El hambre arrasa en Corea del Norte
El comunismo de Pyongyang pierde la batalla por la superviviencia
"Hoy, voy a contarles formas sabrosas y saludables de comer hierbas del campo". En eso consiste ahora, mismo una comida en Corea del Norte. Procedentes de un comunicado oficial emitido esta primavera en un pa¨ªs que siempre ha odiado reconocer la debilidad, esas palabras, m¨¢s que una nueva e imaginativa receta, eran un grito de socorro. En agosto del a?o pasado, torrenciales lluvias anegaron la cosecha anual de Corea del Norte y convirtieron sus campos m¨¢s f¨¦rtiles en tierra bald¨ªa. Un a?o despu¨¦s, la persistente escasez de comida limita a muchos ni?os a un 35% el consumo de calor¨ªas recomendado por la ONU, y ha llevado a los campesinos hasta los bosques para hacerse con cualquier resto que la naturaleza pueda proporcionar. Funcionarios de las misiones humanitarias prev¨¦n que la cosecha de este a?o aliviar¨¢ poco a los 24 millones de habitantes del pa¨ªs. Seg¨²n V. K. Jain, asesor del Programa Mundial para la Alimentaci¨®n de Pyongyang, la situaci¨®n "es grave y empeora d¨ªa a d¨ªa".La comida es s¨®lo parte del problema. Seis a?os de crecimiento negativo han sumido una econom¨ªa vacilante en un caos. Muchas de las f¨¢bricas del pa¨ªs est¨¢n paralizadas. Las reservas de divisas y energ¨ªa se han agotado desde que sus tradicionales benefactores, Rusia y China, interrumpieron su ayuda. Fotograf¨ªas de sat¨¦lite muestran amplias regiones de bosques desnudos, cuyos ¨¢rboles se talaron hace mucho tiempo para utilizarlos como combustible o intercambiarlos por alimentos. Las bajas humanas aparecen indirectamente reflejadas en un informe del servicio de espionaje seg¨²n el cual el aclamado ej¨¦rcito de 1,2 millones de hombres del Norte -que durante d¨¦cadas fue la principal fuente de inestabilidad de la pen¨ªnsula, que aun sigue siendo el principal punto de conflicto en Asia- ha reducido en cuatro cent¨ªmetros la altura exigida a los reclutas para as¨ª tener garantizado ese n¨²mero de soldados.
La perspectiva de un fracaso econ¨®mico e incluso pol¨ªtico en Corea del Norte rebaja el temor de que los estalinistas recalcitrantes de Pyongyang puedan decidir de repente cruzar el paralelo 38 y atacar al capitalista Sur. Washington, preocupado por el coste de una ca¨ªda descontrolada y animado por una serie de negociaciones satisfactorias para limitar el programa de armas nucleares de Corea del Norte, ha intentado sacar a Corea del Norte de la estacada.
El embajador James Laney declar¨® durante una conferencia sobre, la reunificaci¨®n celebrada en Se¨²l 28 de junio: "Ahora nos enfrentamos a una nueva serie de riesgos. Para afrontarlos, tenemos que planificar una nueva forma de gesti¨®n de riesgos". El mes pasado, Washington y Tokio aprobaron una ayuda de 12 millones de d¨®lares (unos 1.500 millones de pesetas) en alimentos y EE UU est¨¢ plante¨¢ndose otros incentivos, entre ellos el levantamiento parcial del embargo econ¨®mico.
Los surcoreanos est¨¢n atrapados entre un deseo sentimental de reunificaci¨®n y un profundo resentimiento hacia el Norte. Chung Tae Ik, viceministro para vicecon¨®micos del Ministerio de Asuntos Exteriores surcoreano, afirma: "La mayor¨ªa de la gente est¨¢ en contra de la ayuda", y a?ade que el Gobierno no prev¨¦ ni el hambre ni una ca¨ªda. En las mejores circunstancias, los costes de la reunificaci¨®n ser¨¢n enormes. Hwang Eui Gak, profesor de Econom¨ªa en la Universidad de Coreal calcula que en los primeros a?os de una reunificaci¨®n "pac¨ªfica" el Sur puede esperar gastar entre 480.000 millones de d¨®lares y 609.000 millones anuales (un 60% del PIB previsto para el a?o 2000) para estabilizar a su vecino. Una ca¨ªda repentina con caos y millones de refugiados aumentar¨ªa la carga exponencialmente. Donald Gregg, ex embajador norteamericano en Se¨²l, explica: "Los c¨¢lculos de los costes son impresionantes. Espero que despierten a la gente". ?Tiene Se¨²l alg¨²n plan en previsi¨®n para un desastre as¨ª? Los funcionarios dicen que s¨ª, pero es de alto secreto.
En Washington se tiene la esperanza de que el Gobierno de Kim Jong II, hijo y heredero pol¨ªtico del extinto padre de la patria Kim II Sung, reconozca que ya no puede permitirse la agresividad que le caracteriza. En los ¨²ltimos meses, analistas de Washington, Tokio y Se¨²l han empezado a insinuar que en Pyongyang se est¨¢ iniciando un consenso pol¨ªtico. Desde la muerte del padre, la idea generalizada ha sido que Kim Jong II era un incompetente. Pero se espera que Kim asuma los t¨ªtulos oficiales de su padre dentro de uno a?o, al cumplirse el tercer aniversario de la muerte de su padre. Hace poco consolid¨® su Gabinete con legitimistas y miembros de la familia, varios de los cuales, como el zar de la pol¨ªtica econ¨®mica Kim Jong Woo, han demostrado cierto inter¨¦s en abrir el pa¨ªs a la reforma. La estabilidad pol¨ªtica en Pyongyang contribuir¨ªa poderosamente a evitar la catastr¨®fica ca¨ªda que el hambre podr¨ªa precipitar.
Puede que s¨®lo sean ilusiones, ya que el an¨¢lisis pol¨ªtico del opaco Norte se basa en una informaci¨®n que brilla por su escasez. Entretanto, es probable que se acent¨²e la crisis. Los expertos del Programa Mundial para la Alimentaci¨®n creen que la cosecha de octubre podr¨ªa quedarse en unos dos millones de toneladas o un 20% por debajo de las necesidades internas. Y Corea del Norte no podr¨¢ sobrevivir eternamente gracias a una receta de limosnas y hierbas del campo.
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