Las hierbas
Cuando viv¨ªa en Estados Unidos, una de las atracciones que encontraba en los malls eran unos quioscos, a menudo emplazados en el centro de las avenidas comerciales, donde expend¨ªan productos energ¨¦ticos. En aquel tiempo ya hab¨ªa denotado que me fatigaba m¨¢s de lo com¨²n y que la memoria, como a otros, no respond¨ªa a los m¨¢s elementales requerimientos.El quiosco de hierbas naturales ofrec¨ªa soluci¨®n para cualquier clase de males de este tipo y a¨²n otros agregados a la edad. La tendencia a la obesidad, el insomnio, la ansiedad, la falta de ganas para acudir a las fiestas, el des¨¢nimo cuando las cosas no sal¨ªan a la primera. El cuadro de la depresi¨®n pod¨ªa corresponderse con el cuadro de todos estos s¨ªntomas, pero encima se a?ad¨ªa el efecto de la edad, una de las razones para contraer una depresi¨®n doble, a poco que se repare en ella.
Mi mujer y algunos compa?eros son psic¨®logos, tengo un pu?ado de amigos m¨¦dicos e incluso a un par de personas muy inteligentes que, sin embargo, son psicoanalistas. Casi cualquiera de ellos, en tiempo del Prozac, me habr¨ªa recetado una caja, y el mismo Martin Seligman, experto mundial en depresiones, a quien conoc¨ª en Filadelfia escuchando ¨®pera en un jard¨ªn, se declaraba a favor de la sustancia. Prob¨¦ el Prozac por un periodo de semana y media y vi que me pon¨ªa nervios¨ªsimo. Ech¨¦ mano de componentes con otra cosa parecida y obten¨ªa el mismo efecto; el optalid¨®n hace tiempo que me sienta mal, y desde que le restaron su componente m¨¢gico, el butalbital, ya no es ni sombra de lo que era.
En cuanto al Bisolv¨®n, que tiene tanta efedrina como para haber descalificado a Maradona del mundial de f¨²tbol en 1994, produce una firme sequedad de garganta y, al poco, repercute en dolores de est¨®mago que, ingerido para escribir, hace perder el hilo de todo razonamiento.
Los quioscos de los malls norteamericanos parec¨ªan ofrecer la soluci¨®n a cualquiera de todos estos problemas, y a su frente sol¨ªa encontrarse una se?orita animad¨ªsima que a?ad¨ªa a la propaganda del producto un discurso ecol¨®gico regado de felicidad. ?Qu¨¦ raz¨®n hab¨ªa para no probar con una mayor integraci¨®n en la naturaleza a trav¨¦s de las hierbas? ?C¨®mo no esperar que de una mayor compenetraci¨®n con lo natural el cuerpo recibiera una aportaci¨®n asilvestrada que curar¨ªa los males del progreso moderno?
Hab¨ªa le¨ªdo en The New York Times que nueve de cada diez consultas al m¨¦dico ten¨ªan por causa el mismo cansancio cr¨®nico e indeterminado que sent¨ªa yo. Frente a ello, la propaganda dec¨ªa: Get energy now! La energ¨ªa estaba a la mano, en las plantas inocentes, en lo que ahora se maldice como Herbal Ecstasy, en Ener-max, en Ultimate Xphoria, en Cloud 9. Todos ellos son ahora puestos en cuarentena o, como se dice, "inmovilizados" en los herbolarios.
Una vez encontr¨¦ a Fernando Savater en las Fallas de Valencia y ten¨ªa unas grageas de componente natural adquiridas en Estados Unidos que, en su opini¨®n, eran tan potentes como 24 caf¨¦s solos. Pod¨ªa ser una exageraci¨®n, porque la medida no constaba en el prospecto, pero, de hecho, en el puritanismo farmac¨¦utico norteamericano, donde las sulfamidas se expenden por unidades, hasta en los supermercados se pueden adquirir unas bolsitas de pl¨¢stico transparente con un surtido de p¨ªldoras como si fueran gominolas. No son del todo vitaminas ni tampoco anfetaminas. Son, con todo, estimulantes de los que el cliente se vale para superar la fatiga de esta civilizaci¨®n.
De acuerdo que las autoridades vayan eliminando productos que nos perjudican, pero, a la vez, podr¨ªan tambi¨¦n preocuparse de cambiar las causas. Una de dos: se revisan las sevicias de la mala organizaci¨®n social o se deja que nos reorganicemos el organismo.
Tal como est¨¢n las cosas, la sanidad deber¨ªa tomarse este asunto muy en serio. La droga natural ahora es el signo de la respuesta natural a lo que nos pasa. Pensar que todo lo que se toma obedece a una trivial decisi¨®n juvenil para divertirse un poco m¨¢s es negar represivamente el sufrimiento.
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