Despu¨¦s de la infancia, Euskadi
El fil¨®sofo, debelador del nacionalismo, Fernando Savater, conversa con I?aki Anasagasti, el portavoz en Madrid del PNV
Para crear el Para¨ªso hab¨ªa una maqueta. Cuando se termin¨® la obra, los ¨¢ngeles preguntaron al Se?or qu¨¦ deb¨ªan hacer con ella y ¨¦l les indic¨® que podr¨ªa quedar bien en el mar Cant¨¢brico. As¨ª naci¨® San Sebasti¨¢n. El cuento de Jos¨¦ Mar¨ªa Mendiola puede resultar un poco cursi, pero un d¨ªa como hoy tiene sentido. Desde el ventanal del sal¨®n de t¨¦ del hotel Londres, la Concha semeja una acogedora placenta marina y San Sebasti¨¢n, Donosti, parece en verdad la capital de un mundo feliz."Mira, ?aqu¨ª estamos!", dice I?aki. Y muestra la foto en sepia como una reliquia de la infancia. Es un grupo de escolares donostiarras, de los Marianistas. Bien arreglados, bien peinados, el car¨¢cter despuntando en la mirada, con esa serena compostura tan propia de los ni?os cuando se les retrata para la historia. "?ste eres t¨², Fernando, el del brazo enyesado. Y aqu¨ª estoy yo. Nos hinch¨¢bamos a comulgar. ?Recuerdas? Y ya ves. Ahora t¨² te comes un cura cada d¨ªa".
"?Hombre, no! Todos los d¨ªas no", r¨ªe Fernando. "Tampoco t¨² has llegado a obispo. ?Por ahora!".
"La verdad es que nunca he tenido las dos vocaciones tan de nuestra generaci¨®n", dir¨¢ l?aki despu¨¦s. "Ni la vocaci¨®n de cura ni la de echarse al monte. ?No es que sean comparables, claro!".
"?Bueno, bueno, algo tienen que ver!", vuelve a re¨ªr Fernando, disfrutando de la salsa parad¨®jica del lenguaje. "En una ocasi¨®n estaba en una mesa con Mario Onaind¨ªa y en un momento determinado yo dije: 'Es que en este pa¨ªs los curas son de armas tomar'. Y oigo a Mario que apostilla:'Son de armas tomadas".
"Los Marianistas eran gente bastante abierta", retorna a los recuerdos I?aki. "Como no llevaban sotana tuvieron que poner ese nombre, el de Colegio Cat¨®lico Santa Mar¨ªa, Porque la gente dec¨ªa. 'Esos t¨ªos deben ser protestantes'. Hab¨ªa un cura, don Nemesio, que nos ense?¨® a cantar Puente sobre el r¨ªo Kwai en euskera. ?Era la canci¨®n de moda! ?Has vuelto por all¨ª, Fernando?".
"No. No he vuelto a entrar. Paso alguna vez por delante, pero me pongo triste, no s¨¦, por qu¨¦".
I?aki le llam¨® en broma "comecuras". Si Men¨¦ndez Pelayo escribiese hoy su Historia de los heterodoxos espa?oles, sin duda el fil¨®sofo Fernando Savater ocupar¨ªa un lugar de honor.Tiene aspecto de bon vivant, y hasta su ingenioso esp¨ªritu cr¨ªtico parece espoleado por un apetito vital. Forzando la imaginaci¨®n, uno puede ver a Savater de monje, siempre que sea preparando un dulce hojaldre o discutiendo, como Lutero, con el demonio. ?l incluso est¨¢ dispuesto a hacer alguna concesi¨®n al nacionalismo, siempre que sea gastron¨®mica. Lo que es imposible, desde luego, es imaginarlo pasando revista de armas. I?aki Anasagasti, el otro ni?o de aquellos jueves eucar¨ªsticos, en que la comuni¨®n iba afortunadamente seguida de un copioso chocolate con churros, es ahora portavoz del Partido Nacionalista Vasco en el Congreso de los Diputados. Para el encuentro ha venido desde Bilbao en autob¨²s, con los peri¨®dicos bajo el brazo. Desprende sencillez y parece haberse librado de la corbata como de una soga.
