"Al ingeniero de montes le tendr¨ªa yo aqu¨ª tres d¨ªas cavando"
Los asolados pueblos del Sobremonte se consideran relegados
Ya han pasado varios d¨ªas desde la funesta tormenta. Los pueblos del Sobremonte, la zona m¨¢s castigada -700 millones en da?os, seg¨²n los c¨¢lculos iniciales-, intentan recuperarse. La maquinaria pesada comenz¨® a trabajar en la ma?ana de ayer ante los peritos y la Guardia Civil, la Polic¨ªa Judicial o las compa?¨ªas de seguros. Los habitantes de Aso, Yosa y Bet¨¦s, tres solitarias localidades que re¨²nen menos de un centenar de ellos, se han acostumbrado al ir y venir de pol¨ªticos, t¨¦cnicos, agentes o periodistas y se han convertido en gu¨ªas improvisados para explicar lo sucedido.El intento por conocer c¨®mo encaran el futuro resulta vano. Parece como si la memoria se hubiera detenido en la tarde del pasado mi¨¦rcoles. Justo, un vecino de Aso, no duda al afirmar que "los nacidos no han visto esto nunca". El culpa de todo a la lluvia: "Tuvimos suerte de que en los puertos no lloviese. Si no, estos pueblos se los habr¨ªa llevado el agua". Y apostilla: "Mi hermano estaba en el puerto, con el ganado. Cuando empez¨® a llover, baj¨®. Al llegar aqu¨ª, ya no pod¨ªa pasar". Los campos, terrazas ganadas a la monta?a, relata, "eran como una catarata".
Vicenta observa en Bet¨¦s, con la vara de arrear las vacas entre las manos, c¨®mo una pala excavadora retira piedras y lodo de lo que eran sus huertos. "Aqu¨ª ten¨ªa dos campos de coles que eran un primor y uno de patatas. Mira lo que ha quedado", advierte mientras se?ala dos cestas de mimbre con apenas 10 kilos de tub¨¦rculos. Asegura que ahora, al ver los efectos de la riada y pensarlo, siente m¨¢s temor que en el momento de los hechos: "Entraba tanta agua en la casa que no tuvimos tiempo de tener miedo. A m¨ª me entraba por las ventanas de atr¨¢s y la sac¨¢bamos por ¨¦stas de delante". ?Y ma?ana? Se encoge de hombros y desea: "A ver si acaban las m¨¢quinas y podemos arreglar los huertos, porque este a?o tendremos que comprar patatas en Biescas".Francisco Casas¨²s, uno de los hombres de edad m¨¢s avanzada, se entretiene viendo c¨®mo otra excavadora despeja una calle en la que apenas puede trabajar por su estrechez: "Aqu¨ª hab¨ªa m¨¢s de metro y medio de piedras bloque¨¢ndo todo". "Bajaba tanta agua", a?ade, "que en esa cuadra de enfrente se ahogaron doce ovejas".Gregorio, que le acompa?a, remacha: "Esto parece obra del diablo. Yo entr¨¦ a la cuadra, donde ten¨ªa tocinos y vacas, y me llegaba el agua casi a la cintura. Los animales estaban enloquecidos". Pero se consuela: "El agua ha tirado los lindes de los campos, nada para lo que podr¨ªa haber pasado".
Las mujeres son las m¨¢s osadas. Una vecina de Bet¨¦s grita para quien quiera o¨ªrle: "Al ingeniero de montes le tendr¨ªa yo aqu¨ª tres d¨ªas cavando". Y aclara: "Fue a Aso y Yosa. Cuando le tocaba subir a Bet¨¦s, dijo que estaba cansado y se fue para Biescas. A m¨ª me parece bien que primero se preocuparan de lo del c¨¢mping, pero aqu¨ª no se han molestado ni en saber si ten¨ªamos comida ni si hab¨ªa alguien mal". Luego, saca a relucir su esp¨ªritu de la monta?a: "Hijos, ya estamos acostumbrados a, tener que resolverlo nosotros todo. Si esper¨¢semos a que vinieran los pol¨ªticos, ya no vivir¨ªamos. Si hace bien pocos a?os que tenemos carretera, ?c¨®mo vamos a esperar nada m¨¢s?".
En Yosa, Mari Cruz es rotunda: "Los pol¨ªticos s¨®lo han venido por aqu¨ª de visita. Si el dinero que se han gastado en helic¨®pteros y gasolina lo hubieran empleado aqu¨ª, ya estar¨ªa todo arreglado".
En el cauce del barranco de Yosa, que ha quedado con m¨¢s de 30 metros de anchura, trabajan varias palas para canalizarlo. "Otra tromba se llevar¨¢ esto para abajo", sentencia un vecino, aunque todos se muestran satisfechos de que, por fin, se haya acometido el desescombro porque, "tal y como est¨¢, si cae otra tormenta antes de que lo arreglen, igual se va todo esto al [r¨ªo] G¨¢llego".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.