La cuesti¨®n cubana
El d¨ªa 1 de agosto la ley Helms-Burton entra en vigor, con la excepci¨®n que confirma la regla del t¨ªtulo III que se suspende por seis meses pese a las protestas de distintos pa¨ªses, de empresas multinacionales afectadas, de organismos internacionales y hasta de la propia UE. Estados Unidos ha impuesto su ley en la cuesti¨®n cubana: las elecciones presidenciales de noviembre y la fuerza del lobby cubano de Miami se han juntado para dictar al mundo la famosa ley libertad que sanciona las operaciones en la isla con bienes de ciudadanos o empresas de aquel pa¨ªs nacionalizadas por el r¨¦gimen de Castro.Los contenidos de la ley Helms-Burton son de sobra conocidos: atentan contra el derecho internacional, contra las reglas mundiales del comercio, contra las normas de la OEA, del GATT y del TLC, contra Canad¨¢, M¨¦xico y Espa?a, por este orden, esto es, atentan contra el llamado orden econ¨®mico internacional, mientras apoyan las propuestas de la extrema derecha republicana y de los halcones cubanos de Miami con M¨¢s Canosa a la cabeza, como acaba de declarar el l¨ªder de Cambio Cubano en el exilio, Guti¨¦rrez Menoyo, de tal manera que a trav¨¦s de los republicanos ese lobby cubano de exilio le impone al Gobierno del pa¨ªs m¨¢s poderoso de la tierra una ley extraterritorial por un pu?ado de votos en el Estado de Florida.
?Pero en realidad se aprueba esa ley por un pu?ado de votos, o tambi¨¦n por un pu?ado de d¨®lares? Seg¨²n analizaba hace unas semanas la prestigiosa revista internacional The Economist en un n¨²mero extra dedicado a Cuba que titulaba "Heroic illusions", la clave de esta ley no est¨¢ ni en los votos cubanos de Florida (que seguir¨¢n siendo mayormente republicanos), ni en los derechos humanos (que siguen conculcados en muchos pa¨ªses del mundo relacionados con Estados Unidos), ni en el empe?o de impulsar las reformas democr¨¢ticas en la isla (pues su aprobaci¨®n corta el di¨¢logo iniciado entre el r¨¦gimen y distintos sectores del exilio); la ley tratar¨ªa sencillamente de impedir que la penetraci¨®n econ¨®mica de otros pa¨ªses en Cuba, especialmente Canad¨¢ y varios de la UE con Espa?a a la cabeza, consoliden en los pr¨®ximos a?os su presencia estrat¨¦gica en la econom¨ªa caribe?a, lo que impedir¨ªa a medio plazo la reconquista econ¨®mica de la isla por las empresas norteamericanas.
Esta ley universal se plantea por tanto como una estrat¨¦gica operaci¨®n econ¨®mica no s¨®lo contra Cuba y su Gobierno sino contra las empresas que invierten en la isla para volver a convertir a la ca¨ªda de Castro la llamada perla del Caribe en lo que Leland H. Jenks llam¨® en su c¨¦lebre libro antes de la revoluci¨®n "nuestra colonia de Cuba".
As¨ª lo ha entendido la primera empresa y el primer pa¨ªs inversor en la isla, la multinacional canadiense Sherritt, que con el firme apoyo de su Gobierno y pese a ser castigada por la ley Helms-Burton, se ha negado a reconocer su efecto y ha anunciado que ampli¨¢r¨¢ all¨ª sus inversiones, centradas en los minerales estrat¨¦gicos n¨ªquel y cobalto. La Sherritt, que ven¨ªa funcionando desde 1990 en joint ventures con el Estado cubano, se propone aprovechar la nueva ley de inversiones extranjeras aprobada en Cuba en septiembre del a?o pasado para impulsar sus negocios y su independencia empresarial en la isla.
Sin embargo, ni el Gobierno espa?ol, ni todas las empresas espa?olas que operan en la gran Antilla han actuado con esa decisi¨®n en defensa de intereses econ¨®micos leg¨ªtimos, que se justifican adem¨¢s por especiales relaciones hist¨®ricas: Cuba es la Espa?a ultramarina, el pa¨ªs hermano como bien se llam¨® siempre, por eso defender nuestras relaciones econ¨®micas con la isla es defender tambi¨¦n nuestros v¨ªnculos hist¨®ricos.