El r¨ªo de la memoria nos ha llevado al principio por ah¨ª, y hablamos del componente religioso del nacionalismo vasco. Vinculado a la internacional de la Democracia Cristiana existe una imagen en Espa?a del PNV como una especie de partido parroquial, de batzoki y campanario. As¨ª que le pregunto a Anasagasti si para hacer carrera en el PNV hay que ser un buen practicante. No parece dispuesto a perder el humor.
-Mira, en el PNV hay de todo. ?Hay hasta musulmanes!
-?Es cierto lo que se le atribuye a Arzalluz? "Qu¨¦ m¨¢s da que el obispo sea de Palencia, si Dios es de Bilbao".
-?Hombre, no! ??se fue un chiste de Fernando! El chiste bilba¨ªno tradicional dice qu¨¦, muestra de humildad tuvo Jesucristo que pudiendo nacer en Bilbao lo hizo en Bel¨¦n. En fin, menos mal que tenemos sentido del humor.
-Creo que el cineasta Juanma Bajo Ulloa hablaba de esto. De que el humor cr¨ªtico podr¨ªa ser, en parte, un ant¨ªdoto frente a la intolerancia.
-?Claro que es muy importante!,-dice Savater-. Se podr¨ªa hacer el Ubu lehendakari como se hizo sobre Pujol.
-Ya se hizo algo parecido, y adem¨¢s en Euskal Telebista-responde Anasagasti-. Pero es que volvemos siempre a lo mismo. Es muy f¨¢cil. Venga, a desmitificar a las instituciones auton¨®micas, desmitificar al lehendakari.
-?Y a los otros! -dice Savater-. Por ejemplo, el a?o pasado se hizo en las fiestas de Bilbao una farsa teatral sobre Intxaurrondo, tricornios y todo eso, y te re¨ªas. Pero claro, esas cosas con personajes encapuchados, que secuestran y ponen bombas y tal; eso ya, no. Esa farsa no se puede hacer.
-Hay como una especie de l¨ªnea marcada que todo el mundo conoce -asiente Anasagasti-. De lo que te puedes re¨ªr y de lo que no te puedes re¨ªr.
Y a?ade Savater: "Te presentan como un gran logro cr¨ªtico que puedas re¨ªrte del tricornio, y me parece bien. Pero en cambio, ?ay de ti si te r¨ªes de lo otro! ?se es el problema".
Efectivamente, hemos dejado de re¨ªr.
Savater, de ni?o, dice I?aki con un gui?o de complicidad, ya era un poco "raro". Al hijo del notario le daba por escribir obras de teatro que representaba en casa con los amigos. A I?aki le toc¨® una, vez hacer de vaquero, galopando en el respaldo de un sill¨®n. Hab¨ªan nacido en 1947, y todo esto ocurr¨ªa a mediados de los cincuenta, en un San Sebasti¨¢n silencioso, dominado por un eufemismo, una dictadura a la que en p¨²blico se llamaba "la situaci¨®n". El peque?o Anasagasti hab¨ªa descubierto ya que la vida pod¨ªa ser un thriller cruel con envoltura de dibujos animados.
Vino al mundo en Venezuela, en una familia de exiliados. La ficha de su padre, un nacionalista moderado, le calificaba como "separatista peligroso, perseguible en el exterior". El abuelo de I?aki hab¨ªa sido director del Banco Guipuzcoano en Zarautz. Con la entrada de Franco tuvo que huir. A la madre le raparon el pelo al cero. S¨®lo le dejaron un mechoncito para llevar la bandera espa?ola. En 1955, vuelve la f¨¢milia, menos el padre. Embarcaron en el, Marqu¨¦s de Comillas, casi un mes de traves¨ªa, una aventura para el ni?o. Como el padre era un gran aficionado al cine, llevaban en el equipaje algunos filmes infantiles. Pel¨ªculas de Laurel y Hardy, el P¨¢jaro Loco, y as¨ª. En el barco se organiz¨® una proyecci¨®n para ni?os. Pero el rollo, sin saberlo, inclu¨ªa una filmaci¨®n del centro vasco venezolano de Puerto la Cruz. De pronto, all¨ª estaba. ?La ikurri?a! No todos eran ni?os en la sala, de cine. El conde de Barellano, ex ministro franquista, mont¨® en c¨®lera y se puso a dar voces. Cuando llegaron al Pa¨ªs, Vasco, la polic¨ªa pol¨ªtica subi¨® al barco y detuvo a la madre.
