Opini¨®n y delito
COLOCAR UNA bomba en la empresa de un industrial extorsionado por ETA puede ser expresivo de la mentalidad de quienes lo hacen, pero no es algo que tenga que ver con la libertad de expresi¨®n. La Audiencia Nacional ha decretado prisi¨®n incondicional para Fernando Alonso y Andoni Murga bajo la acusaci¨®n de haber colocado una bomba en Agurain, de ser miembros de ETA y de estar en posesi¨®n de armas y explosivos. ?El hecho de que esas dos personas fueran periodistas del diario Egin convierte este asunto en un problema relacionado con la libertad de expresi¨®n? No faltar¨¢n quienes lo sostengan, a juzgar por alg¨²n antecedente. Pero si ya era forzado invocar esa libertad para oponerse, por ejemplo, al procesamiento de un redactor acusado de haber pasado a ETA informaci¨®n ¨²til (y utilizada), ?qu¨¦ decir ahora que han sido hallados 27 kilos de explosivos, armas, municiones y manuales para preparar artefactos en poder de los redactores detenidos?Por supuesto, las responsabilidades penales son individuales, sin que puedan proyectarse sobre el diario las contra¨ªdas por ambos periodistas. Pero s¨®lo desde la candidez podr¨ªa ignorarse el significado pol¨ªtico del hecho de que dos periodistas de Egin resulten ser a la vez activistas de ETA. Pues si bien se trata de un peri¨®dico, no es un peri¨®dico como los dem¨¢s. Se trata del ¨®rgano de expresi¨®n del autodenominado Movimiento de Liberaci¨®n Nacional Vasco, un eufemismo que designa al conglomerado que se agrupa en torno al t¨®tem de ETA. Ese conglomerado tiene su propio sistema de recaudaci¨®n, basado en la extorsi¨®n, su polic¨ªa callejera -que determina qu¨¦ manifestaciones (o qu¨¦ regatas) se pueden celebrar y cu¨¢les no-, su frente de intervenci¨®n (militar) en ¨²ltima instancia y, desde luego, su aparato propagand¨ªstico, del que, forma parte Egin.
Lo singular de ese peri¨®dico no reside, por tanto, en las ideas que defiende: hay publicaciones extremistas, de derecha o de izquierda, que sostienen ideas y planteamientos tan radicales o m¨¢s que los de Egin. Pero no tienen detr¨¢s un grupo cuya capacidad para convertir las palabras en actos est¨¦ acreditada por cerca de 800 v¨ªctimas. Esas otras publicaciones tal vez digan cosas terribles, pero no matan a ni?as de dos a?os, aunque sean hijas de guardias civiles. No hay que ir muy lejos para recordar que ETA no s¨®lo no retrocede ante esa posibilidad, sino que, cuando ocurre, la reivindica, culpando de ella a la intransigencia del Gobierno. De ah¨ª que lo que en cualquier otro medio podr¨ªa ser s¨®lo una bravata o una salida de tono se convierta en las p¨¢ginas de Egin en amenaza veros¨ªmil.
Y la amenaza es la energ¨ªa que mueve todo ese tinglado basado en la intimidaci¨®n. Hace dos a?os, un editorial de Egin se quejaba de que a sus periodistas se les "exija constantemente demostrar no s¨®lo cualidades profesionales, sino su inocencia de delitos, no opiniones". ?La colocaci¨®n de una bomba y la posesi¨®n de explosivos son delito, opini¨®n o informaci¨®n (en exclusiva)? ?O acaso las tres cosas?
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