Barber¨¢: un economista ligado a la Universidad
Cumpli¨® 50 a?os y recibi¨® la noticia de la obtenci¨®n del VI Premio de Econom¨ªa Rey Juan Carlos, cuando se hallaba en Maastricht participando en un congreso. La an¨¦cdota define al personaje. Como cient¨ªfico, su ¨¢mbito de actuaci¨®n no conoce fronteras geogr¨¢ficas o intelectuales. Su actividad ha sido siempre tan intensa que no es de extra?ar que una fecha se?alada, ya sea familiar o profesional, le sorprenda lejos.Por lo que respecta a su trayectoria cient¨ªfica, esta actitud vital se traduce en un compromiso incondicional con la Universidad espa?ola. Salvador Barber¨¢ ha puesto siempre su inagotable energ¨ªa y fino talento al servicio de la instituci¨®n universitaria sin servirse de ella.
La comunidad universitaria acoger¨¢ con entusiasmo la concesi¨®n de una distinci¨®n anunciada. En c¨ªrculos m¨¢s amplios quiz¨¢ sea recibida con curiosidad o extra?eza: Salvador Barber¨¢; como muchos otros cient¨ªficos de val¨ªa que trabajan en nuestras universidades, no es un hombre p¨²blico. Pero ¨¦sa, es precisamente una de las funciones sociales de los premios a la excelencia cient¨ªfica: presentar en sociedad - a hombres de ciencia cuyo discurso no pretende, ni en una primera aproximaci¨®n puede pretender por su propia naturaleza, rebasar el estrecho marco de la comunidad cient¨ªfica a la que pertenece.
Salvador Barber¨¢ inici¨® sus estudios de Econom¨ªa en la Universidad de Barcelona en el a?o 1964. Durante su primer a?o de carrera fue un estudiante brillante y comprometido. Como tal fue expedientado y. expulsado de la universidad durante su segundo a?o, y tuvo que finalizar sus estudios en la Universidad de Bilbao. Desarmado y desilusionado, dedic¨® su capacidad intelectual a liquidar en tres a?os los cuatro cursos que le quedaban.
A partir de su traslado a Bilbao empez¨® a gestarse un plan de futuro que contemplaba completar su formaci¨®n en una buena universidad. Tuve el privilegio de ser su c¨®mplice y nuestras vidas siguieron a partir de entonces un proceso paralelo. Nunca llegaron a converger y siempre llevaron, sin embargo, la misma direcci¨®n. En 1969, emprendimos juntos el camino hacia la c¨¢tedra del profesor Luis ?ngel Rojo, en Madrid, siguiendo la misma ruta que a?os antes hab¨ªan tomado otros estudiantes catalanes como Andreu Mas Colell y Alfredo Pastor. Como ellos, tras un a?o de estudios de doctorado en Madrid, fuimos admitidos en una universidad americana.
Los cinco a?os de estudios de doctorado en la Northwestern University le proporcionaron la formaci¨®n como economista te¨®rico y le abrieron las puertas de acceso a la comunidad cient¨ªfica internacional. De su tesis doctoral surgen diversos art¨ªculos cient¨ªficos, los primeros de una ininterrumpida serie. Es entonces cuando toma una- decisi¨®n cuajada de riesgos y retos: regresar a Espa?a y proseguir all¨ª su carrera como investigador.
Unos cincuenta art¨ªculos publicados en las mejores revistas cient¨ªficas condensan las contribuciones de Salvador Barber¨¢, que se inscriben en el marco de la teor¨ªa de la elecci¨®n social. Se trata de aportaciones te¨®ricas en el sentido de que se formulan con precisi¨®n diversos conceptos y se explota sistem¨¢ticamente sus implicaciones con el an¨¢lisis axiom¨¢tico.
Como prueba del amplio reconocimiento internacional, cabe destacar dos distinciones: en primer lugar, es el primer economista espa?ol que, ejerciendo en Espa?a, es nombrado Jellow de la Econometric Society en 1978; en segundo lugar, es doctor honoris causa por la Academia de Ciencias de la URSS en 1991.
Resulta dif¨ªcil transmitir el alcance y el contenido de las aportaciones te¨®ricas de Barber¨¢ sin agredir al lector con toda suerte de tecnicismos. Pero algo hay que hacer para, por lo menos, esbozar con unas pocas y toscas pinceladas sus ideas fundamentales y su relevancia.
