Empezando por Ram¨®n
Hans Meinke, director del C¨ªrculo de Lectores, se lanza ahora en su Galaxia Gutemberg -como ya ha informado este peri¨®dico- a una serie de obras completas de autores hisp¨¢nicos, que se inicia con las de Ram¨®n G¨®mez de la Serna. La amplia producci¨®n de este autor -se dec¨ªa de ¨¦l que "escrib¨ªa todo lo que se le ocurr¨ªa, publicaba todo lo que escrib¨ªa... y regalaba todo lo que publicaba"- va a abarcar 21 gruesos vol¨²menes, estructurados en ocho espacios literarios: una empresa editorial valiente, en tiempos como los actuales, en que han desaparecido casi todas las verdaderas librer¨ªas y los libros pasan demasiado velozmente por las grandes superficies. Pero Hans Meinke sabe vender, y aunque Ram¨®n no sea propiamente un autor popular, estoy seguro de que culminar¨¢ con ¨¦xito su apuesta editorial. Este primer volumen que nos ha presentado, Prometeo, acoge los escritos de juventud (1905-1913), desde que, con Entrando en fuego, el que iba a ser el gran humorista contempor¨¢neo se lanz¨® de hoz y coz en la literatura.Felizmente, no se trata de una edici¨®n cr¨ªtica. Su directora, la hispanista rumana lona Zlotescu, con el asesoramiento de Jos¨¦ Carlos Mainer, ha reunido con amor y cuidado los escritos del gran literato -algunos olvidados, como la novela corta El ruso-, pero sin a?adir demasiadas notas, variantes e interpretaciones, que habr¨ªan da?ado la espontaneidad -y, como buen cl¨¢sico, la actualidad- de sus insignes creaciones. Porque Ram¨®n es dif¨ªcilmente clasificable. Ni siquiera -lo se?al¨¦ en otra ocasi¨®n- un experto en vanguardias como Guillermo de Torre fue capaz de encasillar a Ram¨®n en ninguna de las de su tiempo. De todas se escabull¨ªa, confirmando una vez m¨¢s lo que, tan acertadamente dec¨ªa Jean Cassou de que "la literatura espa?ola procede por saltos, reencontr¨¢ndose a s¨ª misma despu¨¦s de largos sue?os, y viendo en Ram¨®n uno de sus m¨¢s altos brincos". Pero Guillermo de Torre vio tambi¨¦n muy certeramente que "destrucci¨®n y construcci¨®n era el orden no parad¨®jico, sino l¨®gico, del proceso creador que ha de seguir necesariamente todo esp¨ªritu aut¨¦ntico, como el de Ram¨®n, que no se conforme con ser eco y aspire a ser voz propia".
En el banquete que ofreci¨® Hans Meinke para presentar el primer volumen de estas obras completas, celebrado precisamente el 3 de julio, centenario del nacimiento de Ram¨®n (d¨ªa memorable en los anales literarios, porque tambi¨¦n vino al mundo en esa misma fecha Franz Kafka), suger¨ª a la denodada rumana que buscase los textos de las solapas de los primeros n¨²meros de la colecci¨®n Austral -nacida, como es sabido, en Buenos Aires durante la guerra civil-, porque muchos est¨¢n redactados por Ram¨®n, a cambio de unos menguados pesos con que ayudarse a malvivir en -su exilio argentino. ?l habl¨® de esa literatura "solapada" suya en que "se sacude al autor por las solapas". Pero tengo el recuerdo de que algunas son un paradigma de c¨®mo sintetizar en veinte l¨ªneas la imagen de un autor o de una obra.
En este gran empe?o editorial aparecer¨¢n despu¨¦s las obras completas de otros autores de aqu¨ª, como Baroja y Garc¨ªa Lorca, y de autores de allende el mar, como Octavio Paz y Pablo Neruda. Viene as¨ª Hans Meinke a subrayar con este programa -inicial, pero, como se ve, ya ingente una elemental verdad: a saber, que la cultura hisp¨¢nica es una unidad que se produce desde ambos continentes.
Probablemente sea Ram¨®n uno de los escritores espa?oles de mayor riqueza l¨¦xica. Lo demostrar¨ªa, si se hiciera, un recuento por ordenador del n¨²mero de vocablos distintos que ha manejado en su obra. Muchos de ellos -s¨ªntoma de buen escritor- creados, o recreados con nueva significaci¨®n, por ¨¦l mismo; verbigracia, la palabra greguer¨ªa. Pero la lengua espa?ola no se limita a Espa?a, y no son los espa?oles, como pretend¨ªa en un momento de soberbia Clar¨ªn, "los amos de la lengua". Un principio que levant¨® resistencias, especialmente en don Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal, que proclamaba: "?Qu¨¦ vamos a ser los amos! Seremos, en todo caso, los servidores m¨¢s adictos a ese idioma que a nosotros y a los otros nos se?orea por igual".
No s¨¦ si fue Oscar Wilde o Bernard Shaw quien dijo que Inglaterra y los Estados Unidos est¨¢n separados por una lengua com¨²n. Una paradoja que es a¨²n m¨¢s falsa en la lengua castellana. "Claro est¨¢", dec¨ªa ?ngel Rosenbalt, aquel gran fil¨®logo e inolvidable amigo, "que los personajes de Do?a B¨¢rbara, o de Don Segundo Sombra, o de Pedro P¨¢ramo, usan expresiones incomprensibles para el lector general. Pero tambi¨¦n las usan los personajes de Cervantes o de Quevedo. "Es verdad", a?ade, "que la prosa de Alfonso Reyes tiene algunos mexicanismos, pero a la de Ortega no le faltan madrile?ismos. Las dos proclaman la unidad de la lengua culta... y, en la medida en que la lengua es el ¨®rgano generador del pensamiento, hay que admitir no s¨®lo la unidad de la lengua hisp¨¢nica, sino una unidad sustancial de modos de ser. ?No es esto lo que Ortega llamaba repertorio com¨²n de lo consabido?".
Lo cual no significa que espa?oles e hispanoamericanos nos sintamos iguales. Nos sentimos iguales y distintos, a la vez nosotros y otros, pero se asemejan profundamente el espa?ol y el criollo en esa dificultad de encontrarse a s¨ª mismos, en esa b¨²squeda de la propia identidad, la cual, como afirmaba Arturo Uslar Pietri, "ha atormentado durante siglos el alma criolla". Una duda com¨²n, esta sobre uno mismo, que lleva a espa?oles y criollos a sentir como propias las obras del otro; aunque siempre seguir¨¢n existiendo los recalcitrantes que nieguen esta com¨²n hermandad de sentimientos. Hans Meinke, un editor que vino del fr¨ªo, va a demostrar con esta serie de obras completas que en sus dominios editoriales no se va a poner el sol. Deber¨ªamos agradecerle como se merece esta exaltaci¨®n y recuerdo que viene haciendo de nuestras mejores literaturas.
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