La amistad y la democracia
Desde hace a?os vengo siendo sometido a un linchamiento moral intermitente y sostenido, mediante imputaciones calumniosas, injuriosas y atentatorias claramente a mi imagen, honor e intimidad, as¨ª como a la de mi familia, amigos y despacho profesional, por determinados medios de comunicaci¨®n, sin una sola prueba y sin procedimiento judicial alguno.Soy, como he repetido hasta la saciedad y saben todos cuantos me conocen, un ciudadano de a pie, abogado en ejercicio, profesi¨®n a la que me vengo dedicando de una forma totalmente libre e independiente desde hace m¨¢s de 25 a?os. Como ciudadano libre de este pa¨ªs democr¨¢tico no tengo que dar cuenta de mis actividades personales ni profesionales sino s¨®lo a los tribunales de justicia, ni reivindicar el derecho a elegir a mis amigos.
Por lo visto, el gran pecado por el que se me viene condenando, con nocturnidad y alevos¨ªa, parece ser que es el de ser amigo de Felipe Gonz¨¢lez, y se utiliza dicha amistad para, atacando por elevaci¨®n, desprestigiarle tanto a ¨¦l como al PSOE, partido en el que no milito y con el que no tengo relaci¨®n alguna, intentando dejar descuartizada mi honorabilidad en el camino. Quiero dejar patente la mezquindad que supone la utilizaci¨®n torticera, fraudulen
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ta y tendenciosa de dicha amistad, de la que, dicho sea de paso, me enorgullezco.
Considero que la amistad se basa en el respeto, la comprensi¨®n, la generosidad y la entrega desinteresada; no necesita exteriorizaci¨®n ni defensa ante terceros; nunca en mi vida, y presumo de tener muchos amigos, la he utilizado para pretender favorecer mi posici¨®n, mis intereses o los de aqu¨¦llos.
Desgraciadamente son harto frecuentes, en los tiempos que corren, las informaciones y noticias (?) que intentan manchar la amistad y todo tipo de sentimientos nobles, as¨ª como pisotear derechos naturales y constitucionales importantes, sin que sirvan los contrapesos legales establecidos. ?Qu¨¦ indefensi¨®n para el ciudadano! ?Qu¨¦ riesgo para la convivencia democr¨¢tica!
Estoy seguro de que nadie, por mucho poder que tenga ni por muchos medios que utilice, podr¨¢ socavar los cimientos de la aut¨¦ntica amistad y los aut¨¦nticos valores. Pero hay que reconocer el peligro que se est¨¢ corriendo y tomar las medidas que procedan para evitar este ya diario tipo de situaciones que, de no ser as¨ª, acabar¨¢n socavando los cimientos; de la convivencia. Hoy somos muchos los perjudicados y linchados por esta situaci¨®n, pero ma?ana, si no se remedia, ser¨¢n muchos m¨¢s los inocentes que vayan cayendo en el camino.
No se puede, ni se debe, sembrar la m¨¢s m¨ªnima sombra de duda sobre la honorabilidad de cualquier ciudadano impunemente, sin la m¨¢s m¨ªnima prueba. rigurosa. Ese principio es la base del Estado de derecho, y su negaci¨®n, la piedra angular del Estado totalitario. ?Qu¨¦ dif¨ªcil se est¨¢ poniendo en Espa?a tener amigos, sin intereses de por medio, cuando la amistad o, incluso, las meras coincidencias profesionales o familiares han alcanzado para algunos miserables Ia categor¨ªa de complicidad, y los afectos y fidelidades personales se revisten de sospecha y adquieren naturaleza delictiva! No pretendo, ni nunca pretender¨¦, apagar luces, callar taqu¨ªgrafos ni matar mensajeros, pero entiendo que resulta indispensable para la democracia apagar de una vez por todas los focos inquisitoriales que, amparando intereses mezquinos, cazan presuntos esc¨¢ndalos pisoteando intimidades, im¨¢genes y honores.
Soy un fiel convencido de la necesidad y garant¨ªa de la libertad de expresi¨®n, siempre que ello no conlleve la calumnia sin prueba y la acusaci¨®n sin motivo, que suponen, sin duda, un grave atentado a la convivencia democr¨¢tica.-
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