparecen en Internet.
Adem¨¢s, tan importante como la ropa es el contexto. Por ejemplo, Walter van Beirendonck hizo que sus 160 maniqu¨ªes desfilaran entre dos locales, por la calle, vestidos de extraterrestres, calzando patines o en moto, pero invadiendo la vida de Par¨ªs, algo que Antoni Mir¨® no pudo realizar debido al mal tiempo. Sus creaciones tuvieron que adecuarse al reducido espacio de una peniche y olvidarse de la vera del Sena. Jean Paul Gaultier fue m¨¢s prudente y transform¨® el teatro del Palais Royal en burdel-bombonera poblado de gigol¨®s que discut¨ªan el precio de sus servicios con Carla Bruni o Nadja Auerman, vestidas con chaqu¨¦ y sombrero de copa. Valentino hizo lo propio, pero a la inversa, con sus chicas descastadas. Paco Rabanne, que anda por su en¨¦sima reencarnaci¨®n, ha topado con una rival peligrosa, una antigua cliente que le acusa de ser una reencarnaci¨®n de Sat¨¢n y se pasaba el d¨ªa rociando con agua bendita al modista, que la ha llevado ante los tribunales.
En cualquier caso, Par¨ªs confirma ahora que los d¨ªas de las modelos anor¨¦xicas est¨¢n contados y que vuelven los bustos exuberantes, que es de buen tono mostrar el ombligo y una horterada el bronceado poderoso, que los colores verde y naranja combinan de maravilla y que los ojos volver¨¢n a llevarse muy pintados. Las fibras artificiales, las desacreditadas ropas inarrugables, las camisas de naiIon, triunfan otra vez, tanto de la mano de los japoneses Miyak¨¦ y Yamamoto como del italiano Strelli o el brit¨¢nico Nigel Curtiss. Las chicas ser¨¢n de nuevo muy chicas, tanto que parecer¨¢n travestidos; los chicos tambi¨¦n ser¨¢n muy femeninos, no en vano la clientela gay impone los trajes rosa o los pantalones amarillos con camisa de flores. Incluso un cl¨¢sico como Mir¨®, que hab¨ªa ido creciendo con su clientela, ha dedicado parte de su colecci¨®n a los muy j¨®venes y muy ambiguos.
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