"Mi madre acab¨® volviendo a, Venezuela", cuenta Anasagasti, "y yo me qued¨¦ a vivir con mis abuelos. Entre ellos hablaban euskera. Pero el ambiente era de mucho miedo, no se mencionaba la pol¨ªtica. Cuando tom¨¦ una conciencia nacionalista fue a?os m¨¢s tarde, cuando volv¨ª a Venezuela, a, la muerte de mi padre. Ten¨ªa que recoger sus cosas. Y all¨ª me encontr¨¦ con sus libros, con todas aquellas im¨¢genes de un tiempo para m¨ª desconocido, el de la Rep¨²blica, la aprobaci¨®n del estatuto, el primer Gobierno vasco. Y conoc¨ª a sus amigos del Centro Vasco. Era como estar en un pueblo de Euskadi, pero en libertad. Hab¨ªa elecciones, grupos diversos, una vida cultural intensa, una radio propia. ?sa fue para m¨ª la experiencia decisiva".
A inicios de los sesenta, ETA se da a conocer con una primera acci¨®n espectacular, el descarrilamiento de un tren con ex combatientes franquistas. Son j¨®venes nacionalistas que se rebelan contra la inactividad del PNV. Esa toma de posici¨®n violenta frente a la dictadura rode¨® a aquellas siglas de una aureola aguerrida y deslumbr¨® a una parte de la generaci¨®n de I?aki y Fernando.
"Usted se comprometi¨® con el PNV", le digo a Anasagasti, "en un momento en que el veterano partido estaba cuestionado en los ambientes m¨¢s caldeados de la sociedad vasca. ?No le tent¨® en alg¨²n momento la opci¨®n de ETA?".
"Mira, ha habido muchas etas. En la primera ETA hab¨ªa gente que iba a misa todos los domingos, gente muy nacionalista, que demandaba una resistencia dura contra la dictadura. No quiero disculparla, usaba la violencia, pero no ten¨ªa nada que ver con la ETA de ahora. Yo prefir¨ª seguir el camino de los de mi padre. Nunca se doblegaron pero ten¨ªan una fuerte moral cristiana, esa que dice que el fin no justifica los medios. Por otra parte, en el ambiente del exilio, aprend¨ª lo que era la democracia y el respeto a los dem¨¢s".
"En una ocasi¨®n", recuerda Anasagasti, "visit¨¦ a Telesforo Monz¨®n en San Juan de Luz. ?l hab¨ªa sido presidente del PNV en Guip¨²zcoa, miembro del Gobierno vasco presidido por Aguirre. En los largos a?os de exilio fue distanci¨¢ndose del PNV y acab¨® como uno de los patriarcas de este mundo violento. Dec¨ªa que los de ETA eran los gudaris (soldados vascos) de hoy. ?T¨² no tienes inter¨¦s por ETA?, me pregunt¨®. Le dije que no, que mi forma de entender el nacionalismo y la moral pol¨ªtica la encarnaba mejor el PNV. Y ¨¦l me respondi¨®: 'El PNV es un partido del pasado que en el futuro estar¨¢ en una hornacina. Es como un arc¨®n lleno de monedas de oro, que valen mucho, pero que ya no est¨¢n ni estar¨¢n en circulaci¨®n'. Yo acababa de volver de Venezuela y aquello me impresion¨®. Lo dec¨ªa un hombre con aquel pasado, con aquella presencia tan elegante. Cuando volv¨ª a Bilbao, le cont¨¦ la conversaci¨®n a Ajuria Guerra, un veterano nacionalista, y me dijo: 'Mira, Monz¨®n es un poeta megal¨®mano, pero el d¨ªa en que haya unas elecciones libres la gente pondr¨¢ las cosas en su sitio. El mundo de ETA ser¨¢ minoritario'. Ajuriaguerra era un hombre sencillo, conoc¨ªa a su pueblo".
