La larga espera del alba

VIENE DE LA P?GINA 1Marcelino (nombre ficticio), un sastre angole?o, su esposa y sus dos ni?os de siete y dos a?os llegaron el mi¨¦rcoles a la cola antes del gallo. "El martes vinimos a las siete de la ma?ana y nos quedamos sin turno", afirma.

Por eso, el mi¨¦rcoles a las tres de la madrugada abandonaron en coche su domicilio de Alcorc¨®n y, una vez en la calle de Morat¨ªn, los ni?os se quedaron durmiendo en el veh¨ªculo con uno de los progenitores mientras el otro aguardaba el turno. El padre tiene un permiso de trabajo y -residencia desde hace seis a?os y ahora quiere legalizar la situaci¨®n de su mujer e hijos.

Ana Chaves, una enfermera peruana que desea traer de su pa¨ªs a sus dos hijos peque?os, lleg¨® tambi¨¦n a la cola a las tres de la madrugada. Era la tercera vez. Las dos primeras hizo el viaje en balde.

Elisabeth, una caboverdiana de 37 a?os, tuvo suerte. Lleg¨® el mi¨¦rcoles a las siete de la ma?ana a la fila y consigui¨® entrar. Con permiso laboral como empleada de hogar, quiere renovar los papeles de su hijo de trece a?os y obtener la residencia del peque?o, de ocho.

A la comisar¨ªa de Los Madrazo, sede de la Brigada, donde se tramitan y entregan los expedientes recogidos en Morat¨ªn, est¨¢n llegando numerosas quejas por estas esperas.

Los agentes creen que el fin de plazo de la regularizaci¨®n est¨¢ poniendo nerviosos a los inmigrantes ya que, seg¨²n aseguran, est¨¢n soportando enormes colas personas que no dependen de esta medida excepcional y que pueden tramitar sus permisos en cualquier otro momento sin aguardar tanto.

"Com¨®, algunos inmigrantes no saben si tienen que presentar o no sus papeles antes del 23 de agosto, lo hacen por si acaso. Eso provoca aglomeraciones", explican en Los Madrazo. Reconocen que tambi¨¦n influyen las vacaciones.

Seg¨²n afirman los afectados y los comerciantes de la zona, las colas han existido desde que hace un a?o se abriera esta oficina. Aunque ahora se han recrudecido. Antes, los inmigrantes se api?aban en la calle de Los Madrazo.

"En las largas esperas se ven bastantes ni?os y, a veces, hay adultos que, derrotados por el cansancio, se ponen a dormir, en cartones", explica un industrial del barrio.

El momento culminante de la espera es cuando, a las nueve menos cuarto de la ma?ana, uno de los agentes reparte los n¨²meros que fijan el turno de atenci¨®n. Mientras los primeros entran, el resto aprovecha para tomarse un tentempi¨¦. Quienes quedan fuera de turno se marchan defraudados.