"Ense?ar la gram¨¢tica es in¨²til antes de los 14 a?os"
El acad¨¦mico critica que cada vez se hable con menor claridad
Emilio Alarcos, la mayor autoridad en la gram¨¢tica del espa?ol, no es tanto un fiscal contra la corrupci¨®n verbal como un abogado de las lenguas pobres. Cuando, hace unos a?os, el entonces ministro Javier Solana se descolg¨® con aquello del "doceavo", haci¨¦ndose valedor de virulentas rechiflas, Alarcos fue el primero en saltar al ruedo a echarle un capote. "Cuarto, quinto y octavo tambi¨¦n son fraccionarios, y se usan como ordinales", recuerda el fil¨®logo. "Lo de doceavo no fue un disparate tan grande, despu¨¦s de todo".Su Gram¨¢tica de la lengua espa?ola, publicada hace dos a?os, ha vendido la nada acad¨¦mica cifra de 80.000 ejemplares, y sus Estudios de gram¨¢tica funcional del espa?ol lo convirtieron en 1970 en el m¨¢ximo representante en Espa?a del estructuralismo ling¨¹¨ªstico. Sorprende que Alarcos, de 74 a?os, sea un esc¨¦ptico sobre la utilidad de su disciplina y opine que "la ense?anza de la teor¨ªa gramatical es in¨²til antes de los 14 a?os".
"A los ni?os", dice el acad¨¦mico, "hay que darles ciertas p¨ªldoras gramaticales -que puedan distinguir m¨¢s o menos entre un sustantivo, un adjetivo y un verbo-, pero no abrumarles con m¨¢s complicaciones y an¨¢lisis, porque no los entienden. Hasta los 14 a?os, nadie reflexiona sobre la lengua que habla, y ense?ar la teor¨ªa gramatical es in¨²til. Ya lo dec¨ªa Rafael Lapesa refiri¨¦ndose a los ¨¢rboles sint¨¢cticos de la gram¨¢tica generativa: 'Escobones, eso m¨¢s que ¨¢rboles parecen escobones".
En vez de tanto an¨¢lisis sint¨¢ctico, la escuela deber¨ªa centrarse en la pr¨¢ctica de la lengua, opina el acad¨¦mico: leer, hablar y escribir bajo tutela y correcci¨®n. De la carencia de esa ense?anza pr¨¢ctica se deriva, seg¨²n ¨¦l, la general pobreza en el uso del lenguaje: la falta de claridad, la incapacidad para decir exactamente lo que uno quiere decir.
Alarcos ha impartido esta semana, en la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo, de Santander, un curso titulado Sirtes y escollos en la gram¨¢tica del espa?ol. Gramaticalmente se puede encallar "por defecto" -esto es, por una deficiente formaci¨®n escolar- en las sirtes, pero tambi¨¦n "por exceso de celo normativo" en los escollos.
"Hay problemas del lenguaje", se?ala Alarcos sobre estos escollos, "que son producto del dogmatismo de los maestros tradicionales, que consideran que una construcci¨®n es incorrecta porque no se ajusta a como se dec¨ªa en lat¨ªn". Un ejemplo es el consejo acad¨¦mico de usar "deber" para denotar obligaci¨®n y "deber de" para suposici¨®n. "Es una norma acu?ada artificialmente", dice. "Si se leen los textos desde el Cantar del Mio Cid, se ve que a veces aparece el "de" y otras no, sin una norma clara y precisa. En el habla actual espont¨¢nea, lo normal es no ponerlo nunca. Es la entonaci¨®n lo que distingue los dos sentidos.
El "doceavo" de Solana -y, ya puestos, el "diecisieteavo" que sol¨ªa soltar Eugenio d'Ors- se considera incorrecto porque otra norma artificial ha impuesto unos ordinales derivados del lat¨ªn que nunca han sido de uso corriente. "Nadie dice espont¨¢neamente que su quincuagesimosexto cumplea?os. Ni Alfonso duod¨¦cimo, ni el papa Juan vigesimotercero. La gente usa los n¨²meros y ya est¨¢. Si acaso, lo de terminar en 'avo' es m¨¢s f¨¢cil y natural que la norma impuesta"
El "deque¨ªsmo" es tambi¨¦n consecuencia de los intentos de corregir a los que no dec¨ªan "de que" cuando deb¨ªan, y que acababaron meti¨¦ndolo por todas partes. El fil¨®logo comenta que la gente inculta no cae en esos errores. "Es el que es le¨ªdo, pero no lo suficiente, el que incurre en ellos al intentar expresarse bien: le parece que el "de" llena m¨¢s, que queda m¨¢s largo y mejor".
En realidad, seg¨²n Alarcos, la norma acad¨¦mica es bastante laxa, aunque "desde luego hay algunos acad¨¦micos muy rigurosos_con sus man¨ªas". El fil¨®logo admite que es necesario dar algunas normas generales. "Lo que no hay que hacer es escandalizarse de sus transgresiones, que a lo mejor un d¨ªa se difunden y dejan de ser tales. Hay que dejar una cierta libertad, y seguir el ejemplo de los escritores. Algunos escritores muestran usos aberrantes, pero, bueno, hay que dejarlos y no irritarse demasiado".
Aunque para ¨¦l no caben las posiciones intransigentes, s¨ª que hay usos que convendr¨ªa atajar porque son disparates. "A veces es posible atajarlos porque son modas, y al cabo de unos a?os desaparecen de la misma manera misteriosa en la que se extendieron al principio".
El acad¨¦mico rompe una lanza por la denostada oratoria, "un entrenamiento que permit¨ªa a los pol¨ªticos de principios de siglo aguantar mecha durante una hora sin un papel y sin incurrir en un solo anacoluto". Alarcos fue el introductor en Espa?a de los m¨¦todos fonol¨®gicos de la escuela de Praga. "Durante siglos, la gram¨¢tica se ha estudiado sobre los textos escritos, y de ah¨ª esa distancia entre las normas y los usos hablados. Pero hay que darse cuenta de que la lengua es fundamentalmente oral".
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