Es la primera conversaci¨®n prolongada que Fernando e I?aki mantienen desde la infancia. Su primera conversaci¨®n adulta. "Es una pena", dice I?aki a Fernando, "hay muy poca comunicaci¨®n. T¨², por ejemplo, ?has hablado alguna vez con Arzalluz, al que tanto criticas?". "Yo, encantado", dice Fernando, "pero creo que el problema no est¨¢ de mi parte".
Tengo la impresi¨®n de que Fernando Savater s¨®lo se siente nacionalista el primer mi¨¦rcoles de junio. Nacionalista de Epsom, Inglaterra. Nunca se pierde el Derby Day, la gran cl¨¢sica de las carreras de caballos. Durante el franquismo se hizo acreedor a buen n¨²mero de detenciones, expedientes y multas. Era compa?ero de banco de Enrique Ruano, y la muerte del amigo estudiante a manos de la "brigada pol¨ªtico-social" le afect¨® profundamente. De todas formas, el autor de Panfleto contra el Todo y Perdonadme, ortodoxos no milit¨® en ning¨²n partido. Le pod¨ªa m¨¢s el talante ¨¢crata. "A m¨ª me pasaba lo que a Groucho Marx, que no estaba, dispuesto a ingresar en ning¨²n club que me admitiese". Las controversias de Savater con los nacionalistas y, m¨¢s en concreto, con los valedores de la "lucha armada", no le impidieron en su d¨ªa ser detenido y acusado de pertenecer a ETA. "Cuando acababan de volar a Carrero Blanco, Yo asist¨ª en Par¨ªs a un seminario organizado por Fran?ois Chatelet sobre filosof¨ªa no convencional en Espa?a. Algunos, incluso gente de peso, dijeron que aquello de la voladura no hab¨ªa estado mal. Yo dije entonces que combatir la violencia con violencia es como combatir un incendio con gasolina. Siempre he sido antimilitarista. Creo que las guerras las ganan siempre los generales, as¨ª que hay que tratar de que los generales no ganen ninguna guerra. Pues bien. Cuando muri¨® Franco yo estaba tambi¨¦n en Par¨ªs. Al volver a Espa?a, me detuvieron. Me acusaban de que estaba organizando, con un comando de ETA, el asesinato de 17 guardias civiles. ?As¨ª, con n¨²mero y todo, 17 guardias civiles! Y entonces, con esa cualidad que he tenido siempre de hacer el chiste menos adecuado en el momento preciso, pues les dije: 'Miren ustedes, yo en guardias civiles y en ostras nunca paso de la docena'. Fue algo tremendo".
Fernando Savater lleva un lazo azul prendido en la camisa. Y es que en esta ma?ana tan radiante permanece un hombre secuestrado. El autor de ?tica para Amador, un ¨¦xito internacional, se ha acostumbrado a andar sobre zarzas y brasas. Denunci¨® los cr¨ªmenes de ETA y fue pionero en denunciar la tortura y advertir contra el terrorismo de Estado de los GAL. En 1982, mientras abertzales extremistas le pintaban ata¨²des en el aula, el articulista liberal Jim¨¦nez Losantos atacaba "al apologeta Savater -menos apolo que jeta- tratando de bobos o terroristas de Estado a Benegas, Damborenea y compa?¨ªa, ¨¦sos que cometen el error pol¨ªtico de partirse la cara por defender la bandera espa?ola". Para Savater, "la creaci¨®n de los GAL es la ¨²nica verdadera victoria pol¨ªtica obtenida por ETA desde la muerte de Franco".
