Morir de c¨¢rcel

MORIR EN huelga de hambre constituye un acto desesperado y lento de protesta. En Turqu¨ªa ya se han dejado fallecer al menos seis presos encarcelados por delitos en algunos casos violentos y con carga pol¨ªtica y Varias decenas m¨¢s pueden morir en los pr¨®ximos d¨ªas. El movimiento abarca a tres centenares de reos en una treintena de c¨¢rceles en todo el pa¨ªs y se est¨¢ extendiendo. Frente a las huelgas de hambre de Bobby Sands y otros miembros del IRA que murieron en c¨¢rceles del Ulster en 1981, a estos presos turcos no les mueve en su protesta una intencionalidad pol¨ªtica directa, sino la exigencia de que cambien esas terribles condiciones carcelarias que arrojan un manto de verg¨¹enza sobre Turqu¨ªa y tambi¨¦n sobre Europa, que s¨®lo mira de reojo las graves violaciones a los derechos humanos que se registran en ese pa¨ªs estrat¨¦gico.Muchos de los huelguistas de hambre pertenecen a grupos de extrema izquierda que han practicado el terrorismo y la protesta violenta en unos tiempos en que tambi¨¦n la extrema derecha turca llevaba a cabo atentados. Otros han sido encarcelados sobre la base de la ominosa Ley Antiterrorista, que declaraba delito sancionable con penas de prisi¨®n la propaganda separatista "sin tomar en consideraci¨®n los m¨¦todos, prop¨®sitos e ideas", frase esta ¨²ltima que s¨®lo se elimin¨® en octubre pasado. Pero los presos no han declarado la huelga de hambre por estos motivos, sino por las condiciones infrahumanas en algunas prisiones, donde abundan los malos tratos y las torturas, unidos a una alimentaci¨®n y unas condiciones sanitarias infames. Todo ello ha sido reiteradamente denunciado por organizaciones de derechos humanos. Los huelguistas reclaman, entre otras cosas, el cierre del presidio de Eskisehir, donde a menudo la elecci¨®n est¨¢ entre celdas para 50 o 60 presos o c¨¢maras individuales de castigo.

En los traslados de una c¨¢rcel a otra, o de una prisi¨®n a juzgados a menudo lejanos, donde la defensa se ve dificultada, se producen malos tratos por parte de la polic¨ªa. Un informe de la Federaci¨®n Internacional de Derechos del Hombre da la cifra de 147 desaparecidos en prisiones turcas durante el pasado a?o y Amnist¨ªa Internacional menciona a 35 desaparecidos cuando es taban bajo custodia de las fuerzas de seguridad y 63 muertos ejecutados o torturados, en esas c¨¢rceles.

Turqu¨ªa no es, sin embargo, una dictadura. Ha habido elecciones que han propiciado una nueva experiencia de Gobierno con un partido islamista al que pertenece el ministro de Justicia, responsable de las c¨¢rceles, que no parece afectado por lo que est¨¢ ocurriendo. Pero las fuerzas de seguridad siguen mandando mucho y su actuaci¨®n arroja demasiadas sombras sobre un pa¨ªs de corta experiencia en materia de libertades.

Pero si no entran nuevas aires en estas c¨¢rceles asfixiantes, Turqu¨ªa no pasar¨¢ nunca del resquicio de la puerta de Europa. La Uni¨®n Europea y sus Estados deben ejercer todas las presiones posibles para forzar a Turqu¨ªa a respetar los derechos humanos. El regreso al Consejo de Europa de una Turqu¨ªa con el tiz¨®n de sus c¨¢rceles mancha tambi¨¦n a esta instituci¨®n.