Don Pedro La¨ªn, tranquil¨ªcese
Su Carta a Jordi Pujol publicada en EL PA?S el d¨ªa del ap¨®stol Santiago me ha convencido de que las calumnias y las patra?as mendaces de ciertos peri¨®dicos y radios de Madrid han hecho mella incluso en personas te¨®ricamente informadas, como usted. El tono de su art¨ªculo, tan propio de un humanista cristiano y reflexivo, rezuma una cierta angustia unamuniana: "Dentro de medio siglo, ?seguir¨¢ habiendo entre los catalanes cultos un conocimiento y una estimaci¨®n de la cultura espa?ola en castellano equiparables a los que desde la Renaixen?a hasta hoy han mostrado Verdaguer, Maragall, Riba ... ?", se pregunta. El ¨²nico argumento que exhibe para sustentar su "viva preocupaci¨®n" y su "secreto temor" es la mal llamada inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica. Los separadores de la COPE y de Abc y El Mundo han hecho creer que el predominio del catal¨¢n en la escuela p¨²blica (no en la privada) est¨¢ erradicando a la lengua castellana no solamente en la ense?anza, sino de toda Catalu?a. S¨®lo hace falta pasearse por el Ensanche barcelon¨¦s, ya no, digo por Nou Barris, y coger diariamente el metro para percatarse de que en la calle la lengua mayoritaria es el castellano. Si se acerca a un quiosco, el 95% de las revistas son en castellano, y s¨®lo uno de los cuatro peri¨®dicos de Barcelona, est¨¢ escrito en catal¨¢n. Si usted va al cine, predominan en un 90% las pel¨ªculas en castellano. ?D¨®nde est¨¢, pues, la amenaza de extinci¨®n del castellano?Durante cuarenta a?os el r¨¦gimen franquista combati¨® genocidamente la lengua y la cultura catalanas, aunque en los ¨²ltimos 15 o 20 a?os afloj¨® su presi¨®n y permiti¨® la publicaci¨®n de libros y alguna revista, pero jam¨¢s de ning¨²n peri¨®dico, y con s¨®lo algunas concesiones en la radio y la televisi¨®n. El libro reciente de Josep Benet Intent franquista de genocidi cultural contra Catalunya es un alegato incontestable.
Desde hace una larga d¨¦cada el catal¨¢n ha dejado de ser una lengua casi clandestina, superando as¨ª la persecuci¨®n de dos dictaduras militares en este siglo, aunque ya en el siglo pasado, y en tiempos de Isabel II, se oblig¨® oficialmente a los autores de teatro a hacer hablar en castellano a uno de los personajes. Se comprende que en la mayor¨ªa de los casos escogieron al m¨¢s tonto. Y lo que ahora se hace desde las instituciones catalanas y desde la sociedad civil es recuperar parte del terreno y del tiempo perdido a partir de 1939, cuando Franco incluso prohibi¨® las hojas parroquiales en catal¨¢n. ?No cree usted que es una buena pol¨ªtica de equilibrio ling¨¹¨ªstico que los j¨®venes salgan de la escuela sabiendo correctamente el catal¨¢n y el castellano?
Por otra parte, m¨¢s del 99% de los padres castellanohablantes no han secundado las campa?as neofranquistas de ciertos medios de comunicaci¨®n que quer¨ªan romper la convivencia en Catalu?a y que instigaban a la rebeli¨®n social y cultural. A estos progenitores les parece muy bien que sus hijos, porque son catalanes y como promoci¨®n social y cultural, aprendan la lengua propia del pa¨ªs. Y porque saben que nadie les privar¨¢ ni de hablar, ni de leer, ni de escribir en castellano. Y no olvide que este reequilibrio ling¨¹¨ªstico (no me gusta el t¨¦rmino inmersi¨®n) ahora lo lleva a cabo un consejero de la Generalitat de Catalu?a que es de Soria, como hasta hace poco la consejera de Gobernaci¨®n era de Arag¨®n y el de Econom¨ªa de Burgos.
Hay otra raz¨®n de peso para creer que, como escribe usted, "el castellano seguir¨¢' teniendo vigencia en Catalu?a", y es su fuerza cultural. Es surrealista insinuar que "los catalanes cultos del siglo XXI no podr¨¢n disfrutar" de ese acervo que es la cultura de Berceo, Quevedo, Azor¨ªn o Delibes.
Recuerda usted emotivamente su querencia por Catalu?a desde el espl¨¦ndido pr¨®logo que puso al volumen de obra castellana de Maragall o la conferencia ante la comunidad de Montserrat, a petici¨®n del abad Escarr¨¦, hasta su asistencia al concurso literario de Cantonigr¨°s, que montaba Joan Triad¨². Recuerdo que fue en 1958, y yo estaba con usted y con Dionisio Ridruejo. Cuando fuimos a Rupit, donde los balcones a menudo no tienen baranda, mirando a un peque?o abismo rocoso, Dionisio bromeaba: "Buen sitio para defenestrar al hombr¨ªn", al dictador. Y tengo, dedicado por usted en aquel lejano 1956, un precioso librito, Las cuerdas de la lira (Cuadernos de Tiempo Nuevo), donde condenaba, ya entonces, a los uniformadores y a los disgregadores, y apostaba por una Espa?a diversa que fuera "un manantial de energ¨ªa hist¨®rica", y no dej¨® de citar al profeta Maragall y a su Oda a Espa?a. Yo tampoco olvido aquellos memorables congresos de poes¨ªa que se iniciaron en Segovia en 1952 y que significaron el hist¨®rico reencuentro entre intelectuales castellanos y catalanes, y donde usted jug¨®, con Ridruejo, un papel de primer orden.
Le invito a que venga m¨¢s a menudo a Catalu?a. La "distancia" entre Madrid y Barcelona en algunos aspectos es mayor ahora que hace 40 a?os. Con mucho gusto podr¨ªa usted dar unas conferencias y volver a Montserrat y Poblet, y al palacio de nuestro gobierno aut¨®nomo. Y ver¨ªa que, respirando el ambiente de calle, aplicamos la m¨¢xima que escribi¨® usted en Las cuerdas de la lira al decir que "la convivencia no sea serm¨®n, sino conducta". Gracias, querido maestro, por haber tenido la ocasi¨®n de escribirle coram populo.
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