La teor¨ªa de la elecci¨®n social tiene por objeto el an¨¢lisis del tr¨¢nsito de la racionalidad individual, que refleja las preferencias e intereses privados de los miembros de una comunidad, a la racionalidad colectiva, expresi¨®n de los intereses comunes. Este an¨¢lisis suele hacerse con un esp¨ªritu normativo, es decir, situado en la esfera del deber ser, y trata de establecer c¨®mo definir el bien com¨²n a partir de las concepciones individuales. El punto de partida es el celebrado teorema de imposibilidad de Arrow, que pone de manifiesto las dificultades de construir las prioridades individuales de un modo satisfactorio. Barber¨¢ ha realizado varias aportaciones a est¨¢ problem¨¢tica.
Si adem¨¢s se tiene en cuenta que la informaci¨®n sobre la econom¨ªa se halla dispersa y que, por tanto, el dise?ador de la pol¨ªtica econ¨®mica no conoce por tanto los datos, aparecen entonces serios problemas de incentivos. Este tipo de consideraciones constituyen la ra¨ªz del renacimiento espectacular de la teor¨ªa de los juegos en la ciencia econ¨®mica que tuvo sus primeras manifestaciones en el marco de la teoria de la elecci¨®n social: si se postula una cierta concepci¨®n del bien com¨²n y se intenta dise?ar los mecanismos que garantizan que las acciones de los distintos individuos conduzcan al Estado socialmente deseable, aparece la posibilidad del comportamiento estrat¨¦gico y oportunista de los agentes. En la medida en que el mercado competitivo no sea el ¨²nico mecanismo de coordinaci¨®n social, habr¨¢ que dise?ar mecanismos de decisi¨®n o instituciones econ¨®micas que sean inmunes al comportamiento estrat¨¦gico, es decir, que cada individuo al perseguir su propio inter¨¦s contribuya de este modo al inter¨¦s colectivo. Y esto ocurre en cualquier organizaci¨®n, sea ¨¦sta un Estado, una empresa o un club deportivo. Las aportaciones m¨¢s importantes de Barber¨¢ se refieren a estos problemas.
Un aspecto adicional otorga a su perfil cient¨ªfico un car¨¢cter ¨²nico: una resuelta convicci¨®n de realizar su contribuci¨®n cient¨ªfica en Espa?a, concretamente en la Universidad.Una idea ¨²nica informa su proyecto: crear un departamento universitario competitivo a nivel internacional. Su compromiso local con la Universidad espa?ola se complementa con la dimensi¨®n decididamente global que quiere dar a su proyecto cient¨ªfico. Su experiencia en la Universidad americana le indica con claridad el camino a seguir: incidir en el aparato reproductor del sistema, en la formaci¨®n de profesorado.
El primer intento tiene lugar en la Universidad del Pa¨ªs Vasco, donde, codo a codo con Juan Urrutia, crean el Instituto de Econom¨ªa P¨²blica y un programa de doctorado. No est¨¢n solos. Hay incipientes movimientos paralelos en otras universidades, Surgen iniciativas conjuntas y se inician relaciones con universidades del sur de Europa tratando de contrapesar la influencia decisiva de Londres y Par¨ªs. Se crea la Asociaci¨®n Europea de Econom¨ªa Te¨®rica (Asset), que incluye las espa?olas citadas y las de Toulouse, Aix-Marseille y el Instituto Universitario Europeo de Florencia entre otros.
En 1986, se traslada a la Universidad Aut¨®noma de Barcelona y toma las riendas del programa de doctorado. Se inicia un ,proceso de remodelaci¨®n que culmina en el International Doctorate in Economic Analysis (IDEA), un programa que compite directamente con los mejores programas europeos. Es la puesta en pr¨¢ctica de una idea largo tiempo trabajada. Las ideas claves son la homologaci¨®n internacional, la capacidad de atraer a los mejores estudiantes de Econom¨ªa de Europa y la capacidad de colocar a los doctores formadores en Europa. Hoy, el programa tiene 60 estudiantes financiado! con becas de diversas procedencias. Una revoluci¨®n en los planteamientos del tercer ciclo en la Universidad espa?ola.
Tanto por el valor de su aportaci¨®n cient¨ªfica como por su contribuci¨®n a la regeneraci¨®n de la Universidad, aseguro que nunca tan ilustre candidato mereci¨® mejor galard¨®n. Porque, como afirmaba Camus, el ¨¦xito es f¨¢cil de obtener, lo dif¨ªcil es merecerlo. Salvador Barber¨¢ se lo merece.
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