El veto de ?lvarez Cascos impide a Eduardo Serra completar la nueva c¨²pula de Defensa
El ministro de Defensa, Eduardo Serra, est¨¢ experimentando en carne propia las dificultades que conlleva su condici¨®n de independiente en un Gobierno del PP. El ¨¦xito que supuso para Serra la decisi¨®n del Consejo de minisros de no desclasificar los documentos del Cesid ha eclipsado otros fracasos menos notorios pero igualmente importantes en el cap¨ªtulo de nombramientos. El veto del vicepresidente primero, Francisco ?lvarez Cascos, a los candidatos de Serra mantiene vacante la direcci¨®n de armamento, una de las m¨¢s importantes del Ministerio de Defensa.
El Consejo de Ministros aprob¨® el pasado 12 de julio el cese del director general de Armamento y Material, Francisco Arenas, pero no nombr¨® sustituto. ?lvarez Cascos comunic¨® al ministro de Defensa que su candidato era inaceptable para el partido, por su estrecha vinculaci¨®n a la anterior etapa.Serra, que fue subsecretario y secretario de Estado de Defensa entre 1981 y 1987, no sospech¨® que pudiera tener problemas con la candidatura de Antonio Rodr¨ªguez, un t¨¦cnico que desde hace m¨¢s de una d¨¦cada dirige la Gerencia de Cooperaci¨®n, encargada de negociar compensaciones por las compras en el extranjero.
No fue ¨¦se, sin embargo, el ¨²nico nombre vetado por Alvarez Cascos a ¨²ltima hora, cuando el ministro ya hab¨ªa comunicado la designaci¨®n a los propios interesados, quienes recib¨ªan prematuras felicitaciones.
Pacto con Piqu¨¦
El mismo Francisco Arenas se preparaba para ocupar la presidencia de Santa B¨¢rbara, mientras que Carlos Mart¨ªnez de Albomoz, ex responsable de Astilleros Espa?oles, se har¨ªa cargo de Baz¨¢n. Los nombramientos de los nuevos presidentes de las dos empresas p¨²blicas m¨¢s dependientes de los presupuestos de Defensa hab¨ªan sido consensuados por Serra con el titular de Industria, Josep Piqu¨¦.Pero el pacto entre los dos ministros independientes fue deshecho por Alvarez Cascos, quien canaliz¨® la oposici¨®n del partido a los nombramientos. Por ejemplo, el veto a Mart¨ªnez de Albornoz -que fue jefe del actual secretario de Estado de Defensa, Pedro Moren¨¦s, en la divisi¨®n naval del INI- se atribuye a la alcaldesa de C¨¢diz, la popular Te¨®fila Mart¨ªnez, quien record¨® que el PP hab¨ªa pedido su cese como presidente de los astilleros civiles.
Finalmente fue Moncloa la que eligi¨® a los presidentes de Santa B¨¢rbara, Jos¨¦ Antonio Casanova, y Baz¨¢n, Juan Alsina, mientras que la direcci¨®n de armamento sigue vacante y la lleva provisionalmente el vicealmirante Carlos Casaj¨²s. De ¨¦l depende toda la pol¨ªtica de compras de armamento y mater¨ªal de las Fuerzas Armadas.
En medios industriales se cree que el ministro acabar¨¢ optando por un militar, como el almirante Eduardo Liberal, jefe de Apoyo Log¨ªstico de la Armada. Otras fuentes sostienen, en cambio, que el cargo seguir¨¢ en manos de un civil, pues cualquier militar ser¨ªa sospechoso de favorecer a su ej¨¦rcito, en detrimento de los otros dos.Los problemas de Serra para formar su equipo -fue el ¨²ltimo ministro en nombrar subsecretario y secretario de Estado- explicar¨ªan algunos cambios de opini¨®n. A Francisco Arenas se le prometi¨® que seguir¨ªa como director general, luego que ir¨ªa Santa B¨¢rbara, y ha acabado en su casa. Guillermo Llamas, director de Infraestructura, fue confirmado en mayo y destituido en julio.
La propia elecci¨®n de Serra como ministro, la gran sorpresa del primer Gobierno Aznar, fue recibida con reparos en amplios sectores del PP, donde se atribuy¨® a una recomendaci¨®n de las m¨¢s altas instancias del Estado. Su primer nombramiento, el de Laureano Garc¨ªa como director de Reclutamiento y Ense?anza, tambi¨¦n levant¨® ampollas, pues se interpret¨® como s¨ªntoma de continuismo.
Civiles por militares
Serra intent¨® disipar esos recelos nombrando un hombre puente con el partido -su director de gabinete, Pedro Arg¨¹elles, amigo de Alvarez Cascos- y eligiendo a dos independientes no conflictivos, Pedro Moren¨¦s y Adolfo Men¨¦ndez, como secretario de Estado y subsecretario, pero ello no le evit¨® nuevos tropiezos.En cambio, a Serra le ha resultado mucho m¨¢s f¨¢cil elegir entre militares a los candidatos para los puestos m¨¢s delicados (como el general Santiago Valderas, nuevo jefe del Estado Mayor de la Defensa, o el general Javier Calder¨®n, director general del Cesid), incluso cuando esos cargos eran ocupados hasta ahora por civiles. ?se es el caso de los nuevos directores de Personal (el general del Aire Juan Antonio Lombo), Asuntos Econ¨®micos (el general de Intendencia Francisco P¨¦rez Muinelo) e Infraestructura (el general de Ingenieros Leonardo Larios).
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