Motos salvajes
Al regresar a Madid tras las vacaciones, todo lo que de negativo presenta la ciudad parece exagerarse. Sin embargo, lo que no cabe exagerar, porque es siempre apabullante, es el ruido de las motos de gran cilindrada, que parecen cruzar la ciudad como preludios de la muerte. Es un ronquido tan atronador, tan destructivo, tan irritante y -los que tenemos hijos lo sabemos- tan inquietante el paso de estas motos a m¨¢s de 180 kil¨®metros por hora por entre las calles, que debieran retirar el carn¨¦ a los salvajes que las pilotan de esa manera-
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