En defensa de un hereje
Pasada ya la tormenta, se descubre que lo m¨¢s grave de lo dicho por Aleix Vidal-Quadras en Santander, durante el curso dirigido por el autor de estas l¨ªneas, consisti¨® en recordar que el Ayuntamiento de L¨¦rida ha decidido celebrar sus sesiones ¨²nicamente en catal¨¢n. Este es uno de esos peque?os sucesos cotidianos que esmaltan nuestra vida colectiva en el presente estado de nuestra organizaci¨®n pol¨ªtica. Pongamos un par de ejemplos m¨¢s. Existe en Barcelona un ¨²nico diario en catal¨¢n que sobrevive gracias al apoyo financiero de las Cajas de Ahorro. Me parece que eso es justificable, pero ?hasta cu¨¢ndo y hasta cu¨¢nto? Los profesores de los primeros escalones educativos, si quieren desempe?ar un puesto docente, deben conocer la lengua propia de cada comunidad. Siendo eso ¨®ptimo, ?tiene sentido que se les obligue a ese conocimiento antes de acceder a ¨¦l o no ser¨ªa m¨¢s l¨®gico que se les diera tiempo para despu¨¦s de haber ganado su concurso u oposici¨®n?La democracia es complicaci¨®n y lo resulta de forma reduplicativa en sociedades plurales. A mi modo de ver, yerra por completo Vidal-Quadras cuando responde de modo frontal a situaciones como ¨¦stas levantando el espectro de un nacionalismo pseudototalitario que eligir¨ªa la identidad propia como valor ¨²nico y excluyente. Por descontado, la inmensa mayor¨ªa de los nacionalistas catalanes y vascos colocan los derechos de la persona y la rotaci¨®n de los Gobiernos mediante elecciones por delante de aquel factor. Siempre existir¨¢, por parte de los nacionalismos, una tendencia a hacer predominar lo colectivo sobre derechos individuales. La forma de combatirla debe consistir en una sabia y sobria combinaci¨®n de firmeza e iron¨ªa, falta de complejos y sobra de conciencia de que, resistiendo alguna pretensi¨®n inconveniente, se beneficia a esa sociedad en la que los nacionalistas dicen pensar de forma exclusiva. S¨®lo una sobrecarga ideol¨®gica ultraliberal permite presentar a los sardanistas como peligrosos fundamentalistas que han sustituido a Jomeini por un l¨ªder que atiende al nombre de Jordi.
Adem¨¢s, pensando as¨ª, no s¨®lo se alancean fantasmas, sino que se imposibilitan soluciones. El diagn¨®stico desmesurado se revuelve contra el centro derecha del que quedar¨ªan excluidos no s¨®lo Herrero de Mi?¨®n y Fraga en la actualidad, sino Maura y Camb¨® en el pasado. Tal planteamiento, en fin, de considerarse el ¨²nico ortodoxo, har¨ªa imposible cualquier colaboraci¨®n presente o futura con los nacionalismos. A un tumor -con el s¨®lo alivio de que puede ser benigno- se le da el tratamiento de la cirug¨ªa o la quimioterapia y no otro.
Y, sin embargo, la opini¨®n de Vidal-Quadras debe ser o¨ªda y meditada, aunque sobre todo en los ejemplos en que la basa y no en su teorizaci¨®n posterior. Un gran intelectual catal¨¢n sol¨ªa citar la sentencia cl¨¢sica "oportet haereses esse" ("conviene que haya herejes"). El discrepante -el hereje- resulta toda una necesidad en un ambiente como el de la pol¨ªtica espa?ola en la que lo habitual es tan s¨®lo justificar la finta pol¨ªtica inmediata. La discrepancia de fondo con Vidal-Quadras no impide declarar que ha tenido, al menos, el m¨¦rito de no cambiar y eso, sumado a la altura intelectual y la brillantez expositiva, resulta planta tan infrecuente en la vida p¨²blica espa?ola que debe ser cuidada con esmero. La posici¨®n de que se ha hecho eco resultar¨ªa muy preocupante de ser mayoritaria. En minor¨ªa, merece no ser ahogada por el peso aplastante de la coyuntura.
Kissinger dice en sus memorias que el personaje pol¨ªtico m¨¢s valioso que conoci¨® en su vida fue el pakistan¨ª Al¨ª Bhuto. Le describe como persona excepcionalmente inteligente y culta, gran orador y dotado de inmejorable trato de gentes. Asegura incluso que ten¨ªa un considerable ¨¦xito con las mujeres. S¨®lo le caracterizaba un defecto: no soportaba a los idiotas y le toc¨® una dosis superior a la normal. "Muri¨® ahorcado", comenta melanc¨®licamente Kissinger. El "s¨ªndrorne de Al¨ª Bhuto" se ha repetido tanto en la pol¨ªtica espa?ola que ser¨ªa p¨¦simo contemplar ahora otro caso aprovechando una conferencia acad¨¦mica en tiempo estival.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.