De los dos antiguos compa?eros de colegio, uno es destacado dirigente nacionalista, y el otro, un c¨¦lebre fil¨®sofo debelador del nacionalismo. Pero hay un punto en el que se encuentran codo con codo. En el rechazo al terrorismo etarra y al uso perverso de los aparatos del Estado. Anasagasti tiene un lenguaje directo, pero no es un pol¨ªtico habla barato. Hace tiempo que dijo: "Los duros de ETA y HB son imb¨¦ciles". Y tambi¨¦n dijo: "Intxaurrondo es una mina a la deriva".
En esta Donosti que hoy parece la capital de un mundo feliz, he visto en las paredes un cartel dirigido a los visitantes. "Libert¨¦ pour le Pays Basque". "La libertad para m¨ª", dice Anasagasti, "es poder hablar y discutir el proyecto que sea, sin que lo envenene la violencia. Mira, el otro d¨ªa, en este mismo paseo, por la Concha, un joven se nos acerc¨® y nos grit¨® a la cara "?Gora ETA!". Ese chaval no hab¨ªa nacido cuando muri¨® Franco, no tiene ni idea de lo que es una dictadura".
La obra m¨¢s reciente de Savater es un pol¨¦mico op¨²sculo titulado El mito nacionalista (Alianza Cien). El pr¨®logo es un aut¨¦ntico manifiesto: "Corno vasco, intento luchar por la libertad d¨¦ mi pueblo: no para que la recupere, homog¨¦nea y etnomaniaca, sino para que la conserve en su democr¨¢tica pluralidad actual".
"Usted distingue entre nacionalismos graves y leves", le comento a Savater. "En todo caso utiliza un lenguaje m¨¦dico, como si fuesen una dolencia. Seg¨²n el caso, ?no habr¨ªa que distinguir entre nacionalismos positivos y negativos, mejores o peores?".
"Es cierto que hist¨®ricamente, sobre todo en el siglo XVIII, los nacionalismos tuvieron un papel importante para poner fin a los absolutismos regios. Hicieron participar a la poblaci¨®n, estaban vinculados al concepto de ciudadan¨ªa. Eso se modific¨® despu¨¦s. Por ejemplo, en el caso vasco, en el nacionalismo de Sabino Arana, se mezcl¨® con otros elementos como el integrismo religioso. Es verdad que ha habido una evoluci¨®n. No es lo mismo el nacionalismo de Manuel de Irujo que el de otros representantes nacionalistas. Lo que pasa es que la insistencia en el problema meramente nacional mantiene una situaci¨®n que habr¨ªa que intentar superar. Puedes comprender que estas convenciones existan. Lo malo es que el nacionalismo lo que intenta es nacionalizar a¨²n m¨¢s las naciones. Esos que tratan de hacer m¨¢s nacionales las naciones son los enemigos de Europa. Eso de hacerlas m¨¢s nacionales de lo que son es contra lo que estoy. Creo que ser¨ªa un avance para todos mitigar los rasgos de lo nacional".
"Por supuesto, no estoy de acuerdo", dice I?aki Anasagasti. "Hay un encasillamiento de la idea del nacionalismo como sin¨®nimo de fanatismo, fundamentalismo, exclusi¨®n, ensimismamiento, ombliguismo, etc¨¦tera. Para empezar, y en nuestro ¨¢mbito, hay varios nacionalismos. Hay el vasco, pero tambi¨¦n existe el espa?ol, que, por cierto, nos ha impregnado, maleducado...".
(Como un par¨¦ntesis, la voz de Fernando: "Tambi¨¦n a ¨¦se me refiero. ?Bastante lo he sufrido!").
"... Y dado a veces estos rasgos de intolerancia, esta educaci¨®n tan excluyente. Dicen que el nacionalismo se cura viajando y leyendo. He nacido fuera y he viajado bastante. He le¨ªdo menos que Fernando, pero algo he le¨ªdo...".
(La voz sonriente de Fernando: "Lo que pasa es que has le¨ªdo otras cosas").