Y ahora que se va a cumplir el centenario del 98 se puede en rigor establecer un cierto paralelismo hist¨®rico entre estas fechas, porque la p¨¦rdida de nuestra ¨²ltima colonia signific¨®, para Estados Unidos una doble victoria, primero frente a los cubanos independentistas al limitar la soberan¨ªa mediante la enmienda Platt y luego frente a los espa?oles al sustituirnos en el control pol¨ªtico y econ¨®mico de la isla. Un siglo despu¨¦s la ley Helms-Burton puede ser tambi¨¦n una doble victoria, al desplazar los intereses espa?oles -y de otros pa¨ªses- y volver a someter a los cubanos a la pol¨ªtica del "destino manifiesto".
El drama de Estados Unidos con Cuba es el mismo que se atribu¨ªa a aquel cr¨ªtico del desastre del 98, al regeneracionista Joaqu¨ªn Costa, -a saber: que quiere ser dem¨®crata y no puede, porque despu¨¦s de 37 a?os de confrontaci¨®n pol¨ªtica, econ¨®mica y comercial, los norteamericanos siguen considerando a Cuba cosa suya y declarando ilegal la revoluci¨®n, ahora mediante la ley Helms-Burton, que sigue a la ley Torricelli, que sigue a las leyes de emigraci¨®n, que sigue al embargo, que suma y sigue, y lo ¨²nico que logra es reforzar la unidad interior frente al enemigo externo y al exilio.
Los portavoces norteamericanos enfatizan el aspecto pol¨ªtico de una ley que se propone "arrojar el comunismo cubano", ha declarado estos d¨ªas el portavoz del presidente Clinton, "al basurero de la historia, que es donde tiene que estar". Pero una ley que mata la libertad econ¨®mica en nombre de la libertad pol¨ªtica, una ley que trata de quitar a Castro para colocar a M¨¢s Canosa en el papel, de Machado o de Batista, una ley que trata de rendir por hambre a los cubanos de la isla y a expulsar por decreto a los empresarios de fuera, no es una ley contra el r¨¦gimen cubano, es una ley contra el r¨¦gimen internacional.
La oposici¨®n un¨¢nime a la ley Helms-Burton de los principales aliados pol¨ªticos y econ¨®micos de Estados Unidos expresa una posici¨®n de principio que no tiene nada que ver con el comunismo cubano: de aceptarse su aplicaci¨®n se establecer¨ªa un precedente por el cual Estados Unidos podr¨ªa legislar para terceros pa¨ªses y tomar decisiones unilaterales para regir las actividades econ¨®micas y comerciales en el mundo, seg¨²n sus particulares intereses nacionales.
La cuesti¨®n cubana que Plantea la llamada ley libertad, es sobre todo ¨¦sta: abre la posibilidad a los norteamericanos de utilizar a Cuba para imponer al mundo por ley sus intereses estrat¨¦gicos, adem¨¢s de perjudicar las inversiones de otros pa¨ªses en la isla, que a la larga se ver¨ªan desalojados de all¨ª, cayendo Cuba cuando caiga Castro como "fruta madura" -seg¨²n la conocida teor¨ªa hist¨®rica de J. Q. Adams- en manos de Estados Unidos.
Y que esta ley se apruebe a instancias de M¨¢s Canosa dejando fuera a otros sectores del exilio que empezaban a dialogar con el r¨¦gimen cubano, y que esta ley se acuerde cuando las reformas econ¨®micas hacia el mercado avanzaban sin pausa, prueba el miedo de los sectores m¨¢s radicales de Miami y del establishment econ¨®mico norteamericano al posible ¨¦xito de los cambios que se est¨¢n operando en Cuba.
Pero despu¨¦s de un siglo de vivir entre imperios, de luchar contra Espa?a para ser independiente, de luchar contra Estados Unidos para ser libre, y de luchar contra la URSS para ser de verdad socialista, Cuba se merece un respeto, y la obligaci¨®n de los pa¨ªses democr¨¢ticos es alentar las reformas pol¨ªticas en la isla, y el inter¨¦s de los empresarios de impulsar sus negocios para homologar a Cuba.
Ni los cubanos se merecen un estado de sitio econ¨®mico, ni el mundo un estado de excepci¨®n legal que dependa de los tribunales norteamericanos, ni las empresas espa?olas un estado de gracia que dependa de M¨¢s Canosa, porque, como dijo hace precisamente un siglo, antes de que perdi¨¦ramos la isla, un destacad¨ªsimo representante del empresariado espa?ol, Pablo de Alzola, si no protegemos los intereses espa?oles all¨ª, Estados Unidos "dada su proximidad, conseguir¨¢ el prop¨®sito de cerrar el mercado de Cuba a los art¨ªculos espa?oles". Que no se repita la historia.
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