El largo exilio del 'bel canto'
El veterano amigo de la ¨®pera Julio de la Pe?a rememora la sequ¨ªa l¨ªrica madrile?a desde que se cerr¨® el Real hace 71 a?os
Una noche de1954, hace m¨¢s de cuatro d¨¦cadas, el veintea?ero Julio de la Pe?a se dirig¨ªa a su casa de la c¨¦ntrica calle de Cervantes completamente impresionado. Hab¨ªa asistido por primera vez, en el teatro Madrid -hoy convertido en un multicine del mismo nombre-, a un espect¨¢culo que nunca hab¨ªa tenido la oportunidad de contemplar: una ¨®pera. Julio, un militar retirado que tiene ahora 65 a?os, tuvo la mala suerte de crecer en una ¨¦poca -los est¨¦riles a?os cuarenta y cincuenta- en la que la oferta musical en la capital se limitaba casi en exclusiva a los espect¨¢culos de revistas y variedades en general. Su entusiasmo le llev¨® a recuperar el tiempo perdido a partir de los sesenta, cuando un grupo de aficionados, entre los que ¨¦l se encontraba, fund¨® en 1962 la asociaci¨®n de Amigos de la ?pera de Madrid -cuya sede est¨¢ en la calle Mayor- con el objetivo de rescatar al bel canto de su exilio.Madrid era la ¨²nica capital europea que no ten¨ªa un teatro estable de ¨®pera (y por el momento sigue sin tenerlo, al menos en funcionamiento), desde que el Real, inaugurado. en 1850, hab¨ªa sido cerrado en 1925 a causa de unas grietas que amenazaban la. solidez del edificio. Desde entonces, los malos tiempos para la l¨ªrica corrieron paralelos a los de la monarqu¨ªa, y posiblemente el calificativo de real, unido a la imagen de un p¨²blico aristocr¨¢tico -m¨¢s interesado en los cotilleos de sociedad que en los libretos y la m¨²sica, y que ten¨ªa la costumbre de abandonar la sala antes de que concluyera el ¨²ltimo acto-, acab¨® por gafar est¨¦ teatro.
Tras la guerra civil, las posibil¨ªdades de abrir el Real se es fumaron. Aparte de las dificultades econ¨®micas se top¨® de frente con un se?or bajito y con -bigote cuya sensibilidad musical empezaba y terminaba en Celia G¨¢mez. "La falta de inter¨¦s de Franco por la ¨®pera y las reminiscencias mon¨¢rquicas que arrastraba el Real, unido a la falta de educaci¨®n musical, cerraron las puertas a cualquier iniciativa. Por el contrario, hab¨ªa cinco o seis teatros en Madrid dedicados en exclusiva a la revista", comenta Julio de la Pe?a, quien es tambi¨¦n un apasionado del ilusionismo y la prestidigitaci¨®n: represent¨® a Espa?a en un congreso internacional de magia celebrado en Argentina en 1969.
La ¨®pera tuvo que refugiarse en otros locales: el circo Price, el teatro Madrid, el Alb¨¦niz, el Calder¨®n y el teatro de la Zarzuela, que carec¨ªan de condiciones para un adecuado montaje. "Pero no hab¨ªa continuidad", afirma De la Pe?a. "Todo lo que hab¨ªa eran bolos o actuaciones espor¨¢dicas de compa?¨ªas que pasaban de un pais a otro y aprovechaban su paso por Madrid para hacer alguna representaci¨®n".
Los primeros intentos en Madrid de poner en marcha. representaciones oper¨ªsticas fueron un desastre: "Recuerdo que, en 1961, el maestro C¨¦sar Mendoza Lasalle organiz¨® en la Zarzuela una temporada que incluy¨® seis t¨ªtulos. El d¨ªa que se puso Trist¨¢n e Isolda, de Wagner, fue desolador: no habr¨ªa m¨¢s de treinta personas en el patio de butacas y los palcos estaban todos vac¨ªos, excepto el que ocupaban las autoridades del Ministerio de Educaci¨®n. El ministro dijo que "el escaso p¨²blico era la prueba de que a los madrile?os no les gustaba la ¨®pera".
"Tras este fracaso, la Zarzuela qued¨® en p¨²blica subasta. Una hidroel¨¦ctrica compr¨® el edificio, y, por fortuna, cuando estaban a punto de meter la piqueta, el entonces presidente de la Sociedad General de Autores (SGAE), Moreno Torroba, lo compr¨® y salv¨® del derribo".
Era necesario romper el c¨ªrculo vicioso: no hab¨ªa ¨®pera y por ello no hab¨ªa espectadores, pero la falta de p¨²blico imped¨ªa la existencia de la ¨®pera. Y aqu¨ª es donde la labor de la asociaci¨®n fue decisiva. Hab¨ªa que reunir a los aficionados de la capital. Todav¨ªa viv¨ªan algunos que hab¨ªan conocido el Real. Se abri¨® la suscripci¨®n en el C¨ªrculo de Bellas Artes, presidido en 1962 por Joaqu¨ªn Calvo Sotelo, que le prest¨® para reunirse la sala de juntas. La idea era asegurar a los empresarios un n¨²mero fijo de espectadores que llenaran al menos una de las funciones. "Por eso se obligaba a los socios a pagar por adelantado el abono para asistir a todas las ¨®peras, nos gustaran o no. En la actualidad, las cosas han cambiado. Somos 3.000 socios, pero ya no se nos asegura la entrada". El primer festival que organiz¨® la asociaci¨®n de Amigos de la ?pera fue en 1964, con el apoyo econ¨®mico del Ministerio de Informaci¨®n y Turismo, que lo incluy¨® en los actos para conmemorar los 25 a?os de la paz franquista, y se celebr¨® en el teatro de la Zarzuela. Se inaugur¨® con Tosca y el lleno fue total.
Ahora esperan con impaciencia la apertura del teatro Real, aunque De la Pe?a se queja de que a estas alturas todav¨ªa no les haya llegado la programaci¨®n. "Los cantantes hacen sus contratos con mucha antelaci¨®n y trabajan con calendarios muy apretados. El Real tendr¨ªa que haber programado hasta el a?o 2000. Lo que no se puede es reabrirlo para poner s¨®lo siete u ocho representaciones anuales"."
"?Lo que cuesta la leche!"
Lo m¨¢s seguro para un ne¨®fito que acude por primera vez a una ¨®pera es que se aburra como una ostra. No hay que acomplejarse. Es lo normal. De la Pe?a recuerda una an¨¦cdota con motivo de la representaci¨®n de Turandot, en la que un mandar¨ªn chino aparece en el escenario, despu¨¦s de los primeros compases de la obertura y declama:?Populo de Pek¨ªno, la lequia cuesta!". Tras ¨¦l, una se?ora murmur¨®: "?A m¨ª me va a decir lo que cuesta la leche!" (la traducci¨®n es "Pueblo de Pek¨ªn, la ley es ¨¦sta"). "Por eso es muy importante cuando vas por primera vez a una representaci¨®n no meterte en una ¨®pera dura, leer antes el argumento y elegir una vistosa, con coros, ballets. Si no, es un fracaso".Los Amigos de la ?pera -hacerse. socio cuesta entre 2.000 y 4.000 pesetas, anuales organizan antes de las representaciones conferencias y tertulias, a las que asisten las sopranos, tenores y los directores que intervienen. "Se trata de disfrutar al m¨¢ximo de uno de los espect¨¢culos m¨¢s completos que existen. Y una vez que consigues que un aria te ponga el vello de punta, la ¨®pera ha entrado en tu vida", concluye.
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