"... S¨ª, por eso estoy un poco intoxicado por otras cosas (risas). Bueno, tengo un hijo mexicano casado con una vasca venezolana, tambi¨¦n hija del exilio. Veo las cosas con una determinada perspectiva, no s¨®lo me preocupa mi, casa o la de enfrente. Cuando nosotros hablamos de nacionalismo, no hablamos de una abstracci¨®n. Estamos hablando de medio ambiente, de Estado de bienestar, de pensiones, de econom¨ªa, de cultura... Y estamos hablando de gestionarlo como comunidad. Y En el tema europeo somos especialmente sensibles, quiz¨¢ como un mecanismo de autodefensa. T¨² sabes que lo hemos liderado, que hemos sido europe¨ªstas cuando pocos hablaban de eso. Creemos que son los nacionalismos estatales los que est¨¢n impidiendo que haya una supranacionalidad europea, porque los Estados, al perder sus rasgos m¨¢s caracter¨ªsticos, como puede ser la moneda, el Ej¨¦rcito, la pol¨ªtica exterior, tienden a controlar otros espacios. Ahora mismo nuestro norte en Euskadi, el de los nacionalistas dem¨®cratas, es la libertad y el europe¨ªsmo. Queremos ir hacia una sociedad mestiza, muy interrelacionada, muy interconectada, desdramatizada".
"?Es que ¨¦sa es la identidad que hay que defender!", sostiene Savater. "Pero es que I?aki aqu¨ª dice unas cosas y otros est¨¢n diciendo otras muy distintas. Hay, por ejemplo, una concepci¨®n de la identidad que es en realidad una etnoman¨ªa exacerbada, homog¨¦nea y uniforme, que hay que desinflar porque, entre otras cosas, alimenta un nacionalismo de rasgos aberrantes".
"?Podr¨ªa explicar qu¨¦ es la etnoman¨ªa exacerbada?", le pregunto a Savater.
"La etnoman¨ªa es convertir en base de legitimidad pol¨ªtica una determinaci¨®n de tipo cultural. Es decir, hay unas determinaciones culturales, por ejemplo la lengua, que hay que valorar y cultivar. Incluso, si llega el caso, con una discriminaci¨®n positiva. Pero lo que no se puede decir es que el baremo de la identidad de una persona vasca es el euskera. 'Si no habla euskera, no terminar¨¢ usted de ser vasco'. ?Hombre, no! No puedes medir la ciudadan¨ªa por un signo de identidad. Si fuese as¨ª, como la mayor¨ªa de la poblaci¨®n vasca habla castellano, pues la base de la identidad ser¨ªa el castellano. ?Pues, tampoco!. Tambi¨¦n ocurre con la idea de Espa?a. Yo estoy cansado de que cuando vas por ah¨ª fuera identifiquen lo espa?ol con las casta?uelas. La etnoman¨ªa es creer que hay una forma pol¨ªtica natural que responde a un modelo cultural. Hacer de la comunidad pol¨ªtica, en vez de un marco de convivencia de personas que piensan distinto, una especie de casa de los que piensan lo mismo. Estamos viendo que eso es lo m¨¢s preocupante de lo que ocurre en Europa".
Sobre la conversaci¨®n planea ahora el llamado "Esp¨ªritu de Arriaga". Con motivo de su centenario, en 1995 el PNV hizo p¨²blico un manifiesto en el que se dec¨ªa: "Constituimos una naci¨®n por origen y voluntad". La llamada al origen reaviv¨® una vieja pol¨¦mica. La referencia, novedosa, a la voluntad popular fue valorada casi como una revoluci¨®n positiva.
"En un centenario que es tu cumplea?os", explica Anasagasti, l¨®gicamente resaltas las ra¨ªces. Pero luego en todo el manifiesto tienes un reconocimiento a la pluralidad de una sociedad como la vasca actual. El nacionalismo de Sabino Arana, en 1895, fue un mecanismo de defensa. Cuando el PNV cumple 100 a?os hace una recapitulaci¨®n del camino hist¨®rico, con una apelaci¨®n a los or¨ªgenes, pero lo hace indudablemente desde la concepci¨®n de una sociedad abierta. Apela a la voluntad. Nosotros no vamos a imponer nada, pero s¨ª que se nos imponen cosas".
