Un cuarto de minuto de silencio
Terminado el pase¨ªllo, las cuadrillas guardaron un minuto de silencio en memoria de Curro Valencia. Bueno, es un decir, porque al cuarto de minuto ya estaba todo el mundo aplaudiendo, luego pidiendo cerveza al cervecero, aplaudiendo las evoluciones ecuestres y cuanto es normal en la mal llamada corr¨ªda de rejones. No se sabe qu¨¦ extra?a impacienc¨ªa le entra a los p¨²blicos cuando hay que guardar un minuto de silencio. A lo mejor se creen, que es malo para la salud estar tanto tiempo callados.Aquello de en boca cerrada no entran moscas no reza para las corridas de toros en general ni para las mal llamadas de rejones en particular. Lo bueno fue que el silencio por la muerte del torero se ven¨ªa guardando tal cual mandan los c¨¢nones: sin m¨²sica ni aplausos en el pase¨ªllo.
Boh¨®rquez /Cuatro rejoneadores
Toros para rejoneo de Ferm¨ªn Boh¨®rquez, exageradamente despuntados, bravos.Fermin Boh¨®rquez: pinchazo y rej¨®n ca¨ªdo (vuelta). Luis Domecq: cinco pinchazos bajos y rej¨®n baj¨ªsimo (silencio). Pablo Hermoso de Mendoza: rej¨®n baj¨ªsimo (oreja); sali¨® a hombros. Antonio Domecq: rej¨®n ca¨ªdo, pinchazo -aviso-, metisaca bajo y, pie a tierra, cuatro descabellos (silencio). Por colleras. Boh¨®rquez-Hermoso: pinchazo y otro descordando (oreja). Hermanos Domecq: rej¨®n ca¨ªdo (oreja). Se guard¨® un minuto de silencio en memoria de Curro Valencia. Plaza de Valencia, 28 de julio. 11 11? corrida de feria. Media entrada.
S¨®lo se o¨ªa en la plaza alg¨²n imprevisto relinchar, el campanilleo de las mulillas, y de fuera ven¨ªa ese lejano ronrroneo que es el h¨¢lito vital de la ciudad autom¨¢tica. Al rev¨¦s que en Madrid, donde la banda ataca jubilosa el pasodoble sandunguero, como si en vez de estar homenajeando a un torero fallecido hubiera all¨ª guateque.
El p¨²blico en pie, paradas y descubiertas las cuadrillas, guardaron un minuto de silencio. Es un decir, porque al cuarto de minuto -doce segundos seg¨²n otros cronometradores-, alguien grit¨® "?Viva Curro Valencia!", volvi¨® el bullicio, rompi¨® la gente a aplaudir y ya no par¨®. Las mal llamadas corridas de rejoneadores tienen siempre ovaciones de fondo y se acent¨²an con cada clavaz¨®n, con cada sombrerazo, con cada rej¨®n que reviente al toro.- El caso es que, finalmente, el toro se muera. Y si cae descordado -le ocurri¨® al quinto- viene el delirio.
El rejoneador m¨¢s ovacionado fue Pablo Hermoso de Mendoza, no por nada sino porque ofreci¨® espect¨¢culo y diversi¨®n. Clavando no estuvo fino pero templando y caracoleando con esos espl¨¦ndidos caballos que tiene, practic¨® un rejoneo plet¨®rico de alegr¨ªa y de belleza. ?¨®le!, pues, por el rejoneador navarro.
Uno dir¨ªa que Ferm¨ªn Boh¨®rjuez tampoco era manco. Ferm¨ªn Boh¨®rquez, hijo -el padre rebull¨ªa nervioso por el callej¨®n- rejone¨® con eficacia y pudo apreciarse adem¨¢s que en caso de templar y caracolear lo hac¨ªa por los medios; no por los terrenos de dentro, a la manera de su mencionado colega en el oficio caballar. O sea que i¨®le! tambi¨¦n por el joven Boh¨®rquez y otro i¨®le! por el Boh¨®rquez talluudo, cuyos toros sacaron bravura de la buena.
Los hermanos Domecq no estuvieron brillantes, precisamente, en su actuaci¨®n. Y, luego estos, y los otros perpetraron colleras; esa ignominia.
Al p¨²blico le gust¨®, sin embargo, y aplaudi¨® mucho y no se march¨® en silencio pues nadie ha dicho que una corrida de rejones haya de ser capic¨²a.
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