Zubero, a las puertas del podio

Mart¨ªn L¨®pez Zubero no pudo a?adir otra medalla a su prolongada hoja de servicios. Fue cuarto en la final de 100 metros espalda, en una carrera que domin¨® el estadounidense Jeff Rouse, un viejo adversario del campe¨®n espa?ol. L¨®pez Zubero, que esperaba estar por debajo de los 55 segundos, no pudo conseguir su objetivo y fue superado por los cubanos Rodolfo Falc¨®n y Neisser Bent, que hicieron historia para su pa¨ªs. Cuba nunca hab¨ªa conseguido una medalla en nataci¨®n y s¨®lo hab¨ªa tenido dos finalistas hasta estos Juegos.L¨®pez Zubero ha llegado a Atlanta liberado de tensiones. Dice que quiere sentir el esp¨ªritu de los Juegos. Tiene 27 a?os, una edad cada vez m¨¢s com¨²n entre los nadadores, pero prohibitiva antes de la consolidaci¨®n del profesionalismo entre los nadadores. En la ¨¦poca anterior, el final de la carrera de L¨®pez Zubero hubiera coincidido con su graduaci¨®n en la universidad y su participaci¨®n en Barcelona.

El tiempo de L¨®pez Zubero durante la matinal indicaba su buen estado. M¨¢s o menos estaba en los m¨¢rgenes de Barcelona 92. Por la tarde se recluy¨® en un c¨¦ntrico hotel de Atlanta. Quer¨ªa aislarse. Recibi¨® un masaje y almorz¨® con su padre y su hermano David, que oficia de entrenador desde los d¨ªas juveniles de Mart¨ªn. Dos horas antes de la prueba, lleg¨® al Georgia Tech Acuatic Center.

Poco despu¨¦s de las siete y media de la tarde, entr¨® en la piscina de calentamiento. Desde ese momento, todo discurri¨® met¨®dicamente. En un rinc¨®n del recinto, David se ocup¨® de rasurar el torso y los brazos del nadador para ofrecer la menor resistencia posible al agua. Durante un cuarto de hora, cubri¨® varios largos con una brazada perezosa. En otra esquina de la piscina, los dos finalista cubanos, Rodolfo Falc¨®n y Neisser Bent, charlaban con su entrenador, Pedro Hern¨¢ndez, de cualquier cosa menos de la final. Ni tan siquiera se desvistieron para, tomar contacto con el agua. Cuando se acerc¨® la hora de entrar en la antesala de la piscina, los tres cubanos se abrazaron. "!Pinga, vamos con ellos!, les dijo el entrenador. Pod¨ªan hacer historia, y lo consiguieron.

Mart¨ªn sali¨® de la piscina de entrenamiento, charl¨® con su hermano y se prepar¨® para entrar en el recinto cubierto. David, atento a todos los detalles, le cal¨® el gorro punto por punto, con una minuciosidad extrema. Cumplido el ¨²ltimo rito, Mart¨ªn entr¨® con gesto tranquilo en la piscina. No le acompa?aba nadie, no le esperaba nadie, no le anim¨® nadie. El campe¨®n de Barcelona ten¨ªa lo que quer¨ªa: un momento para ¨¦l, para disfrutarlo sin la interferencia de la prensa, sin la presi¨®n de entonces.

La carrera result¨® lineal. Rouse mand¨® en plaza, los cubanos le siguieron de lejos y Mart¨ªn L¨®pez Zubero no pudo aumentar la frecuencia y la potencia de su brazada en el segundo largo, donde hist¨®ricamente ha fabricado sus victorias. Estuvo al borde de la medalla durante toda la prueba, a un palmo de los cubanos, pero no consigui¨® su objetivo. Hab¨ªa tenido raz¨®n por la ma?ana. Con menos de 55 segundos, hubiera atrapado la medalla. Con 55,22s, no.