"Creo que lo de Arriaga fue un momento realmente importante", dice Savater, "cuando se marc¨® una distinci¨®n que antes no era expl¨ªcita. Y es que el nacionalismo no s¨®lo se diferencia de ETA por los medios, sino tambi¨¦n por el tipo de fines. Pero, ?no crees que ha habido una cierta vuelta atr¨¢s?".
"Lo que hay", responde Anasagasti, "es un forcejeo que avinagra las cosas. Si t¨² rebajas el impuesto de sociedades, una medida m¨ªnima de autonom¨ªa econ¨®mica, te montan una bronca tremenda. F¨ªjate que 16 a?os despu¨¦s de aprobar el estatuto seguimos con 46 transferencias pendientes. Luego ha pasado lo de los GAL. La terrible constataci¨®n de que hab¨ªa gente que se pon¨ªa medallas y que lo que hac¨ªa era prolongar el conflicto. Una manera de vivir. Nos hemos encontrado con mucha mentira.
"Tambi¨¦n es verdad", reflexiona Savater, "que se esperaba que en la transici¨®n todo fuera peor y se fue a resolver lo gordo. Quiz¨¢ se supon¨ªa que todo ese cambio mental, esa apertura intelectural,. se producir¨ªa con el paso del tiempo. Y en buena medida ha sucedido. Fij¨¦menos en la manera en que ha llegado el PP al poder. Era para pensar: ?Dios m¨ªo, todo el d¨ªa envueltos en rojo y gualda, la vuelta de un espa?olismo rancio! Pues no. Eso quiere decir que hay muchas cosas que se han movido. Muchas".
"La novedad que hemos encontrado con el PP", dice Anasagasti, "es que por lo menos se aborda todo. ?Lo dice el estatuto? Pues vamos a hablar. Otra cosa, claro, es que se logre".
Desde el ventanal del hotel Londres miramos hacia la Concha. I?aki tiene que tomar pronto su autob¨²s de vuelta a Bilbao. Hay que cerrar el c¨ªrculo del relato. Realmente, ?hay una soluci¨®n pol¨ªtica para el terrorismo que hoy practica ETA? Tal como postula HB, ?el reconocimiento del derecho de autodeterminaci¨®n ser¨ªa el quid para llegar a la paz? "
?Aceptar¨ªan ellos las reglas del juego? ?sa es la pregunta clave", dice Anasagasti. "El problema es cuando confundes tu proyecto con una imposici¨®n a todos los ciudadanos. Con la violencia han envenenado todo, han complicado lo que dicen defender. Han distanciado a los navarros... ?Claro que se puede hablar de autodeterminaci¨®n y de lo que sea! Pero no en plan aventura para dislocar a¨²n m¨¢s a una sociedad".
"Lo que no se puede", dice Savater con voz grave, "es imponer a tiros la agenda pol¨ªtica. Hay tal hartazgo que el d¨ªa en que dejen de disparar, pues se ha acabado todo. Salen los presos. Saben que tienen esa puerta. Quiz¨¢ lo sepan demasiado bien". Hace poco un veterano peneuvista del exilio se lo resum¨ªa as¨ª a Anasagasti: "Es que claro, pasar de general heroico a tener que levantarte a la ma?ana e ir a un trabajo, ?los cojones! ?se es un problema de fondo. El modus vivendi".
I?aki tiene que marchar. Los dos ni?os marianistas se abrazan. El nacionalista se sorprender¨ªa si oyese alguna de las cosas que me dice despu¨¦s el librepensador. "El PNV lo ha hecho bastante bien en muchos aspectos; por ejemplo, el social. ?ste podr¨ªa ser un hermoso pa¨ªs para vivir. Pero...".
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